El rincón oscuro. La mafia, pero de verdad

Jesús Lens

“Cuando era niño en plena guerra, en septiembre de 1943, su padre encontró una bomba en medio del campo y la cargó en el burro con ayuda de Totò. La llevaron a casa y allí, mientras la manipulaba para sacar la pólvora y luego aprovechar el hierro, explotó. Su padre y su hermano pequeño Francesco murieron delante de él. Totò Riina tenía trece años y se convirtió en el capo familia”.

Así describe el periodista Íñigo Domínguez cómo alcanzó la mayoría de edad el gran capo mafioso italiano que fallecía la semana pasada, en prisión, a los 87 años de edad. Descripción que forma parte de un libro imprescindible para conocer qué es, de verdad, la Mafia, mucho más allá de los tópicos cinematográficos al uso, los lugares comunes… o las cadenas de restaurantes. Se trata de Crónicas de la Mafia, publicado por la editorial Libros del KO y, como decía, es de lectura obligada para comprender el fenómeno mafioso de una forma seria y rigurosa, desde sus orígenes hasta la contemporaneidad de más rabiosa actualidad.

Un libro que nos sirve, por ejemplo, para conocer la vida, obra y asesinatos de Salvatore Riina, condenado a 26 cadenas perpetuas, inductor de las muertes de los jueces Falcone y Borsellino y sospechoso de haber cometido o mandado cometer otros 150 asesinatos a lo largo de su vida criminal. Hablamos de una mala bestia, sanguinaria y despiadada, que nada tiene que ver con el glamour de los Corleone, los Tattaglia y el resto de las Cinco Familias de Nueva York, de acuerdo con la visión cinematográfica de Coppola.

Y es que pocas muertes me han impactado tanto como la del juez Falcone, acaecida el 23 de mayo de 1992, cuando su coche saltó por los aires tras la detonación de más de mil kilos de explosivos colocados bajo la autopista que conduce de Palermo, la capital de Sicilia, al aeropuerto.

Me impresionó, sobre todo, porque tiempo antes había leído en la prensa una entrevista con el súperjuez en la que declaraba saber y asumir que, en realidad, ya estaba muerto. Que era un cadáver andante. Que solo le faltaba conocer cuándo y cómo le matarían los mafiosos a los que había declarado una guerra sin cuartel.

Me admiró, a la vez que me sobrecogió, su sangre fría y su insobornable compromiso con la justicia. A mí, que había quedado fascinado por El Padrino, todo lo relativo a la mafia me resultaba enormemente atractivo. Pero qué diferentes eran las películas de Coppola y las novelas de Mario Puzo sobre los Corleone o Salvatore Giuliano de la realidad impresa en las informaciones de los periódicos.

“Si se pregunta a un italiano quién corresponde a su idea de héroe nacional es muy probable que responda: Giovanni Falcone. Falcone es uno de esos italianos anómalos con el que se identifican tantos italianos anónimos. Independiente, no alineado, no chantajeable, peligroso. Era un sabueso, un lince de las leyes, que amaba a su país y su trabajo, armado siempre con una sonrisa burlona”.

Así describe Íñigo Domínguez al mítico juez en sus ágiles y adictivas Crónicas de la Mafia, después de contar que, cuando fue destinado como corresponsal del grupo Correo a Italia, en 2001, abrazó una costumbre: teclear la palabra “mafia” todas las mañanas en la casilla de búsqueda de las agencias de información. Y salía a una media diaria de una docena de noticias sobre la misma, obligándole a poner en orden las mil y una piezas de un puzzle que dista mucho de haber terminado de confeccionar.

La muerte de Riina en prisión, a la provecta edad de 87 años, nos podría hacer pensar que la mafia es cosa de otro tiempo, de un pasado ya lejano. ¡Nada más lejos de la realidad! Insisto: lean las crónicas de Íñigo Domínguez y pásmense por el nivel de penetración del crimen organizado en la sociedad, en la política y en los poderes fácticos italianos. Que Forza Italia! y la presidencia de Berlusconi, sin ir más lejos, están muy relacionadas con ella. “Un dato insólito siempre ha dado mucho que hablar: en las elecciones de 2001, Berlusconi obtuvo en Sicilia un 61-0, llevándose todos los escaños disponibles que se disputaban en la isla, un resultado imposible de conseguir sin los votos que controla la Mafia”.

El Banco Vaticano, la logia masónica P2, el origen de la fortuna de Berlusconi y su emporio mediático, la Democracia Cristiana, los paraísos fiscales… Lean a Íñigo Domínguez y lean a Leonardo Sciascia, por ejemplo, un extraordinario escritor siciliano que describe la mafia tal cual es, sin mixtificaciones ni tapujos, en unas novelas prodigiosas.

Lean Crónicas de la Mafia y disfruten también, al final del libro, de un espléndido apéndice con decenas de referencias cinematográficas y televisivas sobre el mundo del crimen organizado. Porque, tras las generosas y documentadas dosis de realidad dispensadas por Domínguez, el autor se rinde al tratamiento que el séptimo arte ha hecho del fenómeno mafioso, comentando qué le parecen películas como Los intocables, El honor de los Prizzi, Érase una vez en América, The French Connection, Il Divo, Boardwalk Empire y, por supuesto, la Trilogía de El Padrino.

Porque es perfectamente compatible disfrutar con esas películas y, después, informarse sobre la realidad que subyace tras una ficción a menudo dulcificada. Y escandalizarse. Y sufrir con ella.

O debería de serlo. Compatible. Que para eso se supone que somos seres racionales e inteligentes. Lean las suculentas Crónicas de la Mafia de Íñigo Domínguez y ya me dicen si les gustaría que una alimaña como Riina se cruzara en sus vidas, por molona que la Familia aparezca reflejada en las pantallas de cine y televisión.

@jesus_lens

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Un comentario en “El rincón oscuro. La mafia, pero de verdad

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