Novela de corte muy clásico, entre el crimen y la intriga, claro está rodeada de extrañas circunstancias. Y aquí el detalle es fundamental pues la obra está basada en esas “extrañas circunstancias”, que lo son todo y nada, mezclado y fundido en una sola circunstancia. Lo anómalo que llamarían otros, lo extraordinario que diría Borges, mezclando así lo policial y lo fantástico, no siendo la primera vez que se narra algo parecido, es más buena parte de la mejor literatura del siglo XIX y XX tiene muchos de esos elementos, donde se inicia el género detectivesco mirando desde el retrovisor ese gótico que a tantas generaciones marcó.
Leo Perutz tiene más fama entre círculos de entendidos que entre el gran público, por ello es más de agradecer la labor de la editorial, verdaderamente encomiable.
Como escritor es clásico, preciso, con talento, tanto que las imágenes que recrean pueden competir con cualquiera e incluso superarlos. Tratar el asunto fantástico desde una perspectiva natural siempre es complicado y Perutz lo ejecuta con una precisión y una delicadeza asombrosa, puede que la trama detectivesca tenga más carencias, pertenece a otro mundo en el que la novela negra americana no había tenido influencia y el ritmo y la carencia del relato es más pausado y los golpes de efecto son menos poderosos.
Lo que nos muestra Perutz es un mundo fenecido, cuando existía un Imperio en el centro de Europa, asentado sobre una sociedad nobiliaria y una burguesía complaciente, también unos personajes con códigos morales firmes, donde la palabra honor tenía un sentido, lo cual, visto un siglo más tarde no deja de asombrar al lector. Sí una sociedad caduca, que probablemente estaba muerta antes de darse cuenta de su óbito, pero no por ello tiene menos encanto, todo lo contrario. No es el mundo holmesiano, sino el centroeuropeo con unas variantes y unas visiones absolutamente contrapuestas, por ello es más de agradecer.
Así explicado a nadie le extrañaría que el protagonista sea el barón Von Yosch, oficial de caballería del ejército austriaco. Dicho personaje es involucrado en el caso del misterioso suicidio del marido de su examante y por lo tanto se verá impelido a investigar los hechos. La experiencia es completamente diferente a los productos británicos, el barón Von Yosch terminará su existencia en la batalla de Limanowa, algo que nos suena a marciano o un poco más allá, ¿o no? Es otro mundo el centroeuropeo, ¿verdad? Dejo a quién tenga interés que investigue sobre aquella olvidada batalla que se llevó la vida de millares de soldados y que, como casi todas, tuvo consecuencias mínimas en la historia.
La novela es una delicia, además con el tamaño justo, se lee con un interés creciente porque el autor sabe administrar perfectamente la intriga y la acción. Que nadie espere grandes dosis de acción es una novela pausada, más aún dentro del género que tanto nos gusta y que tan vivo es. Dentro de él es como mirar a los padres fundadores y sentir que el basamento que tenía el género es más grueso y de mayor calado del que se creía en un primer momento. Novela para recomendar e incluso para regalar.
El maestro del juicio final
Trad.: Jordi Ibáñez Libros del Asteroide
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