«Las flores no sangran», de Alexis Ravelo, por Jesús Lens

las-flores-no-sangran-alexis-raveloJesús Lens Espinosa de los Monteros

Ya está en la calle.

La nueva novela de Alexis Ravelo.

Las flores no sangran, publicada por ese lujazo de editorial, negra y criminal, que es Alrevés, cuyo catálogo está reuniendo a buena parte de lo mejor de lo más nuevo de un género que, estos años, está viviendo una edad dorada en España. Porque los clásicos siguen en una forma excelente y, a la vez, una estupenda nueva hornada de talento policíaco-literario empieza a descollar y a consolidarse en lo más alto.

Y, entre ellos, Alexis Ravelo, por supuesto.

El nombre de este escritor canario, sobre todo tras la consecución del Premio Hammett de Semana Negra de Gijón, está en boca de todos. Sus últimas novelas, La estrategia del pequinés y La última tumba, han cosechado los parabienes y los elogios de los más exigentes lectores negro-criminales, por su excelente mezcla de intriga policíaca, violencia y denuncia social; tres de las patas fundamentales en las que se asienta el género.

Y con la llegada del 2015, aparece en las librerías Las flores no sangran, una novela larga, elaborada y de cocción lenta. Una novela trabajada que representa un importante tour de force literario, por la cantidad de personajes, voces y recursos literarios que atesora.

Durante la primera mitad de la narración no hay mucha acción, en el sentido cinematográfico del término. Pero pasan muchas cosas. A muchas personas. Les pasan las cosas que le suelen pasar a la gente. Y, por eso, con esta última novela, Alexis Ravelo se hace acreedor del título oficioso de Hijo Negro y Criminal de Benito Pérez Galdós, el reconocido autor canario que tan bien contó la sociedad de su época a través de sus novelas realistas.

Después ya sí. Después llegan la acción, la sangre y la violencia que caracterizan a Ravelo. Porque la idea de organizar un Secuestro Exprés en Canarias por parte de unos aficionados al timo, era difícil que terminara bien. Máxime, cuando se trata de extorsionar a uno de esos próceres de la sociedad canaria con conexiones en la política, en los medios de comunicación de las Islas… y en otros estamentos menos edificantes, pero no menos contundentes a la hora de pasar y cobrar facturas.

Llegados a este punto, debería hablar de Lola, del Marqués, del Felo, del Salvaje o del Zurdo. Pero no lo voy a hacer. Porque sería injusto para con las criaturas alumbradas por Alexis. No sería elegante despachar con dos palabras las desbordantes y matizadas personalidades de unos personajes muy humanos. No en el sentido moña de la expresión, por supuesto; que aquí estamos entre tipos duros. Personajes humanos porque respiran, sudan, sangran y se cagan de miedo. Personajes humanos porque te los crees. Porque son de carne y hueso, además de ser de pulpa y tinta.

Personajes que, con sus contradicciones a cuestas, sentimos tan reales como los tipos del barrio con los que te cruzas cuando doblas la esquina de tu calle. Siempre que no vivas en el centro de una ciudad que, como todos los centros urbanos, son clónicos entre sí: sus franquicias, sus fríos garitos de Gastropolladas y sus tiendas de ropa uniformada, por muchos colorines que les pongan.

En Las flores no sangran vamos a encontrar a la gente del barrio y, también, los restos de esa España que iba a ser, pero no fue. Esas urbanizaciones fantasma. Esas ruinas que se vinieron abajo antes siquiera de ser habitadas. Porque Alexis Ravelo es un fiel notario de la realidad. Con la diferencia de que sus escrituras rezuman vísceras, corazón, pasión y sangre a raudales.

Porque, y eso también lo saben los lectores del autor canario, Alexis mata mucho y bien en sus novelas. Pero que muy mucho. Y muy bien. Salvajemente, incluso. En concreto, en esta novela el lector va a encontrar uno de los mejores y más sorprendentes asesinatos literarios de los últimos años.

Para finalizar, una conclusión necesaria: para estar al cabo de la calle de la mejor narrativa negro-criminal que se escribe ahora mismo en España, Alexis Ravelo es una cita imprescindible y obligatoria.

Las flores no sangran
Alexis Ravelo
Alrevés

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