Cine: «The Gentleman: los señores de la mafia»

Teresa Suárez

Mickey Pearson (Matthew McConaughey), afamado capo de la droga (solo marihuana porque alegra la vida pero no destruye a las personas hasta convertirlas en guiñapos sin alma), rey león de la jungla londinense, quiere vender su emporio para disfrutar de una vida placida junto a su esposa.

La noticia de la jubilación de Pearson, que corre como la pólvora por los bajos fondos, desata una riada de pactos, conspiraciones y chantajes, en los que se verán involucrados narcotraficantes rivales, periodistas, y hasta “unos que pasaban por allí”, que confundiendo con debilidad una decisión muy, muy meditada, entran en liza para hacerse con el mercado de la grifa en la capital británica.

¿Han visto la campaña publicitaria de El Corte Inglés, con Antonio Banderas a la cabeza, cuyo eslogan reza “Todos los hombres, todas las marcas en un mismo lugar”?:

Ahora compárenlo con el cartel de The Gentlemen:

¿Lo ven? Pues sí, el especial cuidado por la moda es una de las marcas de la casa del cine netamente varonil de Guy Ritchie.

Porque, y esto no es una crítica, es una obviedad, Guy hace cine de pub o club exclusivo para hombres. No obstante es consciente de que debe adaptarse a los nuevos tiempos, por eso, aunque se resiste a relajar el estricto código de vestir de traje y chaqueta característico de estos locales, de vez en cuando admite la presencia de una mujer en sus tramas pero sin permitir jamás que las damas dejen de ser un mero elemento decorativo, algo que, dicho sea de paso, no le resulta demasiado difícil ya que la delgadez extrema que lucen las elegidas impide que casi se las vea cuando se ponen de perfil (las piernas de Michelle Dockery, que interpreta a la esposa de Mickey Pearson, dan autentica grima).

Un astuto gánster americano que se comporta como un autentico gentleman inglés, su consiglieri bello y rubio como la cerveza, la entusiasta esposa del astuto gánster americano que se comporta como un autentico gentleman inglés, el jefe sénior de la mafia china, el aspirante junior a derrocar al jefe sénior de la mafia china, el multimillonario capo judío estadounidense y sus “perros” del Mossad, un mafioso ruso, un reportero sensacionalista y bocazas con diarrea verbal, el jefe del periódico para el que trabaja el reportero sensacionalista y bocazas con diarrea verbal, un profesor de boxeo que entrena a jóvenes desfavorecidos, el grupo de jóvenes desfavorecidos que no hacen demasiado caso a su Coach…

¡Bufss! Pues así durante 113 minutos en los que el normal discurrir por la película en ocasiones se enlentece debido a la formación de bancos de tedio que, si bien no impelen al abandono de la sala, sí animan al espectador a perderse en sus propios pensamientos.

Histerismo, violencia, tacos, muchos tacos (fuck you, fuck, bollocks, dumbass, motherfucker, knobhead), boxeo, acción frenética, payasadas varias que buscan distender con un intervalo cómico una tensión dramática que brilla por su ausencia, y tantos giros de guión que terminas pidiendo a gritos una biodramina. O dos.

A este director británico le priva hablar de su universo cockney (habitante de los bajos fondos del East End londinense) utilizando la técnica de rodaje llamada plano secuencia pero no aplicada a la imagen (una acción que empieza y termina sin que la cámara corte en ningún momento) sino al sonido, porque si algo caracteriza a sus protagonistas, hiperactividad aparte, es una verborrea incontrolada, casi sin pausas para tomar aire, que agota mentalmente al espectador. Es lo que yo llamo historias “cotorras” porque los personajes se pasan más tiempo hablando sobre lo que deben hacer, sobre lo que hay que hacer, sobre lo que van a hacer, que haciéndolo.

Me reí mucho con Snatch: Cerdos y diamantes (sobre todo por Brad Pitt y su papel de boxeador gitano). RocknRolla me entretuvo. Su Sherlock Holmes me resultó insufrible (¡y eso que lo interpretaba Robert Downey Jr.!).  Con El Rey Arturo: la Leyenda de la espada, protagonizada por  Charlie Hunnam (que vuelve a repetir en The Gentlemen), fracaso de crítica y público (el film costó 175 millones de dólares y solo recaudó 148 millones), confieso que disfruté.

Que mi relación con este cineasta venga de lejos, probablemente ha hecho que encontrara The Gentlemen algo repetitiva.

Pero puede que aquellos que se acerquen por primera vez al cine de Guy Ritchie se lo pasen pipa. O no.

Decidan ustedes.

Para terminar, mi aportación a esta peli de hombres es la banda sonora y elijo para la ocasión a una mujer, Shania Twain, reivindicando sentirse como tal: Man| I feel like a woman.

¡Que lo disfruten!

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