Segunda entrega de Manuel Bianquetti, que ya fue presentado en La maniobra de la tortuga, y ya hemos pasado de un feliz descubrimiento a la constatación de una realidad rotunda. Bianquetti ha llegado para quedarse.
En este caso, las propias circunstancias obligan al protagonista, en suspensión de empleo y sueldo, a participar en un trabajo como escolta que terminará…bueno mejor se lo pueden imaginar, porque a raíz de ese punto toda la narración se divide en dos tramas: por una parte el descubrimiento de la verdad con todo lo que subyace alrededor y una segunda trama sobre la búsqueda de una muchacha que ejerce la calle y la forma de salvarla de su destino.
Aprovecha Benito Olmo para tratar asuntos muy en boga como es el repunte del narcotráfico en el sur hispano, no por algo la novela está centrada en Cádiz y alrededores. El autor intenta desentrañar ese vínculo tan estrecho que existe entre el delito y la pobreza, algo que los medios de comunicación obvian, ya que lo importante es la riqueza de los que más tienen, lo cual es más noticia que veinte personas se vean obligadas a trabajar para mafias por el simple hecho de poder subsistir.
En la novela, con pequeño retazos sobre ello, se explica con claridad y suficiencia ese mundo de bajos fondos y necesidades perentorias, siendo así todo un acierto por parte del autor, puesto que con una pincelada nos muestra lo que existe detrás de una tozuda realidad.
Luego, claro está, la trama gira hacia vuelos más altos, puesto que la ficción precisa de algo de glamour y el tráfico a gran escala, con su consabida cantidad de riqueza que acumula, lo tiene.
La novela se maneja en el noir más clásico, Bianquetti ejerce de detective a modo singular y tiene ese toque tan quijotesco que es ya propio del género. Las escenas de acción, la actividad incesante del protagonista, ese pellizco hacia alguna femme fatale, esos enfrentamientos a cara de perro, ese estilo directo y en algunos momentos tosco y esa narración centrada en el protagonista sin intermediarios o partenaire que le den réplica nos indican que Benito Olmo gusta de la novela más clásica de género y que la retrata con pulcritud y con buen saber hacer.
He de destacar que la trama es interesante y más compleja de lo que parece en un primer momento, teniendo un final inesperado y con cierta sorpresa, lo cual, a estas alturas, no es nada fácil. El argumento está clavado, como decían en mi barrio, puesto que el desarrollo es interesante y el final está a la altura.
La novela me ha gustado, ha sido de una lectura más que grata, vamos que he devorado el libro con rapidez y el conjunto ha sido más que interesante. Es una novela que gustará a los amigos del género negro y también a los que no sean habituales, puesto que cuando un argumento se trabaja bien y se ejecuta así siempre interesa.
La tragedia del girasolBenito Olmo
Suma de Letras