Sergio Torrijos Martínez
Se critica mucho la novela negra, se dice que ya ha sido superada, que ya no aporta nada o cualquier otra mención al fin de un género, pero leyendo una novela como está se comprende que es un instrumento de lo más válido, es tan dúctil que le sirve al autor para narrar sentimientos como el abandono o la derrota de un exiliado. Y otra cualidad es la permanencia: está novela se editó en 1985 y leyéndola hoy resiste perfectamente el paso del tiempo.
Pero entremos en materia, la obra trata sobre argentinos en México, exiliados por la dictadura del país del cono sur, antiguos luchadores que con mayor o menor implicación en la lucha contra los militares y todas aquellas fuerzas que empujaron a soluciones radicales que terminaron… bueno terminaron como terminaron. El protagonista recibe el llamado de una antigua amante para que la socorra en el trance en que se haya, pues su marido ha sido asesinado. A partir de ese momento la novela va de adelante y hacia atrás, mostrando el pasado del protagonista y esa desesperanza que arrastran los exiliados que, sin lugar a dudas, han sido derrotados.
La novela, todo el entramado de ficción, es una excusa para hablar sobre el amargor de vivir en tierras ajenas y no por decisión propia, también se aprovecha para hablar sobre las relaciones íntimas y los fracasos que van arañando partes del alma. Así personajes que entran en una trama violenta y complicada sin tener capacidades para enfrentarse a ella, el protagonista es un periodista y sus relaciones van más por el mundo académico que por el mundo criminal, lo cual es comprar un billete para el desastre, pero para entender eso se tendrán que leer la novela.
La obra está escrita con maestría, no por algo el autor es un buen escritor, con vasta cultura clásica que va desgranando para disfrute del lector, porque una cosa queda muy clara, la novela tiene buen gusto y te deja una sensación de una estimable labor literaria de forma constante.
Recomendaría la obra sin dudarlo, espero que tengan la paciencia para leerla con calma, sin precipitarse, dejando que fluya y disfrutando de la prosa.
“…y lo terrible en todo caso es quedarse fuera de la historia, sin brújula y sin destino, como sólo quedan los muertos, porque no es cierto que te espera Anquises en el infierno de Virgilio, ni Virgilio en el de Dante, no hay más infierno que vivir equivocado ni más cielo que el del reino de este mundo.” Pág. 141
Qué solos se quedan los muertos
Alianza Editorial
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