Reseña: «Vestido de novia», de Pierre Lemaitre

vestido de noviaTeresa Suárez

La concesión del Premio Goncourt, uno de los más prestigiosos de las letras galas, por la novela bélica Au revoir là-haut (Nos vemos allá arriba), coloca el 4 de noviembre de 2013 a Pierre Lemaitre, autor tardío, en lo más alto del podio literario. Este galardón hizo que alrededor de Lemaitre, miembro por derecho propio del exclusivo club de novela negra francesa, se instalara un incomodo silencio. De nada sirvió que el mismo día en que le concedieron dicho galardón reivindicara ante los periodistas su condición de autor de novela policial. Para el resto de los socios se había convertido en un esquirol del género.

Lemaitre inició su carrera literaria, pasados los 50, con Travail Soigné (en España en lugar de su traducción literal, Trabajo limpio, fue publicada con el título de Irene), donde da a conocer a Camille Verhoeven, comandante de la Brigada Criminal de Paris, un envase pequeño (solo mide1,45 metros) para contener a un policía rebelde, colérico y adicto al trabajo.

En 2009 lanza su segunda novela, Robe de marié (Vestido de novia), que lo ha traído hasta mí.

El libro se divide en cuatro partes: Sophie, Frantz, Frantz y Sophie y, tanto monta monta tanto, Sophie y Frantz. La utilización de los nombres de los protagonistas sirve a Pierre para contarnos la misma historia pero, cada vez, desde el punto de vista de uno de los protagonistas. Primero nos muestra su vida y después nos facilita el acceso a los más recónditos lugares de su mente, esos donde habitan los peores miedos y pesadillas.

Una vez abiertos en canal los personajes, no literalmente en este caso, Lemaitre se apodera del papel de narrador y, marcando rigurosamente los tiempos y las distancias, nos adentra en el devenir de la relación entre Sophie y Frantz y entre éstos y el resto de secundarios que los acompañan en este asfixiante y sangriento viaje hacia la locura.

La primera parte, Sophie, es lo mejor de la novela. Narrada de manera vertiginosa y bastante creíble, logra contagiarnos ese estado catatónico en el que la protagonista (asustada, acuciada, perdida) se ve obligada a moverse para sentirse, misión imposible, a salvo de sí misma. Ida, pero sorprendentemente lúcida, la inquietante Sophie se las apaña para, antes de que el olor de los muertos que la rodean empiece a señalarla con su dedo acusador, dejar todo lo que hasta el momento ha constituido su vida y montarse otra paralela.

En la segunda parte, excesivamente larga y mucho más lenta, algo empieza a torcerse. Frantz (alter ego francés de Norman Bates), a través de una especie de bitácora del buen demente, nos proporciona una minuciosa descripción de todos los pasos que ha dado para que su encuentro con Sophie sea todo lo apoteósico que tiene pensado para ella. El secreto de confesión, que todo buen reseñador debe respetar, me impide añadir más datos so pena de desvelar el argumento. Si puede decir, no obstante, que aquí el autor se pasa tanto de rosca que no puede evitar que la incredulidad germine en el lector.

Persecuciones, carreras, huidas, accidentes, encubrimiento, malas madres, malos hijos, padres ingeniosísimos…

La historia de esta pareja, un acoso y derribo conseguido a base de nuevas tecnologías y conocimientos farmacológicos (dado el gran parecido existente, me pregunto si Bernard Minnier no se inspiró, por decirlo así, en Vestido de novia para escribir No apagues la luz), engancha tanto como repele.

Bien escrita, aunque con luces y sombras, es una lectura que tal vez no logre impresionar a los adictos pero que, probablemente, enganchará a los neófitos del género.

Estoy casi segura.

 

Vestido de novia

Pierre Lemaitre
Trad.: María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego
Alfaguara

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2 comentarios en “Reseña: «Vestido de novia», de Pierre Lemaitre

    • Que conste que aunque le encontrará los defectos que señalo, la novela, pero más el escritor, me enganchó. De hecho a continuación de Vestido de Novia, leí IRENE (cuya reseña publicará Calibre 38 más adelante) y a continuación ALEX que, a mi particularmente, es la que más me ha gustado de las tres. Un saludo Rosa.

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