Negra Navidad

Juan Mari Barasorda

Estaba ayer a punto de hincarle el tenedor al pavo cuando mi mente de lector policial me llevó a acordarme de una oca. Trinché el ave -es decir, su cadáver- y me puse a buscar en su interior una piedra preciosa. El Bollinger (no, no me llamo Bond) empezaba a surtir efectos. Es lo que tiene la Navidad, siempre con sus recuerdos nostálgicos… incluso en la novela criminal.

SIR ARTHUR CONAN DOYLE publicó en 1892 en The Strand Magazine El rubí azul (The adventure of the blue carbuncle). Un caso menor de Sherlock Holmes en plenas navidades victorianas. Menor pero delicioso como el pavo de mi cena con el que aprendí que, además de rojos, también hay rubís azules, y que a Mr. Holmes, como a Mr. Scrooge, también le puede tocar el espíritu de la Navidad y perdonar al criminal confeso.

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Cuando llegaron los postres de mi cena de fin de año pregunté a mi suegra: ¿dónde esta el pudín? Me sacaron la bandeja de turrón. El Bollinger estaba exquisito.

El pudín de Navidad engloba varios relatos publicados de forma conjunta por AGATHA CHRISTIE en 1960. En el primero de ellos disfrutamos de unas navidades “a la antigua usanza”, en plena campiña inglesa acompañando a un invitado de excepción, monsieur Poirot: casa de campo y el juego de personajes que Mrs.Christie dominaba: impostores, ladrones, el mayordomo y el cadáver, un rubí muy famoso (otra vez un rubí, creo que este año cortar el roscón de reyes va a tener especial emoción) y un pudding de ciruelas. El whodunit en su esencia.

No era la primera investigación de Poirot en una celebración navideña. En 1939, Christie escribió Navidades trágicas (una de sus más redondas novelas, aunque me gusta más el titulo Hercules Poirot’s Christmas de la versión inglesa o el Murder for Christmas de la versión USA) . Un anfitrión que reúne para la cena de Nochebuena a todos los parientes y sus odios más escondidos, secretos de familia en versión Christie, y una de las pocas incursiones en el juego de “crímenes imposibles en habitación cerrada” de la reina del crimen. Para disfrutar .

En uno de los relatos de Trece Problemas (1933) es Miss Marple quien relata a sus amigos una Tragedia navideña, una de las mejores disecciones de la naturaleza humana a la que nos tiene acostumbrados la adorable anciana que siempre quise tener como tía.

trece problemas

Otras damas del crimen nos regalaron misterios navideños .

Con NGAIO MARSH en Atado con cintas (1972) volvemos a una casa de campo en plenas navidades : un rico excéntrico, una servidumbre de exconvictos que en nada se parece a la de Downtown Abbey, un trineo cargado de regalos… y un cadáver, y la nieve que convierte a la novela en un misterio de lugar cerrado . Un cóctel de sospechosos perfectamente elaborado para la degustación del inspector Roderick Alleyn . Buena novela con una escenografía de obra de teatro que hace recordar a La ratonera de Agatha Christie. Y con El collar de perlas, DOROTHY L. SAYERS nos invita a descubrir quién ha robado un collar de perlas en plena celebración navideña. 

En Las estrellas voladoras de G. K. CHESTERTON un Flambeau (el alter ago de Vidocq creado por Chesterton para acompañar al padre Brown en alguno de sus relatos) a punto de ser redimido de su pasado criminal protagoniza “un crimen de navidad… un crimen género Charles Dickens… el mas hermoso crimen que he conocido” (sic) . Otra vez joyas desaparecidas en un día de Nochebuena (diamantes esta vez), un ladrón inteligente (Flambeau) y el curita sabio, el padre Brown, capaz a la vez de descubrir el cómo y el quién y conseguir -¿gracias al espíritu de la navidad?- la redención del criminal.

REX STOUT publicó The Christmas Party Murder (traducido como La fiesta de Navidad …uff) en 1957, una novelita corta que resulta un poco pesada de digerir, más o menos como una cena degullida por el inmenso Nero Wolfe, detective tan poco partidario de la Navidad como yo de él. Me quedaré siempre con su mayordomo y cocinero Fritz que hasta se atreve, como yo mismo, a ponerse el gorro de Santa Claus.

nero wolfe

Maury Chaykin en el papel de Nero Wolfe

También ELLERY QUEEN fue invitado a una fiesta de Navidad (de la mano de sus “padres”, los primísimos Frederick Dannauy y Manfred B. Lee) en El golpe final (1958), una Navidad en la que los amenazantes regalos (uno por cada uno de los doce días de la navidad, como en la canción) que recibe el acaudalado propietario de una mansión no los envían los Reyes Magos sino un asesino que al terminará asestando su “golpe final”. El interés de esta novela es que Ellery Queen vive los hechos con 29 años (la Navidad de 1929/30), creando el ambiente típico de la golden age y resuelve el crimen con 58. Una de las mas elaboradas -¿imaginativa?, ¿tramposa?… bueno, es lo que se espera de E. Q.- novelas de la pareja, tal vez la mejor después de  El gato de muchas colas y El misterio del ataúd griego.

No tan excelente, pero muy sugestiva por su surrealismo y porque el juego de las “pistas al lector” que incluye, también en El misterio de la cruz egipcia (1932) está presente la Navidad en forma de cadáver que aparece en una mañana del día de Navidad más apropiada, sin duda, para asistir a un concierto -¿pero no se refería Thomas de Quincey al asesinato como una de las bellas artes?- que para una investigación.

El casi olvidado HENRY KANE, padre del detective Peter Chambers (y “escritor negro” él mismo de Ellery Queen) publicó en 1951 Un cadáver por Navidad, una novela que no será recordada por los lectores policiales. Indudablemente mejor es Downtown del prolifico ED McBAIN (es decir Salvatore Lombino, es decir Evan Hunter), una excelente novela negra que transcurre durante las fiestas navideñas.

Pero el crimen navideño parece ser patrimonio de la novela enigma. Y como me gusta cerrar el círculo, del victoriano Conan Doyle y su rubí azul acabamos en el s. XXI con la reina de la novela policiaca victoriana, ANNE PERRY. Anne Perry, es decir Juliet M. Hulme, “celestial criatura”, asesina precoz y ahora novelista de éxito, ha escrito desde 2003 un misterio navideño por estas fechas (novelas que siempre empiezan con un «A Christmas…»). Es el cadáver que llega por navidad en las letras británicas (como si fuera el turrón ese que vuelve por navidad pero en versión criminal). Una larga lista de seguidores irredentos espera cada navidad un nuevo enigma policial. Yo no estoy entre ellos .

Para mí el crimen sería no comprar en estas fechas una buena novela policial, a ser posible en una librería policial. O pedirla a los Reyes Magos. Y puestos a imaginar yo me quedo imaginando una larga mesa de Navidad con Poirot y miss Marple sentados a cada lado, un cadáver propicio y muchos, muchos sospechosos. El pavo y el pudín… y, por supuesto, una botella de Bollinger.

¡Feliz Año 2013 policial para todos!

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