Novela: «La isla de las últimas voces», de Mikel Santiago

Almudena Natalías

Se acerca la Navidad. Ya podemos encontrar en los supermercados los polvorones y los pastorcitos que nos aterrorizarán hasta que el día de Reyes abramos un regalo y nos olvidemos de los villancicos. Con La isla de las últimas voces, Mikel Santiago nos describe una siniestra y oscura navidad en una isla del mar del norte.

En la isla de St. Kilda se acerca la Nochebuena y muchos de sus habitantes cogen el último ferry que los llevará a la civilización. Se acerca una terrible tormenta que seguramente dejará incomunicada a la isla. Los habitantes que quedan se preparan para ello. Unos pescadores encuentran en la costa una caja negra y, ya se sabe, lo que se encuentra en el mar es de quien lo encuentra.

La novela se estructura desde dos puntos de vista. Dave, militar que debe custodiar la misteriosa caja, nos cuenta en primera persona cómo llega a la isla y cómo va a intentar destruir la caja. Carmen, española que huyendo de su pasado trabaja en el único hotel que hay en la isla, es la verdadera protagonista. Un narrador omnisciente va aumentando el ritmo narrativo cada vez que aumenta el delirio colectivo. Los capítulos en primera y en tercera persona se van alternando y así el lector va conociendo los secretos más ocultos de cada uno de los personajes.

Los habitantes de St. Kilda empiezan a tener sueños y alucinaciones, quizás provocados por la misteriosa caja negra. Los sentimientos de culpa que tienen enterrados en lo más profundo de su mente salen a la luz. Todos tenemos episodios dolorosos olvidados, pero en La isla de las últimas voces, los habitantes de la isla se dan cuenta de que nada se olvida realmente. Y los cadáveres se multiplican.

Mikel Santiago ha vuelto a convertir un paisaje idílico en un infierno terrenal. La isla de las últimas voces comienza con un accidente aéreo que desencadena una pesadilla colectiva. Nadie queda inmune al poder de la caja, sea lo que sea. Mikel Santiago juega, de manera muy acertada, con los sueños y las pesadillas. No hay nada más inquietante, que diría Iker Jiménez, que una noche lluviosa en la que se sueña con algo que realmente nos preocupa. Esos sueños en los que no se sabe si estamos dormidos o estamos volviéndonos locos.

Con esta novela he sentido la misma sensación que tuve al leer El Señor de las moscas, la mítica novela de William Golding. El ser humano es siempre bueno con sus congéneres tomando cañas, pero ¡ay de la bondad cuando está en juego alguna quimera! Los bandos en ambas novelas se forman rápidamente. Los buenos se defienden de los malos, los malos toman el poder y se arman de razón. Y la guerra está garantizada.

Durante los cinco días que dura el aislamiento, Carmen y sus amigos tienen que luchar contra la tormenta y contra el resto de la isla. Carmen empieza siendo una mujer que escapa de los problemas, pero termina siendo la persona que no duda en armarse hasta los dientes por defender lo que considera suyo.

Si tuviera que poner adjetivos de La isla de las últimas voces en la contraportada del libro diría que es adictiva, trepidante, insuperable… Dicho con mis propias palabras diría que es claustrofóbica, oscura, escalofriante, fría y húmeda como una tormenta en diciembre, vamos, una novela que hay que leer a la fuerza. Dulces sueños, queridos.

La isla de las últimas voces
Mikel Santiago
Ediciones B

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