No es muy frecuente encontrar novelas bestias, de brutalidad atrayente y de una mirada mordaz y salvaje a lo que nos rodea, por eso llama tanto la atención esta novela.
¡Una maravilla!
Argentina y argentinos, lenguaje muy suyo, expresiones porteñas, Buenos Aires, dictadura e hijos de puta, la mezcla no puede ser peor o mejor según se mire.
Colocar una novela negra, negrísima, en mitad de aquellos años y aquellos hechos, es de gran atrevimiento, no deja indiferente a nadie. Pongámosle que el ser humano tiene sus zonas grises y que en ciertas circunstancias inciden aún más y que la brutalidad forma parte del comportamiento de ciertos estamentos, lo agitamos y el cóctel resultante es un territorio que parece un frente de batalla. Verdum, Ypres o el Somne eran igual de peligrosos que pasear por ese Buenos Aires. En mitad de la novela el autor cita un par de novelas sobre el género humano y la dictadura, novelas que han causado estupor por su crudeza y realidad, pero personalmente la presente me ha causado más turbación que las citadas, seguramente por dos motivos: por el ambiente negro que crea el autor y por esa sensación de familiaridad y de vivir en mitad de la locura, que se prolonga tanto que ya no le prestamos atención ni la consideramos algo anormal.
Pero la novela es mucho más, es una novela de género de una pieza, es una investigación criminal de primer orden y son unos personajes de calidad encomiable.
El personaje del inspector Lascano es una delicia, su amigo el forense otra similar y de ahí en adelante. No se desperdicia nada, no da puntada sin hilo. Todos los personajes de la novela están perfectamente caracterizados, con truculencia, con carnosidad y con el jugo tan especial que dotan los buenos novelistas a sus creaciones.
Además, la conjunción novela negra y argentinos no puede ser más interesante, parecen piezas de una Katiuska que perfectamente se ensamblan entre sí. Un gran acierto del escritor es recrearlo con su lengua, con sus maneras porteñas y con sus expresiones, y otro acierto de la editorial es no poner ni una nota sobre ellas. Por cierto, y hablando de editorial, es encomiable la labor de Siruela con esta novela, un acierto con letras mayúsculas la presente edición, es por estos libros por lo que es preciso agradecerle su labor editorial.
Si quieren una buena novela, si desean una experiencia un tanto bestia, si les gustan los tipos duros, los malos de verdad, los argentinos, los represaliados, los represores, está es su novela. Aseguro, con rotundidad, que gustará a quien la lea.
Crimen en el Barrio del OnceErnesto Mallo
Siruela
Vaya reseña, me ha hecho ruborizar. Se agradece.
El «castellano del Río de la Plata» es violento en sí mismo como lenguaje: duro, seco (una amiga sudafricana me comentó eso mismo acerca del habla porteña), árido y sin dulzuras. El lenguaje de un policial negro, negrísimo, con protagonistas tan violentos como la lengua que hablan. Mallo es un magnífico ejemplo de cómo espantar desde el texto mismo, aún antes de meterse en la historia.