
Jesús Lens
El pasado viernes, en Librería Picasso, el escritor granadino Nicolás Díez, a la pregunta de si fijar las tramas de sus novelas en una ciudad con tantas resonancias como Granada es una ventaja o un problema, respondió algo muy interesante: una vez que ‘escribes Granada’, la ves de otra manera. Al escribir sobre sus calles, plazas, edificios y garitos, la recreas. Y esa recreación transforma la ciudad tanto a los ojos del autor como a los del propio lector.
¡Cuánta razón! Cada vez que escribo un artículo sobre Granada, poniendo el foco de atención en algún recodo, rincón o aspecto concreto que miro con ojos nuevos o diferentes, esa Granada en transformación se fija en mi memoria de una forma más o menos indeleble. Cuanto más lees, más descubres la modificación, la evolución del paisaje, del entorno y los personajes.
Son las cosas que tiene un festival como Granada Noir: hablas tanto y con tanta gente, de aquí y de fuera; sobre tantas cosas, que al terminar tienes la sensación de haber hecho un Master multidisciplinar comprimido en una semana.
Por ejemplo, la conferencia que esta tarde impartirá la divulgadora Marta Marne en la misma Librería Picasso sobre la novela negra escrita por mujeres a lo largo de la historia, algo que me parece capital. Y la presencia de Diego Ameixeiras, una de las bestias pardas del noir español contemporáneo. O del arrojo de otro escritor granadino, José Carlos García, que planteará uno de sus misterios granadinos en vivo y en directo, en el bar Moana Poke, en uno de los Encuentros Especiales Cervezas Alhambra que se promete más diferente y original.
En un encuentro como Granada Noir las conversaciones, charlas y presentaciones suceden a tal velocidad que lo de ayer en el Metro con Zanón y Bescós ya es historia y lo de mañana aún parece quedar muy lejos: Empar Fernández y Nuria M. Deaño y sus novelas protagonizadas por un niño que se pierde y un joven que se echa a perder. O lo de Javier Márquez y la mafia italoamericana, lo mucho que ha influido en la cultura popular.
O lo del jueves, con Maria Victoria Cobo hablando de la marihuana desde una óptica periodística con representantes de la Guardia Civil, un thriller que cabalga en el tiempo para conectar el presente de más rabiosa actualidad, incluyendo el acelerador de partículas, con un proyecto de la España de Franco para construir una bomba atómica, como cuenta José Antonio Pérez Ledo, que también hablará de ‘La firma de Dios’, un podcast alucinante. Y una trama sobre la corrupción y, de nuevo, la marihuana, trufada de reflexiones sobre el periodismo y la paternidad gracias a los ‘Jazmines torcidos’ de Quico Chirino.
Y está el Premio Granada Noir de este año. Puede parecer chovinista premiar a autores y artistas de Granada, pero Juan Madrid, uno de los padres de la novela negra española, es irreprochable. ¿Y qué decir de Juanjo Guarnido y Juan Díaz Canales, padres de ‘Blacksad’?
En el mismo sentido, ‘nuestros’ Sergio García y Lola Moral y el guionista Antonio Altarriba son auténticos cracks en lo suyo. Cuando pasen por una librería, cojan su álbum más reciente, ‘El cielo en la cabeza’, publicado por Norma Editorial. Sólo miren la portada y recréense en cada detalle. Una vida entera está ahí compilada, entre sueños, viajes, anhelos y paisajes. Y si abren el cómic y empiezan a verlo y leerlo, ya no podrán soltarlo. Es duro, ojo. Muy duro. Pero si hay un libro que ahora mismo se merece llevar el distintivo de ‘Imprescindible’, es este.







