La novela entra por derecho en un mundo bizarro, marginal y violento. Desde el inicio ya se atisba que estamos ante una obra diferente, más cercana a la novela negra que a la policial, pues el protagonista sale de la cárcel y cada detalle, cada frase, cada recuerdo de su período en prisión nos sumerge en ese universo y matiza al protagonista en relación con el entorno.
Me ha recordado a algunas novelas del maestro Julián Ibáñez, sobre todo esas instaladas en la meseta donde todo es bestia y primario, donde el sudor se mezcla con la barba de varios días y el ambiente tiene esa pátina de fuerza y vitalidad.
El protagonista, Franck, que por no delatar a su hermano en un atraco cumplió toda la condena, navega en ese mundo sin tener el grado de mala leche necesario; la sombra de su hermano, un tipo muy peculiar, merodea por todo el relato, tejiendo esa maraña de relaciones filiales que marcan tanto y que serán fundamentales para entender todo el artificio de ficción.
La familia de la novia del hermano le acoge y ellos modularán la parte central de la acción. Franck intentará averiguar en qué estaba metido su hermano y para ello merodeará por todo su entorno, que claramente no es aburrido y burgués. Aquí, en ese punto, es donde funciona la trama más negra, pues no hay ninguna idea de nada, el autor nos mantiene junto con el protagonista en ese mar de dudas en el que sólo atisbamos alguna sospecha, aunque sabemos que el delito ronda a cada personaje que aparece.
El tono del relato es bestia, sin perder la calidad, mezclando frases como latigazos con una manera muy genuina de usar el lenguaje, muy de frase corta, de idea central que se expone con la mínima expresión. Así, junto con la descripción del paisaje, todo se conjuga para que esa violencia se mantenga, ya estén los personajes en reposo o en una pelea, no hay un momento de respiro y siempre tienes la sensación de que algo grave y fatal puede ocurrir en cualquier momento.
La obra tiene su gracia, personalmente me ha encantado, pero entiendo que a mucha gente le supere, es muy bestia y no da un respiro, todo parece violento, desde las relaciones sexuales hasta las de amistad y puede que por ahí agote al lector, pues la novela no tiene la tendencia a administrar la tensión sino que la expone como un chorro continuo.
Me ha encantado el lenguaje del autor, muy en el filo, en el punto justo donde expresar una idea puede marcar la diferencia y siempre arriesgando, porque la novela acomete riesgos sin cesar, aunque mejor dicho todo en ella es un riesgo, sino, lean el siguiente extracto:
“Recordaba lo que había pasado el día anterior, los gritos de Lucas, el tío inclinado hacia él reventándolo a golpes, la rabia incontrolable de Jessica, la hoja del cuchillo en la garganta de la mujer, con sangre ya, y el otro esgrimiendo la pistola en medio de la calle y esos pocos milímetros en los que se jugó todo, entre el percutor y el cebo, entre el arañazo de la piel y el latido de la arteria.”
Recomiendo la novela, aunque parto de la base que soy minoría en esto de las novelas bestias y esta lo es. Denle una oportunidad.
Perros y lobos
Trad.: María Serna Reservoir Books
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