Para quién no esté muy al tanto quiero informarles que es la tercera entrega del personaje fetiche de este autor de nombre impronunciable. El protagonista, el fiscal Teodor Szacki, ejerce de investigador/juez y por momentos parte actora de todo el entramado de ficción.
Me parece que lo único novedoso de la obra, aparte de estar ambientada en plena Polonia, cosa no muy habitual en el género, es esa mezcolanza de investigador que forma parte del entramado judicial. Luego la obra va derivando hacia una “prodigiosa mente criminal” que ya deja de tener tanta importancia, al menos a mí me parece un terreno y un tipo de personaje demasiado sobado.
La idea del asesino en serie -algunos pensarán «¡¡¡ya estamos!!!”- asoma por la lectura que, claro, debe ser una trama torticera y un tanto oscura, tan oscura que por momentos me he perdido, seguramente por no poseer esa mente privilegiada de la que hacen gala buena parte de los protagonistas.
Visto así parece otro intento más de seducir a lectores que con haber sido un poco leídos ya les sonara todo como a visto o a muy visto. Por ahí la novela, no he leído las anteriores, fracasa. Los elementos que usa son demasiado forzados, demasiado sobados, demasiado vistos pero, y esto es lo más curioso, la novela funciona, si exceptuamos toda la idea central de la trama.
Szacki como personaje es interesante, su vida familiar también, la relación que mantiene con su hija y su amada también, incluso con sus compañeros de fatigas. También la idea que nos da sobre el maltrato doméstico y ese pequeño infierno que se desata en un lugar que debería ser seguro y sacrosanto como es el hogar. Creo, estoy arriesgando en suposiciones, que el personaje ha devorado la obra, que por algún motivo metafísico el autor se ha visto arrastrado por el fiscal Szacki devorando a su paso la trama y parte de la ficción. Me recuerda un poco a lo ocurrido con Ben Pastor y su protagonista Martin Bora, que es tan potente que termina por concentrar toda la ficción sobre él, dejando así una novela interesante pero previsible.
El escenario y cierto toque sarcástico están bien construidos, en algunos momentos con brillantez, pero el señor escritor de nombre impronunciable no puede enfrentarnos, a estas alturas de la película, con otra mente prodigiosa criminal que supere, con mucho, a Moriarty.
Seamos serios: había en la trama inicial el descubrimiento de un cadáver en un sótano abandonado, algo de lirismo, una investigación en ciernes, con unos detalles técnicos sobre los restos más que interesantes; luego, ya todo fue muy previsible.
La novela, creo que ya la he descrito con profusión, posee una trama débil y unas interacciones de los personajes interesantes. Hasta aquí puedo llegar.
La ira
Alfaguara
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