«Que nadie se mueva», de Denis Johnson, por Francisco J. Ortiz

Que nadie se mueva:

Y si se mueven, mátalos

Francisco J. Ortiz

UNO Lo que es un servidor, apuesta sin ningún género de dudas por las colecciones editoriales de autor; esto es, aquellas cuyo creciente catálogo está en manos de un solo individuo con un criterio de selección que, nos parezca mejor o peor, será como las tarjetas de crédito: personal e intransferible. Todavía me duele recordar aquella Calle Negra que para La Factoría de Ideas dirigía con tanto acierto David G. Panadero y que apostó en un primer lugar por reivindicar la novela negra patria -uno de los intereses confesos de su máximo responsable- publicando al maestro González Ledesma, la trilogía de Pulido y Galeote de Mariano Sánchez Soler, una rara avis (cinematográfica y bizarra, no podía ser de otra forma) de Carlos Aguilar o al recientemente fallecido Carlos Pérez Merinero, y que luego se convirtió en el cajón de sastre noir de la editorial, donde meter cualquier best seller susceptible de serlo (ambas cosas: noir y best seller) que pudiera pescar el departamento encargado de adquirir los derechos de publicación en nuestro país.

DOS Por esa razón, cruzo los dedos cada vez que la excelente, gozosa e indispensable Roja & Negra que edita el grupo Random House Mondadori y que dirige el argentino afincado en Barcelona Rodrigo Fresán distribuye un par de títulos. El último en el momento de escribir estas líneas, este Que nadie se mueva de Denis Johnson, con el que la colección alcanza su entrega diecinueve. Una colección que se desnudó ante el público como tal cuando ya tenía casi una decena de títulos en su haber, que fueron redistribuidos con la numeración correspondiente y nuevas cubiertas en rojo y negro (y blanco). Una colección que nos ha descubierto a un genio como Jake Arnott, a un autor que debería ser, este sí, un best seller de calidad como Michael Marshall, y a un clásico de apenas veinte y pocos años como Michael Koryta. Y a Don Winslow y El poder del perro. Ahí es nada. Una colección que, ahora que nos habíamos acostumbrado a sus espléndidas cubiertas (ver una en la estantería de nuestra librería favorita era ya una recomendación por sí misma), vuelve a cambiar de diseño. Desconozco la razón, pero seguiré leyendo todo lo que publique bajo dicho sello venga con el envoltorio que venga.

 


TRES Muchos de los títulos de Roja & Negra arrancan con una presentación de Fresán, articulada siempre como esta nota, en párrafos numerados. Que nadie se mueva no es una excepción, y en su prólogo el autor de Historia argentina la hermana con las ficciones autoconscientemente pulp, sean literarias o audiovisuales, de Elmore Leonard y Quentin Tarantino. También nos recuerda que Denis Johnson es un autor de culto: en efecto, se le recuerda como el autor de Ángeles derrotados, Hijo de Jesús o Árbol de humo; libros muy diferentes entre sí pero que juntos han acabado encumbrando a su autor y lo han situado en esa nómina de escritores alabados por minorías de lectores consecuentemente ruidosas en la que también encontramos a Salinger, Pynchon, Ballard o Vila-Matas.

CUATRO Teniendo en cuenta esto, no es difícil adivinar que buena parte de la crítica (esa crítica que no encontrarán en esta sacrosanta casa, claro está) despachará una obra como Que nadie se mueva como una obra menor, un divertimento de andar por casa cuyo destino máximo pueda ser que algún productor avispado compre los derechos para llevarla al cine y le reporte suculentos dividendos al bueno de Johnson. Usted, si está leyendo esto y por tanto ha ido a parar a esta publicación especializada, no es sospechoso de ser uno de aquellos mentecatos a los que ya se refería Chandler, y podrá disfrutar de la obra que nos ocupa como lo que es: literatura de primer orden, como lo es la de Hemingway, Faulkner… o Jim Thompson.

CINCO Llegado este punto, soy consciente de que hemos hablado más de la colección, de su director y de los mentecatos que de la novela en cuestión. Mejor: cuanto más virgen se llegue a su primera página, más se disfrutará de una odisea rápida y muy física, la de Jimmy Luntz, un loser como Dios manda, cantante en un coro masculino y jugador compulsivo, que tiene la mala fortuna de huir después de disparar pero no matar a Gambol, un pistolero a sueldo que lo perseguirá por toda la Costa Oeste de Estados Unidos. ¿Suena a algo ya visto y leído otras muchas veces? Pues así es, pero si por ser autoconsciente y referencial, y por beber de los clásicos del género, Que nadie se mueva no pasa de ser un (bendito) divertimento, también lo serán las mejores novelas de Lawrence Block o las mejores películas de Martin Scorsese. Quien esté libre de pecado, que le tire la primera piedra a Denis Johnson.

Que nadie se mueva
Denis Johnson
Trad.: Javier Calvo Perales
Mondadori

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