Novela: «Las dos caras de la verdad», de Michael Connelly

Ángel Luis Pastor

Aunque con algo de retraso (esta edición española es de mayo de 2020) vamos a dar un repasito a este, para mí, muy interesante título del rey de los superventas de la novela negra actual. Decía lo de muy interesante, además de por las razones internas del libro, por el hecho quizás premonitorio de que, recién nacida su nueva criatura -la detective Renée Ballard (en julio de 2017, en su edición original), Michael Connelly sacara esta otra novela, en octubre del mismo año. Todos pensamos entonces que Ballard iniciaría una exitosa saga para encarar la jubilación definitiva de nuestro Harry. También yo:

“Un personaje que ha venido, por tanto, para quedarse pero que, dada su potencia -y la edad del “veterano”- no es descartable que esté destinado, además, al relevo de Bosch en un futuro cercano.” (Calibre 38, 10 julio 2019)

Visto ahora, ya no está tan claro; puede que sea coincidencia o circunstancias comerciales de la editorial… o que, pese al intento, quizás el propio autor no haya confiado mucho en un sustituto para Harry y no se atreva a desprenderse de su más exitoso personaje. Pero, desde entonces, esa única novela con “la nueva” como protagonista y dos más en las que ambos aparecen -pero apenas coinciden-. Si recordamos que, como también apuntaba en mi reseña de Noche sagrada y reitera mi amigo Sergio Torrijos en la de Fuego nocturno, el autor opta por una estructura de capítulos alternos de cada personaje (que no potencia el tándem y la transición protagónica del Bosch septuagenario a la pujante Ballard estrenada en Sesión nocturna -¡vaya, cuánta noche…!-); y le añadimos que para su última novela Connelly ha rescatado a Jack McEvoy, parece evidente que Renée Ballard no termina de cuajar.

Así que Connelly tendrá que pensar rápido qué piensa hacer con Harry que, con 68 años en esta novela (y 71, hoy), empieza a resultar poco creíble en su papel de duro policía implicado a menudo, como en el presente título, en trepidantes escenas de acción. No estamos hablando de un anciano sabio y reposado que resuelve casos con su implacable talento deductivo desde su decimonónico gabinete victoriano; estamos hablando de, por ejemplo, una lucha a brazo partido en un avión en pleno vuelo y contra dos sicarios rusos, de los que sale victorioso: ¿no es esto un poco demasiado para un setentón con artritis, incluso para nuestro gran Harry Bosch?

Pero, en fin, pasando a lo concreto (y cerrando los ojos a este último asunto), estamos ante una gran novela, una de las mejores del autor en los últimos años, para mi gusto. Como en muchas otras, se mezclan dos casos distintos o, más bien, dos y medio. Me explico.

Harry sigue con su revisión de casos abiertos, (con la desaparición sin rastro de una mujer, que ocupó durante años a su actual jefe y que acabará resolviéndose “solo”), cuando se produce un doble asesinato en una farmacia. Este primer caso le conducirá a un red de narcotráfico (en su variante de recetas fraudulentas y distribución ilegal de pastillas) en la que Harry se infiltra y durante cuya peligrosa peripecia conoce a (y se implica con) Elizabeth Clayton, una mujer madura que cayó en la drogadicción tras el asesinato -sin resolver- de su quinceañera hija Daisy. Asesinato del que nuestro detective se encargará en Noche sagrada: de ahí lo del medio caso.

Al mismo tiempo, un asesino atrapado por Bosch hace casi treinta años denuncia ante la recién creada Unidad de Revisión de Condenas que éste introdujo pruebas falsas para incriminarlo y que dispone nuevas pruebas que demuestran su inocencia. Harry, amenazado por la acusación de mala praxis, abrumado por el recuerdo de su desagradable salida del LAPD y molesto por la desconfianza inicial de su ex-compañera Lucía Soto, tiene que investigar por su cuenta para, con la ayuda de su hermanastro Mickey Haller, reponer judicialmente su reputación comprometida.

Es sin duda lo mejor del relato, que nos muestra a un Harry que, hastiado de la maldad, las mentiras y la deshonestidad de delincuentes, burócratas, abogados y hasta de algunas víctimas, nos ofrece un repertorio de matices y sentimientos cargados de pesimismo que le lleva a contestar a su atribulado jefe Valdez cuando le pregunta qué sentido tiene este mundo, Harry?:

– “No lo sé. Esta semana he resuelto un doble asesinato y una desaparición de quince años [más su propia exculpación, habría que añadir] y no me siento bien en ninguno de los casos”.

Pero el libro termina cuando, haciendo las paces con Lucy Soto y hablando del asesino de Daisy Clayton, le dice:

-“Quiero participar. Vamos a por él.”

Harry Bosch ya no cree en nada (ni en casi nadie), pero Harry Bosch siempre hace lo que debe hacer.

GENIO Y FIGURA…

Las dos caras de la verdad
Michael Connelly
Alianza de Novelas

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