Javi era del Athletic. Del Athletic y de la filosofía de One Club Man. El hombre de unos colores, de un equipo. Javi era del rojo y blanco del Athletic, y era del negro de sus novelas y de su txapela. Fiel a una literatura que dominaba, que amaba, que escribía como ninguno. Versátil, capaz de convertir a Goiko en el icono noir de su ciudad, Bilbao. Capaz de recrear ucronías o historias del oeste y hacer que el lector le reconociera siempre. También era, con orgullo, de los colores de la bandera que representaba a su tierra y de un equipo en el que le conocí, Calibre .38, amigas y amigos que nunca olvidaremos su sonrisa y sus comentarios siempre socarrones e inteligentes. Javi, hombre serio, leal, amigo incondicional, inabarcable, divertido y locuaz. Siempre con nosotros. Gracias por todo, Javi. Maestro y amigo. Hasta pronto.
Juan Mari Barasorda
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He de recurrir a otros para este largo adiós inesperado porque aún no encuentro las palabras necesarias para la despedida. Y como sé que Javier amaba las diferentes culturas, sólo se me ocurre un fragmento de un poema de Miquel Martí i Pol, en catalán:
… em costa imaginar-te absent per sempre.
(Me cuesta imaginarte ausente para siempre).
[…]
Tu ja no hi ets i floriran les roses,
maduraran els blats i el vent tal volta
desvetllarà secretes melodies.
(Tú ya no estás y florecerán las rosas/madurarán los trigos y el viento tal vez/desvelará secretas melodías).
Agur lagun. Eskerrik asko. Una suerte haberte conocido.
Cristina (Abrir un libro)
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Si la memoria no me falla, tuve la suerte de conocerte allá por 2002 a través de una lista de correo de nombre Novelpol integrada en aquel momento por unas veinte personas en la que estabais unos pocos autores, libreros o editores y un puñado de locos por el género criminal.
Sin saber con quiénes estábamos hablando (solo Zeki, otro que se nos fue demasiado pronto, conocía la identidad de los participantes) se solían montar discusiones literarias que terminaban en auténticas balaceras en las que no se derramaba ni una gota de sangre aunque sí algunas de mala baba, pero casi siempre destacaba la voz sensata de quien para mí pasó a ser el hombre tranquilo del género negro dispuesto a poner paz entre quienes éramos, en el fondo, amigos. Virtuales, pero amigos con una afición común.
Pronto nos pusimos cara y cuerpo, un año después en la Semana Negra de Gijón de 2003, lo que para mí fue el principio de una gran amistad, la tuya y la de esos otros locos por los crímenes de papel. Horas de charla, sobremesas interminables, cervezas y vinos, tu sonrisa imborrable… Suficiente para reconocer, además de a un gran escritor, a un hombre bueno, uno de los tipos más buenos y generosos con los que me había topado en mi vida y me toparé en lo poco o mucho que me quede de ella, un tipo íntegro de los pies a la txapela.
Seguimos durante años colaborando en proyectos comunes como sacar adelante la Asociación Novelpol y la revista Gangsterera en edición impresa (con el citado Zeki a la cabeza) o poner en marcha este tu Calibre .38 al que te sumaste de inmediato sin apenas tener que sugerírtelo. Y más horas de charla y sobremesas en más semanas negras asturianas, más becenegras, más brumas negras para seguir disfrutando de tu amistad.
Y ahora te nos vas y nos dejas huérfanos de tus novelas, con ganas de más goikos pero, sobre todo, con ganas de seguir charlando sin mirar el reloj, gozando con tu sapiencia literaria y tu generosidad infinita, discutiendo de fútbol, de tu Athletic frente a mi Zaragoza… En fin, habrá que perdonarte esta salida precipitada de nuestras vidas con el consuelo de saber que jamás podremos olvidarte por mucho tiempo que pase.
No quiero, no puedo despedirme, tan solo quiero desearte un feliz viaje, un descanso como mereces entre tus pájaros sin alas.
Volveremos a vernos, Javi. Y no es una amenaza, que lo sepas.
Ricardo Bosque
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Ya sé que a todos nos parece increíble tener que escribir unas líneas a modo de despedida de Javier. Pienso y me digo que tenía una extraña cercanía con un tipo al que, como diría Camilleri, no conocía «personalmente en persona», pues entre unas cosas y otras nunca acabábamos de coincidir en este o aquel sarao o festival.
Sin embargo, puedo decir que se va un amigo entrañable, un hombre con el que coincides en los aspectos básicos de la vida, pues la distancia o la cercanía no tienen nada que ver en estos asuntos del corazón.
Nadie dijo que la vida iba a ser justa, ¿verdad? Ya lo sabemos. Somos escritores y lectores de novela negra. No nos lo tienen que explicar, ¿no es cierto, Javier?
