Podríamos encabezar esta reseña de la nueva entrega de la serie Bevilacqua con el clásico “tengo dos noticias: una buena y una mala”. Y, como no me gusta quedarme ni dejar a otros con mal sabor de boca, empezaremos por “la menos buena”: dejando bien claro que Lorenzo Silva me parece uno de los mejores narradores del panorama español actual y que tengo una ya larga debilidad personal por su obra y, muy especialmente, por los ‘picoletos’ de su invención, creo que este libro no va a estar entre sus hitos más reseñables.
Para empezar, Tantos lobos deja de principio a fin, de su concepción editorial a su lectura, la impresión de una obra de trámite o, peor aún, una obra de encargo. Y es que tanto la Nota preliminar del autor [“(…) los miles de lectores (…) no sólo me dan la posibilidad de escribir (…) sino que me imponen, también, la responsabilidad de no dejar de hacerlo”] como las apetencias editoriales cuando dan con un filón, parecen estar detrás de la publicación del libro. Un librito de apenas 200 páginas, de letra grande y márgenes generosos, con cuatro relatos cortos de los que, además, sólo dos son inéditos. El formato, un producto claramente menor, no es nuevo; es el de Nadie vale más que otro, de 2005. Y no es más que la vieja fórmula de los “Grandes éxitos” de vinilo en los que en otro tiempo gastamos nuestras pesetas: canciones ya editadas, -remasterizadas para la ocasión, eso sí- y alguna propinilla nueva, a menudo rescatada del cajón, que explicara el lanzamiento. Lo cual, la verdad, hace difícil justificar los dieciocho “eurazos” del precio. En fin…
Por otra parte, desde mi humilde punto de vista y aunque sobren ejemplos de este uso, el relato corto se queda cojo para desarrollar con un mínimo de verosimilitud un tema puramente policiaco. Cabe en él una historia de misterio, truculenta o incluso plenamente “negra”, pero para un asunto estrictamente policial, protagonizado por agentes inmersos en una investigación oficial, falta toda la “chicha” que construye una trama y sostiene la tensión narrativa del caso, por lo que el relato se resiente. Pero pasemos a las buenas noticias…
Como en Nadie vale…, las cuatro historias suceden en verano -tiempo de modorra y escasez de noticias- y están unidas por un tema común, en este caso el perfil de las cuatro víctimas, jóvenes, adolescentes o niñas; así como por el trasfondo del abuso o mal uso de las redes sociales (“esa cascarria digital a la que cuatro avispados de Silicon Valley han logrado reducirnos la vida”) por parte de los más jóvenes y de los no tanto. Un tema éste, el de las redes sociales, del que el propio Silva fue un activo participante pero del que fue haciéndose cada vez más crítico (y el propio libro da nutrida cuenta de ello por boca de su protagonista) hasta el punto de darse de baja este mismo año de su cuenta de Twitter en la que llegó a tener más de 100.000 seguidores.
Tantos lobos es otra nueva muestra de la solvencia literaria de Silva en cada una de las cuatro historias, entre las que sobresale la tercera, Cuatro novios que, con una longitud apropiada, habría dado más juego a los bien apuntados personajes. Aunque en todas ellas hay momentos de la brillantez y del ritmo narrativo habituales en alguien tan preocupado siempre por la amenidad de sus obras y con un notable ‘ojo clínico’ para detectar y/o alimentar el gusto del lector. Lo mejor, como siempre en Silva, son unos diálogos ágiles y llenos de reflexiones del protagonista sobre la vida en general y sobre la suya propia que han ido construyendo, a lo largo ya de una decena de títulos, un personaje sólido, casi real, al que ninguno de sus lectores podemos dejar de sentirnos cercanos por una u otra causa.
En definitiva, entretenimiento asegurado, agilidad narrativa, solvencia y oficio, mucho oficio. Más la siempre cuidada edición, que es marca de la casa en Destino. Una ocasión más, siempre agradable pese a todo, de disfrutar de la prosa de Lorenzo Silva y de sus más notables criaturas, nuestro subteniente Vila y compañía. Sólo que, si reconocemos que estamos ante un producto ‘menor’ al de sus novelas, ¿no debería Destino ajustar un poquito el precio del artículo?
Tantos lobosLorenzo Silva
Destino
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