«Galveston», de Nic Pizzolatto, por Sergio Torrijos Martínez

Gavelston_135X220Sergio Torrijos Martínez

Creo que no hubiéramos llegado nunca a esta novela de no haber pasado antes por la serie True detective. Sin duda habría sido tenida en cuenta por alguno de esos amantes de la novela negra y tal vez hubiera tenido un éxito relativo en los ambientes literarios, pero no hubiera dado un salto más allá. El nombre de Nic Pizzolatto quedaría como otro buen escritor de novela negra, como tantos hay, pero apareció la pequeña pantalla y lo amplificó todo. También gracias a esa buena labor en la serie televisiva podemos ver la obra de Pizzolatto de otra forma. Ya no nos sorprenden esos territorios del sur de los Estados Unidos en donde lo feraz, tanto natural como humanamente, tienen lugar. También nos podemos hacer una idea de los biotipos humanos que trabaja el autor, esos personajes límite y en esta novela aún más. Por poner un ejemplo:

“Sacaron pecho y me lanzaron miradas sesgadas como puñales. Se miraron y volvieron a clavar en mí sus ojitos fríos, tercos y negros como los de un pez. He conocido tipos así toda la vida, palurdos de pueblo sumidos en un resentimiento permanente. De niños maltratan animales pequeños y al hacerse mayores azotan a sus hijos con el cinturón y estrellan sus camionetas por conducir borrachos, a los cuarenta descubren a Jesús y empiezan a frecuentar la iglesia y a ir de putas».

La violencia en Galveston no es un producto aséptico, es un ingrediente más que adereza el cóctel de los personajes. Hay que sumarle los ambientes en los que instala la trama. No son grandes hoteles ni lugares adorables, todo en la obra de Pizzolatto es mucho menos prosaico, más de polígono industrial, mucho más real y crudo. Los protagonistas provienen de estratos sociales depauperados -¡leche, la palabrita!- para simplificar, lo peor de lo peor en el peor sentido de la palabra. Incluso los mafiosos son mucho más reales, se les intuye maldad, mala hostia y por supuesto una carencia crónica de escrúpulos. No son los limpios mafiosos italianos de Puzzo, ni los adorables de los Soprano, son más propios de crónica de sucesos.

A estas alturas contar ya de que trata Galveston es rizar el rizo de las reseñas, así que mejor me lo evito, lean ustedes la contraportada. Sólo les adelanto el dato de que la obra sitúa la acción entre Louisiana y Texas, en pleno golfo de México. Si han visto la serie de televisión mencionada se van a hacer una idea muy real del entorno en el que el autor coloca la acción. Les puedo asegurar, en contrapartida, que el tono que emplea el autor es constante y se intuye como terminará todo, no avanzo más.

Pizzolatto tiene un estilo potente, directo, muy contundente. Ahí engancha con los escritores más clásicos americanos y creo que de Ellroy tiene una influencia importante, más aún cuando citar al gran escritor americano está de moda por sacar nueva novela.

Que nadie vaya buscando grandes digresiones metafísicas: lo digo porque habrá algún despistado algo perdido, es una novela negra y como tal un buen aparato de ficción que se lee y se disfruta de principio a fin. Investigando por la red he leído alguna reseña que cree que no aporta nada al panorama literario. Me quedé perplejo, la gente dice, mejor dicho escribe, cosas muy raras. Es un poco complicado intentar encontrar a Proust, por poner a un escritor cualquiera, en mitad de una novela negra.

La novela no engaña a nadie y nadie que la lea podrá decir que le ha decepcionado si busca lo que debe buscar.

Mi recomendación más encendida.

“Recuerdo que un colega mío me dijo en una ocasión que cada mujer a la que amabas era, al mismo tiempo, la madre y la hermana que no tenías, y que lo que realmente perseguías siempre era tu parte femenina, tu animal femenino o algo por el estilo. Aquel tío podía decir cosas como ésa porque era un yonqui y leía libros».

Galveston
Nic Pizzolatto
Trad.: Mauricio Bach Juncadella
Salamandra Black

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