Novela: «La espía de Franco», de Basilio Trilles

José Javier Abasolo

Hace ya muchos años, con motivo de la proyección en un cine de Bilbao de la enésima película basada en la vida de Jesucristo, un amigo me dijo que no la iba a ver. “Total, ya me sé el final”, añadió a modo de explicación. Obviamente lo decía en broma, pero algo así puede ocurrir, en ocasiones, cuando lo que tenemos entre manos es un thriller basado en hechos históricos que, por ser más o menos conocidos, exigen al autor un esfuerzo adicional a la hora de mantener en vilo al lector ya que, por mucho que lo intente, la historia no se puede cambiar, lo que elimina el factor sorpresa que habitualmente suele ser del gusto de los adictos al género.

Algo así ocurre en La espía de Franco, la novela que Basilio Trilles ha publicado en la editorial Almuzara. En ella se narra, entre otras líneas argumentales, un intento por acabar con la vida de Francisco Franco Bahamonde, Generalísimo de los Ejércitos y Caudillo de España por la Gracia de Dios en la época en la que transcurre la novela, la del derrumbe del régimen nazi y la liberación de París por las tropas aliadas. Todos, antes de empezar a leer la novela, sabemos que el dictador murió confortablemente (en el caso de que una muerte pueda calificarse como confortable) en su propia cama. Así que, por lo que a esa subtrama respecta, no hay ninguna posibilidad de sorpresa. Lo que sí hay es un escritor valiente que se la ha jugado al plantear una intriga en torno a un hecho del que previamente conocemos su desenlace. Que se la ha jugado y que ha salido no sólo muy vivo de la apuesta, sino triunfante.

Porque La espía de Franco es algo más que la narración de un intento por acabar con Franco y devolver España al camino de la democracia. Es también la descripción de un país asolado por la guerra civil y su posterior represión, un país en el que mientras unos escogidos disfrutan de la vida muchas otras personas intentan sobrevivir a duras penas. Y es también una historia de amor, una historia de amor atípica, es cierto, pero quizás por ello mucho más real que otras historias de amor que rezuman azúcar por todos sus poros, pero que enseguida notamos que son falsas.

Miguel Campos es un excombatiente anarquista de férreas convicciones, un excelente militar pese a que odia la guerra y un hombre convencido de que es necesario acabar con la tiranía del régimen franquista para implantar una democracia en España. Los orígenes de Letizia Heredia-Espinosa son, en cambio, muy diferentes. Hija de un general español y de una norteamericana de Boston, debido al asesinato de su padre y hermano nada más iniciarse la contienda, se ofrecerá como espía del ejército sublevado en Madrid, dentro de lo que se llamó la Quinta Columna, labor que desempeñará a la perfección sin que en ningún momento se sospeche de ella. Camuflada como una ardiente anarquista conocerá a Miguel y ambos se enamorarán. Aunque siendo ese amor fruto, en parte, de una traición (perdonad que me ponga tan melodramático, pero es que, en el fondo, aunque adicto a la novela negra, también soy un romántico), antes o después se desbaratará la relación surgida entre ellos. Un día Letizia desaparece y Miguel, que desde aquel día la busca incesantemente, sin dejar de pensar en ella ni un segundo, tendrá que exiliarse tras la caída de Madrid, uniéndose a las tropas de la resistencia francesa.

A partir de entonces sus vidas transcurrirán separadas por completo. Letizia se incorporará al gabinete de José Luis Arrese, dirigente falangista que a la sazón ejerce como Ministro Secretario General del Movimiento, aunque simultáneamente trabajará para los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses, ya que pese a su pasado como colaboradora del bando nacional sus ideas van más en la línea de la monarquía británica que de un régimen autoritario como el implantado por Franco, mientras que Miguel será uno de los primeros hombres que entre en el París liberado, en lo que constituye un homenaje (totalmente merecido, por otra parte) del autor a los republicanos españoles que lucharon contra el fascismo durante la II Guerra Mundial.

Como ya he dicho al principio, todos sabemos que Miguel Campos no consiguió su objetivo de matar al general Franco, ni Letizia Heredia-Espinosa el de que España evolucionara hacia una monarquía parlamentaria como la inglesa. Pero en el fondo eso, a estas alturas, es lo de menos. Porque esta novela tiene más cosas, muchas más. Merece la pena averiguarlas leyéndola.

La espía de Franco
Basilio Trilles
Almuzara

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