Veinte años después de su primera publicación en Algaida, Real Noir, la colección de novela negra dirigida por Carlos Salem, reedita “Lluvia de níquel”, la novela negra de José Luis Muñoz que ganara el premio Francisco García Pavón. Las andanzas del vendedor de seguros Mike Demon, atrapado en esa ciudad que es un espejismo en el desierto y que nunca duerme, Las Vegas, tiene así una nueva oportunidad de reencontrarse con sus lectores.
Mike Demon es un vendedor de seguros que pasa la vida en la carretera y odia el juego por oscuras razones familiares. Una avería en su automóvil le llevará hasta Las Vegas, y su profundo desprecio por la meca del juego se irá convirtiendo en fascinación, hipnotizado con el neón de sus luces y el tintineo de las monedas en las máquinas de juego: la lluvia de níquel.
Lluvia de níquel es una novela envolvente y atmosférica sobre la pasión destructiva del juego y la soledad entre multitudes, la crónica del descenso a los infiernos de un personaje sin redención posible, con la que José Luis Muñoz rinde tributo – como ya lo hiciera en Mala hierba o en La frontera sur– a los maestros del género negro norteamericano. La falsa alegría de Las Vegas, paradigma de la doble moral norteamericana, es retratada aquí como una tentadora Babilonia en medio de una sociedad calvinista y en una época en la que el país debe decidir entre el liberal Dukakis y el conservador Bush padre. Un relato duro y sin concesiones que narra un viaje a la parte más oscura del ser humano.
“José Luis Muñoz ha conseguido que el calor del desierto se te meta dentro, que te sientas morir cuando la ruleta gira y la bolita va saltando de casilla en casilla o que disfrutes con algarabía cuando un pobre diablo alinea las tres cerezas en una máquina tragaperras que empieza a vomitar, generosamente, una lluvia de monedas que otras decenas de desgraciados han ido depositando en esos ladrones de metal, vampirizadores, chupasangre y roba-almas”. (Jesús Lens)
“En sus páginas, el autor describe a la perfección el sonambulismo, desorientación y ‘vampirizamiento’ que sufren los jugadores de máquinas tragaperras en los casinos de Las Vegas, donde no hay ventanas ni relojes para que se pierda la noción del tiempo, las copas son gratis y la comida muy barata. Llama la atención en la novela el que los pobres diablos se tiran horas y horas jugando con máquinas mecánicas, de palanca y de composición muy simple: tan sólo tres rodillos de frutas; el premio máximo son las tres cerezas”. (Juan Bas)
“El mundo de La Vegas es un mundo irreal, incontrolable; un mundo que nada tiene que ver con los parámetros habituales. Esta condición de alegoría de lo irreal es la única explicación de ese laconismo narrativo que inquieta al lector. Los sesenta y cuatro capítulos que integran la obra son de una brevedad inexplicable. Poco más de dos páginas, y en muchos casos menos, sirven de crónica para reflejar momentos dramáticos. Todo es una cadena literaria, imparable, acorde con la vorágine ludópata que acosa a Mike Demon”. (Nicolás Miñambres)
“Una joya del género negro que revela del alma humana más de lo que nos convendría saber”. (Carlos Salem)







