«Si le digo le engaño. 100 kilos a la deriva para salir de la crisis», de Carlos Álvarez, por Alexis Ravelo

Alexis Ravelo

Este es el título con el que Carlos Álvarez vuelve a las librerías después de una década de silencio editorial, adjuntando un ilustrativo subtítulo: 100 kilos a la deriva para salir de la crisis.

Si usted le hace a un canario una pregunta para la cual no tiene respuesta, nueve veces de cada diez el canario contestará: “Si le digo le engaño”. Eso es lo que se responden mutuamente los protagonistas de esta novela ante la disyuntiva que se les plantea. Porque Kristo y Yeray son dos pobres diablos que han salido de pesca en una barquilla por la costa sudoeste de Gran Canaria y en lugar de una vieja o un sargo pescan dos sacas con cincuenta kilos de cocaína cada una, así que el asombro, la alegría y el miedo les asaltan al mismo tiempo.

Kristo y Yeray no son policías ni detectives ni atracadores ni asesinos a sueldo ni periodistas de investigación. Se trata, simplemente, de dos currantes que de vez en cuando se fuman un cigarrito de la risa y se echan una cerveza mientras se olvidan de las preocupaciones pescando. Y preocupaciones tienen las mismas que cualquier proletario: Kristo regenta un bar de barrio que va de capa caída y Yeray es diseñador gráfico en un periódico que lleva un par de meses sin pagar la nómina. Como a todos, pero quizá más que a otros, la crisis les está afectando. Por eso, porque están en crisis, el hallazgo podría parecer un regalo de Reyes. Pero para sacar partido a un regalo como ese hay que saber qué hacer con él, sobre todo teniendo en cuenta que la mercancía tendrá algún dueño legítimo a quien no le hará ninguna gracia su pérdida.

Con un verbo cercano al habla de la calle, diálogos rápidos y chispeantes y una inigualable destreza para los contrastes, esta es una historia gamberra escrita para ser leída de un tirón. Y pensada lentamente, porque el hallazgo (y lo que nuestras dos flores de barrio hagan con él) vendrá a involucrar a una buena docena de personajes de todos los estratos de una sociedad, la insular, que ha entrado en el siglo xxi sin desprenderse de las desigualdades del xix. Señoritos de toda la vida se reúnen en selectos restaurantes con paladines de la globalización mientras intelectuales, periodistas y artistas gastan sus subvenciones y aguinaldos en cenas opíparas con sobremesas eternizadas por los estupefacientes. Y, al mismo tiempo, pequeños camellos hacen de nexo entre ambos grupos, con la ciudad turística y la señorial sirviendo de pantalla a los trapicheos, las intrigas y las corruptelas.

Este es el mundo en el que Kristo y Yeray desean dejar de ser dos muertos de hambre, pero sin dejarse por el camino ni la piel ni el alma. Una tarea difícil cuando los cantos de sirena son casi tan poderosos como los legítimos propietarios del alijo que podría abrirles la puerta al ascenso social.

Como es de recibo, la intriga empuja al lector hacia delante en esta trama salpicada de toques de humor y violencia bien dosificada, con una estructura sólida pero invisible que logra que la anécdota inicial ensanche sus consecuencias hasta alcanzar asuntos de fuerte enjundia ética. Así, Álvarez consigue enclavar una ficción amena y penetradora en el mismo centro de la realidad social, con la corrupción institucionalizada como trasfondo y la pregunta por la despenalización de las drogas (que otros prefieren soslayar) puesta en un primerísimo plano.

Si le digo le engaño. 100 kilos a la deriva para salir de la crisis
Carlos Álvarez
Hora Antes Editorial

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