Novela: «Mientras agonizo», de William Faulkner

Teresa Suárez

“Se puede confiar en las malas personas… No cambian jamás”.

¿Por qué leer a William Faulkner? Además de porque fue uno de los escritores más importantes del Siglo XX, ganador de dos Pulitzer (en 1955 por Una fábula y en 1963 por Los rateros, novela que adaptó para el cine Mark Rydell y protagonizó Steve McQueen) y Premio Nobel de Literatura en 1949, porque es un escritor comprometido, original e implacable, que reclama el cien por cien a cualquier lector que se acerque a su obra.

El ruido y la furia es la más conocida de sus novelas y la más difícil de sortear. Si alguno de ustedes ya lo ha intentado y se ha visto superado por la exigencia no se preocupen, simplemente no era el momento. Pero no la releguen al olvido, guárdenla en el baúl de cosas pendientes y vuelvan a enfrentarse a ella cuando se sientan más dispuestos a dedicar a esa lectura toda su capacidad de concentración y esfuerzo.

Mi consejo es que empiecen con Mientras agonizo (As I Lay Dying), quinta novela de Faulkner que escribió, en palabras del propio autor, en “seis frenéticas semanas”, durante las cuales se ganó la vida como bombero y vigilante nocturno de la central eléctrica de la Universidad de Mississippi.

Publicada en 1930, Mientras agonizo es una auténtica road movie protagonizada por una familia de blancos pobres e ignorantes, los Bundren, que recorren los parajes rurales del Sur de Estados Unidos con el cadáver de la matriarca para enterrarla, a más de sesenta kilómetros de distancia, con “su gente”. ¡Basura blanca recorriendo la América profunda!

Una odisea en carreta y mulas por el viejo Sur emprendida por gente huraña, dura, casi sin sentimientos. ¡Magnifico retrato de la sordidez y brutalidad de la miseria!

Addie Bundren ha tardado diez días en morir. Aunque ella está más que impaciente, “con todos esos muertos de su sangre esperándole”, su familia tardará nueve días en darle sepultura en el panteón familiar de Jefferson.

Como séquito, cinco buitres, en ocasiones alguno más, que desde lo alto y en círculos acompañan al fúnebre cortejo atraídos por el olor del “manojo de huesos podridos que ha dejado Addie”.

No llegarás al final del viaje sin despreciar al maldito necio y egoísta de Anse; sin que te duela la pierna que el afortunado Cash se rompió dos veces; sin perderte en las rarezas de Darl, el segundo, el no deseado; sin vibrar con la violencia y empecinamiento de Jewel (“tu madre es un caballo, pero ¿quién es tu padre?”), el favorito, el que nunca la quiso, el que se dejó la piel, literalmente, sin quebrar jamás su espíritu ante las dificultades para salvar el ataúd de su madre primero del agua y después del fuego (“él es mi cruz y será también mi salvación”); sin dejar de sufrir por Dewey Dell, la única chica, de “ojos encrespados y duros”, engañada, ignorante, tozuda y, para su mayor desgracia, “bastante apetecible para ser de campo”; sin compadecer a Vardamar, el inocente, el último, el más perdido.

Cada uno de ellos emprende ese épico viaje buscando algo diferente…

Un tren rojo que no sea para los niños de ciudad.

Un medicamento que libre el cuerpo de un error.

Distancia y lejanía.

Un gramófono.

Una dentadura.

Y solo uno, el que recibió un amor incondicional, cumplir la voluntad de Addie…

¡Fascinante retrato de la naturaleza humana!

Mientras agonizo es una novela ácida, divertida, casi surrealista, una fantástica tragicomedia.

Faulkner se vive, se siente, se padece.

Si cruzan la puerta que da acceso a su universo, ¡a Dios pongo por testigo que jamás querrán abandonarlo!

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4 comentarios en “Novela: «Mientras agonizo», de William Faulkner

  1. «Mientras agonizo» es una grandísima novela (muchos, García Márquez entre ellos, la consideran la obra maestra del autor) pero, para meterse en el complejo mundo narrativo de Faulkner, yo siempre sugiero la novela que el mismo autor recomendaba: «Sartoris». Por otra parte decir que hay una correcta adaptación cinematográfica de «Mientras agonizo» dirigida e interpretada por James Franco que completa bastante bien la lectura del libro. Se tiene a William Faulkner por un autor muy serio, pero yo (casi) siempre me río a carcajadas leyéndolo: con «Mientras agonizo» quizá donde más. Hagan caso a Teresa y a su magistral reseña.

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