Novela: «Letra torcida, letra torcida», de Tom Franklin

letra torcidaTeresa Suárez

«La turba colgó a Wyatt de un poste de teléfono en la plaza pública. Mientras el negro convulsionaba en la agonía del ahorcamiento, los torturadores encendieron un fuego al pie del madero. El cuerpo del negro, aún con vida, empezó a arder. La horda, todavía insatisfecha, lo descolgó y después de embadurnarlo con aceite de carbón, lo arrojo a las llamas. (…) Solo cuando la última señal de vida había partido de la criatura, desistieron y permitieron que las llamas la devoraran (descripción de un linchamiento en Belleville, estado de Illinois, publicado en 1903 por el New York Times)». Rojas Marcos, Luis, El Racismo en Norteamérica.

Sinopsis:

«Finales de los años setenta. Chabot, una pequeña localidad rural del sur de Mississippi. Larry es un adolescente solitario y triste que se pasa todo el día encerrado en su cuarto leyendo libros de Stephen King. Una mañana, camino del colegio, recogen en la carretera a una mujer negra y a su hijo, Silas. Los dos adolescentes, pese a tenerlo todo en contra, clase, raza y modo de vida, se hacen amigos. Sus vidas cambian la noche en que Cindy Walker desaparece.

Más de veinte años después, Larry lleva una existencia solitaria a cargo del viejo taller de su padre. Silas se ha convertido en el alguacil del pueblo. Cada uno lleva su vida como buenamente puede. Pero se verán obligados a retomar el contacto y a confrontar su doloroso pasado. Acaba de desaparecer otra chica».

Hacia 1974, la situación de la población afroamericana del estado de Mississippi era terrible. Casi el 45% de las familias negras vivían por debajo del umbral de la pobreza, frente a un 11% de familias blancas. Mientras que el 63% de los blancos tenían estudios secundarios completos, sólo un 27% de negros los tenía… En Estados Unidos, decir década de los setenta, rural y sur, es decir discriminación, injusticia y violencia.

Chabot es otro de esos pequeños pueblos americanos donde la supremacía blanca se deja sentir con toda su crudeza.

Propagándose sin control, con el racismo como acelerante, ¡arde Mississippi!, y nadie puede apagar ese incendio que aviva el fuego de la discordia.

Pero en Chabot no solo se persigue a los negros…

En Letra torcida, letra torcida, el racismo es el telón de fondo. Un escenario donde situar la relación entre Larry y Silas, dos niños de 11 años que, conscientes de los tabúes de esa sociedad enferma en la que viven, mantienen una relación de amistad, totalmente clandestina, que marcará su existencia.

Silas, sin padre, sin hogar, sin ninguna posesión material, ansia todo lo que tiene Larry.

Con una infancia marcada por el desprecio de Carl, su padre («A Carl, le caía bien casi todo el mundo, menos él. Desde su temprana tartamudez (…) sus frecuentes hemorragias nasales, el colon irritable y las gafas que no dejaban de rompérsele, había acabado adquiriendo la misma constitución rolliza y los hombros encorvados de sus tíos maternos muertos (…) Además, Larry era un negado para la mecánica»), y la sobreprotección de su madre, Larry solo ansia un amigo.

¿Qué es Letra torcida, letra torcida? Es la historia de un asesinato sin cadáver; de un reo que, sin pruebas, sin abogado defensor, sin juicio, sin ni siquiera una pequeña duda razonable ni posibilidad de reinserción social, recibe, de parte de toda la comunidad, un contundente y unánime veredicto de culpabilidad por el que es condenado al ostracismo más cruel.

«Larry no recordaría, casi un año después, de quien fue la idea de alistarse en el ejército. Pero como el cadáver de Cindy nunca apareció, como no se encontró ningún rastro, ningún pelo, ninguna mancha de sangre, ningún hilo de su minifalda, y a pesar de que la mayor parte del condado creía que la había violado y matado, permitieron que se subiera al autobús en Fulsom».

Letra torcida, letra torcida es la historia de un linchamiento público, pero, ¡oh sorpresa!, no de un negro sino de un blanco.

Ignorando las estadísticas que reflejan que los jóvenes de raza negra están vinculados al crimen como perpetradores y como víctimas (en algunos estados hay más varones negros procesados por el sistema de justicia criminal que matriculados en universidades), por rebeldía, justicia poética o, simplemente porque puede, Tom Franklin coloca en el papel de inmolado a Larry, el muchacho blanco, y en el de policía encargado de resolver el crimen del que se acusa a éste, a Silas, el chico negro. Entre ambos, Cindy Walker, ese oscuro objeto de deseo.

Más de veinte años después, cuando sus vidas vuelven a cruzarse, a Silas le pesa un secreto que necesita contar a alguien («Se preguntaba cómo le haría sentirse contarle todo, revelarle quien era él realmente, y le preocupaba que, en caso de hacerlo, ella empezara a verle con otros ojos») y Larry, por fin, ha encontrado ese amigo tan anhelado:

-¿Cómo describirías tu relación con él- preguntó French- ¿Con Wallace Stringfellow, me refiero?

-Pensé que era mi amigo.

-Tienes un gusto muy peculiar para los amigos.

-No sé si se habrá dado cuenta -dijo Larry-, pero tampoco es que haya tenido muchas opciones.

-French dejó de escribir, pero no levanto la vista.

Tras los sucesos que vuelven a unirlos, y que casi acaban con la vida de ambos, Silas por fin confiesa: “Siempre quise ser tú, toda esa tierra, todas esas armas. Aquella casa calentita, el granero”.

Larry, el ignorado, el invisible, el vilipendiado, solo responde: «Apuesto a que ya no lo deseas».

Con buenos diálogos, estilo narrativo fluido y unas exhaustivas descripciones, capaces de situarte en el lugar donde transcurre la acción, Letra torcida, letra torcida es un excelente thriller que te sumerge de lleno (costumbres, relaciones familiares y vecinales, prejuicios, celos, diferencias de clases, etc.) en la sociedad que retrata.

Finalista del I Premio Negra y Mortal a la Mejor Novela Negra Internacional, que espero gane, Letra torcida letra torcida es una novela que hay que leer.

Avisados quedan.

Letra torcida, letra torcida
Tom Franklin
Trad.: Javier Lucini
Dirty Works

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