Teresa Suárez
Rocco Schiavone es un subcomisario romano que, a raíz de ciertas “desavenencias” con el hijo de un importante político, es trasladado desde su querida Roma a la fría y lluviosa ciudad de Aosta, en el norte de Italia.
Para el grosero, malhablado, cínico, engreído y permanentemente malhumorado Rocco, el clima, la luz, el carácter circunspecto de sus habitante, incluso la ropa y el calzado térmico (nieve o truene, se empeña en calzar zapatos Clarks, poco adecuados para la zona, un loden y pantalones de pana), que detesta a más no poder, todo en Aosta es una condena que le cuesta digerir.
Castigador, fumador activo de Camel, porrero matutino, con escasa mano izquierda pero mucha derecha (suelta hostias como panes), recubierto con una gruesa coraza, al destierro, con sus fantasmas a cuestas (arrastra un profundo dolor por la muerte de Marina, su mujer, de la cual se culpa), Schiavone cabalga.
Aunque, en ocasiones, emplea métodos poco ortodoxos, Rocco es un excelente investigador con un profundo sentido de la justicia. Desconocedor de las costumbres locales, el dialecto y la historia del lugar, además de con lo peor de la condición humana, cada día debe lidiar con el personal de su comisaria: el jefe Corsi que no le da tregua, el joven Ítalo Pierron, que acabará convirtiéndose en amigo, la inspectora Caterina Rispol, la más eficiente del equipo, y los inútiles Deruta y D’Intino que lo sacan de quicio sin remedio. De entre todos ellos destaca el forense quien, con su cultura y peculiar sentido del humor, pronto se gana el respeto y las simpatías de Rocco.
Amigo de hacer su santa voluntad, el subjefe Schiavone, que se mueve por la vida arrasando, no admite medias tintas: o lo quieres o lo odias. Y es que en el fondo Rocco es romántico y buena persona… pero muy en el fondo.
Nacido de la pluma de Antonio Manzini (Roma, 1964), actor, director de cine y teatro y escritor, que se formó en la Accademia Nazionale d’Arte Drammatica con Andrea Camilleri (se habla de él como sucesor de éste), los dos capítulos iniciales de la primera temporada de esta serie de TV se basan en Pista negra, primera novela de la saga, compuesta por otras cinco (en este orden): La costilla de Adán, Una primavera de perros, Sol de mayo, 7-7-2007 y Polvo y sombra.
Marco Giallini, como el chulo de Rocco, lo borda. Con su ironía, y esa comisaría caótica (que recuerda, inevitablemente, a la del Comisario Montalbano), Schiavone es un cabrón irascible y pelín corrupto (nunca ha hecho daño a un inocente) que, mientras el humo ciega tus ojos (¡lo que fuma el tío!), siempre acaba sacándote una sonrisa.
En la Antigua Roma había una serie de valores considerados fundamentales, unas cualidades de vida a las que todo ciudadano romano debería aspirar:
Consilium: pensar antes de actuar.
Comitas: buenas maneras.
Clementia: suavidad y gentileza.
Dignitas: autoestima, orgullo.
Firmitas: tenacidad a la hora de defender una propuesta.
Frugalitas: economía y simplicidad, sin llegar a ser mezquino.
Gravitas: responsabilidad, seriedad, determinación.
Humanitas: refinamiento, cultura.
Industria: trabajo duro.
Pietas: respeto por el orden natural social, patriotismo.
Prudentia: sabiduría y discreción personal.
Salubritas: salud y limpieza.
Severitas: autocontrol.
Veritas: honradez.
Visto lo visto, si nos atenemos a esas virtudes, muy romano, lo que se dice muy romano, Schiavone no resulta.
¡Normal que acaben echándolo de la Città Eterna!
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