Novela: «Aviso de muerte», de Sophie Hénaff

Teresa Suárez

Aunque, de un tiempo a esta parte, parezco abonada a la feria del crimen francés, como soy poco de etiquetas no sabría decir si el estilo de esta recién llegada Sophie Hénaff habría que encuadrarlo dentro del polar, el neo-polar o ese que es capaz de provocar en el lector tales cambios de ánimo que pasa de sentirse alegre a muy triste en poco tiempo y que yo, con la seriedad que me caracteriza, denomino “bi-polar”.

Se trata de una novela que cuenta con alguno de los requisitos característicos del género policiaco galo como, por ejemplo, una fuerte carga de crítica social (presencia de machismo dentro de los cuerpos policiales, corrupción o falta de integración de emigrantes de tercera generación que pone sobre la mesa ese racismo rampante cuya existencia niega el discurso público), pero adolece de otros (aunque hay violencia su nivel está muy por debajo del de otros autores franceses como Pierre Lemaitre o Bernard Minier).

Entonces, ¿polar, neo o bi?… ¡Qué más da!

Lo que importa es que estamos ante una historia contundente que, aún sin grandes pretensiones, cumple con creces su parte de denuncia (buscando acabar con la discriminación por razón de sexo, raza, religión u orientación política) y que a base de ritmo, ironía y un buen crimen que investigar, se consagra por entero al más puro entretenimiento.

Y es que la brigada de la comisaria Anne Capestan, como el patio de mi casa, es particular: cuando llueve se moja como las demás, pero cuando el chirimiri se transforma en aguacero, se moja como ninguna.

¿Resultado? Su pericia resolviendo delitos, que implican a otros policías, condenan a la brillante comisaria Capestan y a su equipo al “rincón del vago” de la policía judicial, un lugar donde sin reconocimiento, sin medios y sin un triste caso que olfatear, se mata el tiempo entre partidas de billar, el visionado de programas divulgativos de alto interés cultural (elección de Miss Francia) o decorando un gigantesco árbol de Navidad, junto a una chimenea con fuego de verdad, que convierte el piso de la calle Les Innocents en un auténtico hogar para “esa unidad de policías desechados”, nacida de la lúcida mente del director Buron a quien se le ocurrió hacer “limpieza en la policía judicial reuniendo a todos los indeseables en un único servicio”.

Permítanme que les presente a esta nueva Lonely Hearts Club Band, a quien la comisaria enseñó a “tocar” en La brigada de Anne Capestan, su presentación en sociedad (novela galardonada con el Premio Polar en Series 2015, el Premio Arsène Lupin de Literatura Policiaca y el premio de los lectores de Livre de Poche). “Poneos cómodos y olvidaos del tiempo”, como dice la canción de los Beatles, porque “el espectáculo está asegurado”. Permitidme que os presente a la Banda de los Corazones Solitarios:

Comandante Lebreton, homosexual, cuya salida del armario no solo borró de un plumazo su aura de ex RAID (Recherche, Assitance, Intervention, Dissuassion, la Unidad de elite de la policía francesa) sino que lo llevó de cabeza a Asuntos Internos y de ahí al apeadero de policías molestos, grillados o que manifiestan problemas con la autoridad.

Capitana Eva Rosière, sufrida madre a tiempo parcial vía Skype, escritora de éxito (mucho) de novelas policiacas que, desde el número 36 del muelle de Les Orfévres hasta el Ministerio Fiscal, se granjea el odio eterno (guiño a quien pueda sentirse identificado) de cuanto superior se ve reflejado, y por ende ridiculizado, en sus escritos. Piloto, devoto perro paticorto, siempre a sus pies.

Merlot, “excapitán en Antivicio, alcohólico y masón con un don de gentes muy rodado”. Le acompaña Ratafía, parda y fiel rata, en fase de entrenamiento para el servicio.

Orsini, bocachancla pertinaz, “capitán de elegancia trasnochada que estaba compinchado con todos los periodistas del país, a los que nutría de indiscreciones sobre la policía”.

Teniente Évrard, expulsada de la Brigada contra el Juego por caer en la tentación y convertirse en “adicta al tapete verde”.

Teniente Torrez, nacido gafe, todo un hacha cuando de planchar se trata.

Teniente Dax, boxeador, un “superdotado de la informática que se había dejado los sesos en el ring”.

Capitán Henri Saint-Lô, alias D’Artagnan, bajo, enteco y recién salido del psiquiátrico.

Cabo Lewitz, un “maniaco del volante”.

Teniente Diament, mestizo tan grande como serio, “se había construido una fachada de hormigón armado y de acero” que, cuando comienza a resquebrajarse, supone su traslado inmediato a la brigada de los parias.

Y por último ella, Anne Capestan, quien “tras arrancar en la profesión de forma deslumbrante, recibir una medalla de tiro olímpica y conseguir la mejor colección de galones que hubieran prendido nunca en el pecho de una comisaria joven”, después de matar a un sospechoso “en un caso más cruel que los demás”, se había librado del despido a cambio de tomar la batuta para dirigir esa unidad de policías desafinados.

Contraria a lo que dicta el exceso de testosterona, en vez de un liderazgo autoritario, que anula cualquier vestigio de individualidad, ejerce un liderazgo colaborativo en el que prima la comprensión, la mente abierta y la escucha activa.

El respeto por la peculiaridad, autentico pegamento de ese grupo tan dispar, no solo les hará seguir adelante con sus vidas y sus carreras, sino que acabará convirtiéndolos en leyenda.

Por la fuerza de los personajes, el sentido del humor y el perfecto desarrollo de la investigación del delito, Aviso de muerte entronca directamente con No eres lo que busco (una de las mejores novelas policiacas españolas que he leído este año) y, al igual que la novela de Laura Mavor, nace condenada a convertirse en serie de éxito.

Es solo cuestión de tiempo.

Mientras eso ocurre, disfruten de su lectura.

 

Aviso de muerte

Sophie Hénaff
Alfaguara

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8 comentarios en “Novela: «Aviso de muerte», de Sophie Hénaff

  1. Leí el primero de la serie y me gustó mucho. Este lo tengo pendiente. Me gustan mucho más Lemaitre o Izzó. Creo que juegan en otra liga, pero esta serie se lee muy a gusto y creo que, como dices, la crítica, sobre todo al propio cuerpo de policía es insustituible.
    Un beso.

    • A mi también me gustan más Lemaitre o Izzo, pero está novela es entretenida, divertida y sin pretensiones, algo que se agradece cuando estás harta de tanta infula. Un abrazo Rosa.

  2. Me sucede lo mismo que a los anteriores comentaristas: leí la primera y me encantó por su frescura; estoy deseando leer ésta porque esa comisaría de Anne Capestan es muy curiosa y su grupo de polis ‘especiales’ chocante y divertido.

    Gracias por tu reseña, Teresa

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