«Lo que yo no entendía era qué cojones hacía una preciosidad como ella en casa de Néstor. Podía imaginar a un buen número de empresarios textiles que le hubiesen puesto un palacio a su disposición en la zona alta de Barcelona. Y se hubiese respetado la tradición, algo siempre aconsejable.
Y le hubiesen dado menos trabajo que mi clente, quien parecía estar en una forma física excelente.»
Mala hostia Luis Gutiérrez Maluenda Alrevés