Un dilema previo: ¿tratamos a la autora como una pintora que escribe, o como una escritora que pinta? Aunque después de acabar la novela que ahora reseñamos elegir quizá sea algo inconveniente, dada la reputación de la que goza Eugenia Tusquets como pintora, preferimos englobarla en la categoría de “pintores que escriben” para potenciar así esta otra faceta creativa algo menos alabada. La incluimos, pues, en una nómina que abarca, entre otros, a Andy Warhol (Mi filosofía de A a B y de B a A), Salvador Dalí (Diario de un genio) o Frida Kahlo (Un íntimo autorretrato)… por cierto, parece que estos grandes pintores son más dados a desarrollar en sus prosas diarios íntimos que novelas…
Regina (“China” la llaman), la protagonista de nuestra historia, es una joven que pertenece a la alta burguesía barcelonesa. A la hora de ir a la universidad consigue que su familia apruebe su proyecto de cursar Bellas Artes. Estamos a finales de la dictadura y optar por ese tipo de estudios, y más en una mujer, era considerado aún una osadía. Sabiendo que es una relación condenada al fracaso, China, para compensar y dar gusto a sus padres, accede a casarse con Gonzalo, arquetipo del varón conformista, burgués y aburrido de la época, con quien ella, tras un par de años de sopor, termina rompiendo. Sus siguientes relaciones tampoco llegan a buen puerto, más por la inmadurez y profundas dudas existenciales de China que por otra cosa. En realidad ella con el único hombre que se siente a gusto es con Pascal, su confidente, un homosexual culto e inteligente que acaba convirtiéndose en su representante y galerista. Por consejo suyo alquila un estudio para pintar, aunque no tarda en convertirlo en su piso de soltera. La pintura de China está englobada dentro de un surrealismo renovado, “matérico”, bastante alejado del que surgió en Francia después de la Primera Guerra Mundial.
Lucio, el protagonista del libro, ha pasado su infancia y adolescencia en las colonias del D.F. mexicano Vallejo y la Merced, unas cloacas violentas y sin salida para quienes viven en ellas. Este ambiente degradado retrotrae al que refleja Alejandro González Iñárritu en Amores perros, su primera película (que para nosotros sigue siendo, hasta el momento, su única obra maestra). Lucio, su hermana y su madre, sufren a un padre violento y borracho. Lucio crece y logra salir de la colonia. Vive ahora en una ínfima pensión. A pesar de haberlas abandonado, él no olvida su promesa de liberar a su hermana y a su madre del tirano doméstico. Una tarde, aprovechando la algarabía de las fiestas de la Merced, asesina a su padre con un certero disparo en la frente. Poco después del crimen, Lucio, en compañía de otro socio, un ex taxista, empieza a secuestrar a gente de posibles para obtener de sus familias sustanciosos rescates.
En el primer viaje a México, donde acude para ayudar a un hermano con su boda, China descubre la obra de la pintora Remedios Varo, española exiliada. Casada con el poeta francés Benjamin Péret, Varo fue también una pintora-escritora: diarios y una obra de teatro escrita en colaboración con Leonora Carrington dejan constancia de esta actividad. La identificación pictórica, e incluso vital, de China con esta artista (que practica una suerte de “misticismo surrealista” de optimista mirada) mediatizará su vida a partir de ese momento.
En un segundo viaje al D.F. (esta vez para organizar su primera exposición con los cuadros que ha pintado tras descubrir a Varo), Regina es secuestrada por Lucio y el ex taxista.
La novela, en un eficaz contrapunto, alterna capítulos dedicados a China y a Lucio. El penúltimo ––el más largo, intenso, y complejo de la narración–– reúne, en una derruida casa de las afueras, a ambos protagonistas.
Por muchas ideas preconcebidas que uno lleve (aportadas, por ejemplo, por el cine: podemos invocar la solvente Juego de lágrimas o a la injustamente arrinconada El viaje de Arián), por mucho que hayamos previamente supuesto, el enfrentamiento “a mente abierta” entre dos personalidades tan opuestas, sorprenderá al lector. El análisis psicológico de sus protagonistas desplegado por la autora logra en estas páginas su eclosión. El que se traen China y Lucio es, en efecto, un tira y afloja en progresión, sinuoso, angustioso ––y liberador a partes iguales––. El más que ambiguo capítulo final, del que nada desvelamos, termina de completar lo que en aquella casa se vivió.
Tú eres mi asesinaEugenia Tusquets
Suma