Sergio Torrijos Martínez
Lloyd Hopkins, sargento de la policía de Los Ángeles, es violento y mujeriego, pero tiene otros factores que todavía no aparecen en la idea literaria del autor, no es corrupto o sanguinario, no tuerce la ley a su favor o al menos no lo hace aviesamente, es un producto inicial de lo que será más tarde la factoría Ellroy. Pese a que es una novela del angelino no es el mismo autor que todos tenemos en mente.
Es una novela inicial del ciclo de tres obras con este protagonista, es una obra del año 1984, muy inicial en la novelística del autor e incluso se permite el lujo de poner a un asesino en serie en acción, pero no es el mismo asesino que otros autores explotaran hasta la nausea. Aquí hay algo más iniciático, más de andar por casa, más de exploración de lo que sería un estilo literario y sobre todo no es un asesino en serie que atormenta a todo el departamento de policía y es inteligente a más no poder y exagerado en todos los factores. Ellroy encara ese fenotipo de criminal como uno más, puede que más astuto, pero no desde la excepcionalidad que más tarde nos han inyectado por medio de miles de libros, series y películas.
Se ven cositas que más tarde se llevarán a su máximo nivel como la exagerada ansiedad por el sexo, en la novela es un factor importante en el sargento Hopkins, pero todavía no es determinante, todavía no es el leiv motiv de tantas barbaridades que más tarde escribirá y que probablemente se acerquen más a la realidad a pie de calle.
Hopkins en un buen policía, algo estrambótico, pero sumamente hábil en la búsqueda del delito y por el hecho de ser un buen policía descubre, a través de noticias variadas, una red de crímenes que tienen denominadores comunes, curiosamente es el único capaz de unir los puntos. En esa unión aparece tomar sentido todo el relato y se esconde el asesino que Hopkins debe detener. Ahí aparece otro de los elementos más importantes del autor angelino que es la persecución de un fin mayor y el empeño en conseguirlo, sean cuales sean las consecuencias. Ese es un punto importantísimo porque llevará a los protagonistas a un punto de no retorno, al éxito absoluto o la debacle y en ese estrecho filo es donde, años más tarde colocará a sus personajes y ahí me viene a la mente una frase mítica del autor:
“Si no estás en el filo es que estás ocupando demasiado espacio”
Perdonen que no recuerde de que novela es la cita pero es algo que tengo siempre presente cuando leo al autor.
Es una obra que se lee con gusto y se disfruta porque ya se nota que es un buen escritor, se vislumbra que hay mucho más detrás de esta novela y es la idea literaria del autor que ya todos conocemos. Si pudiera acercar a alguien a este autor le diría que comenzará por esta novela y luego fuera pasando a las siguientes, pero claro eso para nuestros lectores es ya complicado, pues todos o casi todos ya hemos leído algo de este autor.
En resumen merece la pena la lectura, una buena novela policíaca de verdad. Se nota que sus influencias son clásicas, sus policías son de verdad, lo que ocurre en la novela es lo que veía que pasaba en las calles de su ciudad y eso le da un poso de verosimilitud que impregna todo el relato. Me resulta curioso que veo algo de Hopkins en el Harry Bosch de otro imponente autor de novela policíaca, noto que tienen como un poso en común, como unas influencias muy afines pese a mostrar realidades diametralmente opuestas y el desarrollo de estos dos autores no pueden ser más opuestos, personalmente me quedo con Ellroy pero nunca despreciaría una novela de Connelly.
Sangre en la luna
Júcar
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