Novela: «A la luz del vino», de Carlos Ollo Razquin

Teresa Suárez

Quienes trabajan en el mundillo saben que “mientras se lleva a cabo la fermentación maloláctica no hay que cerrar las puertas de la nave de elaboración” y que “cada año hay alguien que muere por asfixia por culpa del CO2 que emana del vino al fermentar”, por eso cuando Tomás Aguerri, nariz licenciada de la bodega Señorío de Otazu, aparece muerto, presuntamente “atufado”, el suceso es clasificado por la policía como accidente, de novato es cierto, pero accidente al fin y al cabo.

¿La enología está de moda? Pues que ¡viva el vino!… ¿y las mujeres y las rosas que calientan nuestro sol también?

¿Quieren una palabra, una sola palabra, para definir esta novela? Plomazo, y no en su acepción de disparo de un perdigón o una bala, que hubiera implicado algo de acción, sino en el de cosa fastidiosa y molesta.

Unos policías sin sustancia, un crimen con cero misterio, un padre sudamericano cuyo vástago, pese a los sacrificios del primero, por su origen colombiano parece que no puede sustraerse a su destino de camello anunciado (“nace, como la herramienta, a los golpes destinado”), dos traficantes “malismos” de los cuales el argentino es el peor, no sé si me “entendés”, y un polvo entre agentes de la ley que desentona y fracasa estrepitosamente en su intento de insuflar algo de vida a un conjunto cuya falta de fuerza y pasión produce en el lector un sopor que, continuamente, le incita a dejar la lectura so pena de caer en un sueño profundo del que ni el ósculo de un príncipe pitufo lograría despertarlo.

Y eso sin hablar del lenguaje, que encuentro pesado, pasado y repetitivo. Por ejemplo, en la pagina treinta, debido al cansancio y el hambre, “un tren de mercancías le pasa por encima” a la pobre Nerea, y, nuevamente, en la página cuarenta y siete, “el madrugón y el estudio” le vuelven a “pasar por encima como un tren de mercancías”.

No hace mucho, en un artículo titulado Cinco errores que no se deben cometer al escribir una reseña, la Revista MoomMagazine decía que el tercer error a evitar era el denominado Sí porque sí: “Al escribir una reseña vamos a influir en la opinión del lector, por lo que estamos obligados a ofrecerle argumentos. El sí porque sí no es absolutamente válido. Lo mismo se debe aplicar en el caso de las reseñas negativas: no es necesario hundir al escritor, la sutileza apoyada en una buena argumentación es una cualidad que distingue a un reseñador experto”.

¿No hundir al escritor? Supongo que eso dependerá de cómo el susodicho tenga el pellejo de fino, ya que puede estar hecho de la piel del diablo, ser un lobo con piel de cordero o tratarse de esos que vende la piel antes de cazar al oso. Además, por lo que sé, los escritores suelen gastar un ego a prueba de bombas, por lo que es difícil que la opinión de una mindundi, como yo, les produzca algo más que un simple arañazo.

Por tanto si ¿Quien con fuego?, primera obra de Carlos Ollo Razquin en la que aparece el inspector Faustino Villatuerta, su hija la agente Nerea y el subinspector Javier Erro, era como la que nos ocupa, no dejo de pensar, con la sutileza que me caracteriza, que si alguien hubiera escrito una reseña menos diplomática podrían haber ocurrido dos cosas: que la segunda novela de la saga no hubiera visto la luz, ni con vino ni sin él, o que el escritor la hubiera mejorado corrigiendo los fallos de la primera.

Puesto que, como nunca me canso de repetir, ni soy experta en la materia ni crítica profesional, y como reseñadora mi lealtad suele inclinarse hacia el lado del lector, voy a utilizar una canción de Sabina para resumirles lo que me ha parecido A la luz del vino.

Puede que Carlos Ollo Ranquin pretendiera escribir una novela:

“Oscura, como un túnel sin tren expreso.

Negra, como los ángeles de Machín.

Febril, como la carta de amor de un preso”.

Pero solo ha conseguido algo que resulta:

“Extraño, como un pato en el Manzanares.

Torpe, como un suicida sin vocación.

Absurdo, como un belga por soleares.

Vacio, como una isla sin Robinson”.

En cualquier caso, como la mía no es palabra de Dios, ni de Diosa, ustedes deciden.

Luego me cuentan.

A la luz del vino

Carlos Ollo Razquin
Erein

Puedes seguirnos en Google+, Twitter y Facebook

 

3 comentarios en “Novela: «A la luz del vino», de Carlos Ollo Razquin

  1. ¡Hola, Teresa! Soy Txaro Cárdenas, la autora del post que citas en la reseña. Hace tiempo que te sigo y aprovecho la ocasión para felicitarte por tu trabajo y agradecerte la mención a Revista MoonMagazine. Estoy de acuerdo contigo en que un analista ha de ponerse del lado del lector y guiarlo, de hecho, es la finalidad de la crítica literaria, el marketing es otra cosa. Creo que la «sutileza» o la «diplomacia» deben apoyarse en argumentos (recuerdo una excelente reseña de Manu López Marañón que ilustraría el ejemplo) que son, a la postre, los que van a influir en la opinión del lector, cuya inteligencia y comprensión lectora no debemos subestimar en ningún momento. Por otra parte, la calidad de las obras que se publican es responsabilidad de las editoriales, cuya actividad suele desarrollarse, en muchas ocasiones, al margen de las críticas blogueras.
    Como siempre, un placer leeros en Calibre .38.
    Con cariño, una que sufre de fobia al vino (sonrisas).

    Txaro

Replica a Jose Manuel Lopez Marañon Cancelar la respuesta