Aunque hay cosas – eso también lo sabemos todos desde niños – que son muy difíciles de explicar. Quizás, simple y llanamente porque no tienen explicación.
Hasta siempre, amigo.
Francisco José Jurado
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Uno de los recuerdos que atesoro con mayor cariño de todos estos años recorriendo festivales negro-criminales fue mi primera noche en la Semana Negra de Gijón. Aquella primera tarde Alexis Ravelo hizo de padrino y me presentó a toda la tropa que estaba allí reunida: Paco Gómez Escribano, Víctor del Árbol, Jon Arretxe, Javier Abasolo, Pepe Correa… Hay por ahí una foto de todos juntos en la sobremesa tras la cena, y Javi está sentado junto a Rubén y junto a mí. Hablamos de literatura, de nuestros gustos, de qué autores nos habían influido más y por qué. Toda la noche el juego fue que los importantes éramos Rubén y yo, porque nosotros éramos los lectores, quienes dábamos de comer a toda esa gente. Fue una noche increíble, y fue la primera de muchas más en el Don Manuel en Gijón y en un montón de ciudades más. Porque lo más bonito que me ha regalado la literatura, siempre, han sido las personas.
Una de esas personas fue Javier Abasolo, un hombre generoso como pocos. Amable, educado, buena persona y entrañable. Dudo mucho que exista alguien a quien no le haya caído bien tras hablar con él un par de minutos. Perdemos a un magnífico profesional de la escritura, pero sobre todo un ser con una calidad humana excepcional. Te has ido demasiado pronto, Javi. Nos debes otra ruta de pintxos por Bilbao para despedirte como te mereces.
Marta Marne
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Lo mejor de Javi no era su sonrisa de niño traviesillo y guasón, ni su educación exquisita ni sus palabras certeras, ni su correctísimo y agudo sentido del humor, tan bilbaino, ni su gusto refinado por la literatura ni su forma de paladear los textos propios y los ajenos.
Lo mejor de Javi no era su prosa ligera y fluida como un torrente, ni sus novelas siempre esperadas, divertidas, variadas, sorprendentes.
Tuve la suerte de pertenecer a ese grupo de gentes que lo conoció y se rio con él, lo cual en el caso de Javi venía a ser lo mismo, así que puedo afirmar que lo mejor de Javi era y es el cariño, la admiración, la veneración incluso, y el tremendo afecto que nos inspiraba. Por algo sería. Por algo será.
Agur, Javi. Agur eta ohore. Egun handira arte.
Noemí Pastor
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Abasolo siempre fue la sensatez y la bohomía hechas persona. Recuerdo una vez, en aquellas apasionadas discusiones literarias de Novelpol, que alguien reprochaba a un autor tener los fallos y errores del escritor primerizo. Hablando sobre su ópera prima, decía que se notaba que era una primera novela. «Por eso se llama primera novela», terció Javi. «Y cuando publique la segunda, lo normal será que tenga los fallos y errores propios de las segundas novelas», remachó. Es lógico, ¿verdad? He contado esta historia mil y una veces. Porque Javier tenía la virtud de ver la parte buena de las cosas. Se mojaba cuando escribía y hablaba, pero sin hacer sangre. ¡Y cómo hablaba y escribía! Su sonrisa, natural, sincera y eterna, nos acompañará por siempre jamás.
Jesús Lens
En memoria de Javi, que siempre seguirá formando parte de la banda de Calibre .38
Conocí a Javi en la feria del libro de Bilbao, y ese breve tiempo con él fue suficiente para percibir todo lo bueno que llevaba dentro. Se acercó a mí cuando era una desconocida, y tuvo palabras amables que nunca olvidaré. Cuánto lo siento, de verdad te has ido…? Demasiado pronto, demasiado por sorpresa. Lo siento, lo siento mucho….
Tengo muy presente cuando nos conocimos. Fue en la BCNegra 2013, en una mesa moderada por Rosa Ribas y estabas con Jon (a los del norte os solían poner juntos). Al finalizar la charla, me presenté y hablamos. Conocías mi blog y lo leías, en eso me ganabas ya que yo aún no había leído nada tuyo. Siempre has ido por delante, incluso en este trance no has dejado de hacerlo, como para marcar el camino y esperarnos al final, guardando mesa. Allí nos encontraremos. Sigue escribiendo mientras tanto. Un abrazo.
Todos nos vamos, y no precisamente porque queramos hacerlo. Tenenos que irnos y…ya! Javi, creo que tu marcha ha sido demasiado pronto. No cabe la descortesía, impensable en una persona como tú, supongo que una obligación ineludible (Goyco, el Atleti) te han apartado de nosotros.
Seguro que en Girón nos veremos de nuevo, con tus cuñados, los amigos, Ricardo y…alguno más tomando vinos y charlando de negra sin hacerlo.
Hasta siempre, Javi, un abrazo