Novela: «Blanco inmaculado», de Noelia Lorenzo Pino

blanco-inmaculadoRicardo Bosque

Hace ahora casi un año, finalizaba la reseña de Animales heridos, la anterior novela de Noelia Lorenzo Pino, expresando mi malestar por la posibilidad de que aquella historia pudiera ser el final de la serie protagonizada por el tándem Chaissereau-Macua según dejaba caer la autora en el apartado de agradecimientos. Pero, afortunadamente para los lectores, Noelia parece haberse tomado simplemente un descanso con su pareja habitual, pues en la novela que nos ocupa en esta ocasión, Blanco inmaculado, se les menciona en un par de ocasiones, en una de ellas como los encargados de una investigación secundaria a la principal.

Dicho esto, entramos en harina (blanca también, por cierto) para hablar de esta nueva novela en la que, con cambio de editorial, nos llega también un cambio en la pareja protagonista, uno de sus puntos fuertes: Lur de las Heras es una oficial de la Ertzaintza en situación de baja por una rara enfermedad degenerativa que se ve impelida a incorporarse a la investigación de un asesinato cometido en una caserío aislado cercano a Irún, la Tijuana vasca; por su parte, Maddi Blasco es una simple patrullera con instinto que comienza como chófer de Lur para terminar siendo clave en el desarrollo de la trama para disgusto (e insana envidia) de su marido, también patrullero con aspiraciones a entrar un buen día en alguna brigada criminal.

En el centro de la trama, los Fritz, una familia o comunidad que echó a rodar en los años setenta en Ibiza, cuna de la moda Adlib, sobreviviendo con la venta en mercadillos de la ropa de ese blanco inmaculado que confeccionaban a mano y que da título a la novela y que, con el paso de los años, se ha convertido en una factoría con nueve casas distribuidas por toda España y que vende su producción no solo en mercadillos sino a través de medios tan actuales como Internet, a pesar de que sus integrantes tienen un toque amish que les obliga a mantenerse al margen de las nuevas tecnologías.

En una de esas casas, la de Irún, conviven quince miembros, hombres, mujeres y niños perfectamente jerarquizados en una pirámide en la que -qué cosas- los hombres ocupan la cúspide y las mujeres y niños están en la base. Una convivencia pacífica en apariencia, en una observancia estricta de las normas impuestas por la secta, que salta en pedazos cuando uno de sus miembros aparece asesinado tras declararse un incendio en su caserío.

¿Y cómo se investiga un asesinato cometido en una comunidad tan hermética como la de los Fritz? Pues tirando de tacto, el que le falta a alguno de los miembros del equipo de investigación que se siente desplazado por la pareja Lur-Maddi, perseverancia y entusiasmo hasta romper las barreras impuestas por la familia, secta o Famiglia que no hacen sino entorpecer con mentiras y zancadillas el avance de la investigación.

Blanco inmaculado supone un brillante estreno para una nueva pareja de investigadoras que pueden y deben dar mucho juego a la autora, y si finalizaba mi reseña de Animales heridos con la inquietud por la pérdida de una pareja de investigadores, acabo esta con la alegría y esperanza de comprobar que, como se suele decir en las bodas “no hemos perdido a un hijo sino que hemos ganado a una hija”, la formada por Lur de las Heras y Maddi Blasco.

Blanco inmaculado
Noelia Lorenzo Pino
Plaza & Janés

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