Teresa Suárez
El detective Benoit Blanc recibe una carta en la que un joven sacerdote le cuenta su historia.
Comienza hablándole de cómo el peso de la culpa, que arrastra por un terrible suceso del pasado, lo empujó hacia Dios y de cómo, debido a ese carácter que aún no ha sabido controlar, es enviado a la parroquia de un pequeño pueblo donde el padre titular, Monseñor Jefferson Wicks, con fama de intransigente, ha ido perdiendo fieles hasta quedar reducidos a un pequeño grupo de incondicionales que siguen acudiendo al templo por diferentes motivos.
Pese a su entusiasmo y buena predisposición, el padre O’Connor es recibido con desconfianza en su nueva iglesia. Por eso, cuando se produce el asesinato, epicentro de esta nueva entrega, lo lógico, lo místico y lo sobrenatural se alían para señalar a un solo sospechoso: él.
Sin pensárselo dos veces, Benoit Blanc, a quien, como buen perro de presa, nada motiva más que un buen misterio que llevarse a la boca, se desplaza hasta la parroquia para esclarecer si hubo o no un crimen y, en caso afirmativo, descubrir quien o quienes fueron los culpables.
Siguiendo el buen hacer de Puñales por la espalda, la primera, y alejada del histrionismo de El misterio de Glass Onion, la segunda, esta tercera, más madura, es, en mi opinión, la mejor de las tres.
Un reparto coral en el que, Daniel Craig aparte, la excelente actuación de Josh O’Connor (a quien conocía de la serie de TV Los Durrell) y la potente presencia escénica de Glenn Close y Josh Brolin, son claves para hacer que De entre los muertos sea la que más me ha gustado (¡y eso que la primera me gustó mucho!).
Otros integrantes del elenco, como Cailee Spaeny o Andrew Scott (¡tan magistral interpretando a Ripley en la serie de TV del mismo título o al guionista Adam en Desconocidos, la extraordinaria película de Andrew Haigh), transitan por De entre los muertos sin pena ni gloria.
Giros de guion, y un finísimo sentido del humor, acompañan a este rompecabezas, tan típicamente Christie, tanto, que, como suele ocurrir con Hércules Poirot, el detective estrella nacido de la mano de la prolífica Agatha, aunque, en ocasiones, te pone de los nervios, al final Benoit Blanc logra ganarse tu corazoncito.
Decidir cuál de los dos, Poirot o Blanc (creado por Rian Johnson) se alza con el título de MEJOR DETECTIVE DEL MUNDO, al cual ambos aspiran, ya depende de ellos. Y del espectador, claro.
Las pistas que Johnson va poniendo en el camino consiguen que, en las dos horas y pico que dura la película, no te aburras, permanezcas enganchado y esperes, con ansia, la resolución final del caso.
Solo me queda decirles ¡que me ha encantado!
Cuando la hayan visto (está disponible en NETFLIX), ya me dirán con cuál de las tres se quedan.
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