No hay nada tan placentero como ir a ver una película en la que tienes puestas tus más altas expectativas y que las supere sobradamente. Eso me pasó el domingo con ‘Golpes’, una genialidad de Rafael Cobos que, si usted no me hizo caso el martes pasado y aún no la ha visto, ya tarda. Porque es un peliculón descomunal, radicalmente diferente a cualquier otro. Y en eso radica, también, el buen sabor de boca que me ha dejado una cinta esperada y ansiada como pocas.
No sé si ha oído usted algo sobre ‘Golpes’, de la que se ha llegado a decir que entronca con el famoso ‘cine quinqui’ de aquellos años 80 del pasado siglo, con El Torete, El Vaquilla y otros especímenes semejantes. Y no. Ya les digo que no. Que comparte un marco temporal y el hecho de que parte de los protagonistas rocen el lumpen y se dediquen a la mala vida, entre los atracos y las drogas. Pero ya está, que la ética, la estética y las motivaciones de los personajes escritos por nuestro Fernando Navarro y por Rafael Cobos son únicas e incomparables.
No se olviden de que Rafael Cobos es guionista de ‘Grupo 7’ y ‘La isla mínima’, entre otras muchas grandes películas. Y que en ‘Golpes’ escribe junto a Fernando Navarro, guionista de ‘Segundo Premio’, por ejemplo. ¡Casi nada al aparato!
Ya que hablamos del guion, resaltemos la soberbia creación de personajes que han hecho ambos escritores, empezando por Sabino, interpretado por un Luis Tosar más contenido y, quizá por eso, más delicado y vulnerable que nunca; y por su hermano pequeño, Migueli, al que Jesús Carroza aporta las necesarias dosis de carisma y de intensidad que su fogosa personalidad pide a gritos.
Eso, por cuanto a los dos grandes protagonistas. Pero es que sus ‘partenaires’ femeninas, Cristina Alcázar y otra de las ‘nuestras’, la granadina Teresa Garzón, están igualmente soberbias. Son mucho más que ‘las parejas de’, desde el punto de vista del desarrollo de sus personajes. De hecho, nos encantaría conocer qué es de sus vidas una vez que termina la película.
Y están los secundarios. Son los que conforman la banda del Migueli y ahí también hay talento granaíno a raudales, que Mafo y Cristalino siguen escalando en sus respectivas carreras como actores gracias a sus papelazos en ‘Golpes’. Y no. No piensen que me dejo cegar por un chovinismo granadinista mal entendido. Es que sus papeles pueden ser cortos en minutaje, pero ambos llenan la pantalla cada vez que salen.
El diseño de producción y la fotografía son maravilla también, empezando por la ropa interior de los personajes. Y por sus abrigos. Y por las calles, claro. Y por las oficinas bancarias, los bares y otros garitos. Van a flipar con el cambio de luz entre unos y otros momentos, de los que no les hablo para no hacer nada parecido a un spoiler, que la luminosidad cegadora enfrentada a la oscuridad tenebrosa tiene mucho protagonismo. Como la también intensa, e inmensa, banda sonora de Bronquio.
‘Golpes’ es una película única y diferente que, partiendo de un género clásico como es el de los atracos, nos cuenta otra(s) historia(s), igualmente apasionante(s), enraizada(s) en lo más hondo de nuestra historia y de la historia de la humanidad. Es una película atemporal e inconmensurable llamada a convertirse en todo un clásico. En concreto, el peliculón que cerró el primer cuarto de un siglo XXI excepcional por cuanto al cine negro español y andaluz.
Jesús Lens








