Sergio Torrijos Martínez

Harry McCoy vuelve al trabajo después de recuperarse se una grave enfermedad que nos narraron en “Muerte en abril”. La salud de McCoy, así como la investigación que le encargan, está en precario. Han asesinado a varias mujeres y niñas y la ciudadanía de Glasgow clama venganza. A su vez le encargan el asesinato de una chica anónima, de la que se ignora todo, incluso su nombre o procedencia.

Ya dije en su momento que el autor utiliza la ciudad para mostrar lo que era la sociedad y su ciudadanía en la década de los 70. En esta obra se profundiza en ello y se hace francamente bien. No es un lugar muy amigable, más bien al contrario, pero literariamente es una joya. La gente bebe de forma descontrolada, se droga con profusión y las relaciones entre ellos son… bueno, déjenme que use los puntos suspensivos para que ustedes se animen a leer y no darles más pistas, pero les puedo asegurar que es de lo más divertido.

Mientras lees la novela no tienes ni la menor idea de cómo puede avanzar, pero a modo de buque de carga avanza lentamente, pero avanza. Existen sorpresas inesperadas y puedo asegurar que no soy de los que se suelen sorprender, habitualmente los giros literarios me parecen lógicos, con este autor no, les aseguro que siempre hay un hilo del que tira que no esperas.

Las novela es un tartan noir canónico, me recuerda mucho a Rankin y a McIlvanney, de los que seguro el autor es un ávido lector. La idea de retrotraer la novela a otro tiempo es todo un acierto, la labor policial lo agradece, no hay bases de datos digitales, ni teléfonos móviles, todo tiene que ser cara a cara, interrogando en barras de bar y buscando pistas en mercadillos, en la calle, escuchando rumores que pueden tener parte de realidad o puede que de ficción. Así, el panorama que se crea y se recrea tiene visos de verosimilitud pero también pueden ser erróneos, y ese cribado es el que tiene que realizar la policía. De alguna forma saca a los protagonistas al aire libre y los agita de forma constante. Siempre asoma algo turbio y en ese algo es donde suelen aparecer las verdaderas pistas y puede que también los crímenes.

No es la primera novela que leo del autor, les recomiendo que sigan su carrera, es un muy buen escritor y lo que nos muestra de esa ciudad en esa época y de esos personajes dejan poso, después de una de estas novelas el resto de obras de ficción semi-policial son como un juego de niños, como si fueran aspirantes a un reality blanco y poco realista. Y no es un autor que escarba en el alma humana más negra, no le hace falta, simplemente deja que la imaginación ejerza su labor.

Mi recomendación más encendida.

Un mayo funesto