Destaca Luisgé Martín (Madrid, 1962) tanto en el campo del relato —Los oscuros y El alma del erizo— como en la de la novela —La dulce ira, La muerte de Tadzio, galardonado con el premio Ramón Gómez de la Serna, Los amores confiados, Las manos cortadas, La mujer de sombra y La misma ciudad, así como el libro de viajes Donde el silencio, galardonado con el premio Llanes—. En Todos los crímenes se cometen por amor recopila algunos de sus últimas incursiones en el terreno del cuento.
La calidad narrativa de este libro de relatos se hace patente desde el primero de ellos, que da nombre al volumen, una historia rocambolesca que el autor enlaza con el asesinato de Kennedy con maneras de prestigiador. En El otro, con ironía cruel, trata del doble literario de un escritor, un autor anodino del que éste apenas se acuerda y que comparte su mismo nombre. En Las playas de hielo, a través de un relato protagonizado por víctima y victimario, hay un ajuste de cuentas con el pinochetismo. En Limardo de Toscana sigue las andanzas de un singular psicópata asesino. Que calle para siempre aborda una dramática historia de pasión homosexual recién acabada la incivil guerra. Del ingenio y de su guardarropía, quizá el menos interesante, versiona la fábula del rey desnudo. Los años más felices, que ganó el premio Antonio Machado, es, sin lugar a dudas, pese a su brevedad, de los mejores del conjunto, en el que se siguen las andanzas de Doris y su amante que organizan un curioso servicio de prostitución que funciona en un trayecto de tren durante el franquismo. El libertino invisible es un relato muy british que entra de lleno en el género fantástico. En Los dientes del azar, muy cortazariano y galardonado con el premio Mario Vargas Llosa, la concatenación de acontecimientos aleatorios conduce a su protagonista, a conocer a Mikel, y a través de él a un terrorista que está a punto de asesinarle.
Son los relatos que componen este libro piezas ingeniosas y originales y muy dispares en cuanto a género y tema, pero hay en ellos siempre, como recurso común, un vuelco inquietante en la narración que desconcierta y sorprende. Domina Luisgé Martín, utilizando una prosa ajustada y elegante, los resortes del cuento para llevar al lector a su campo y sorprenderle siempre con un golpe de efecto. La primera persona, que utiliza en buena parte de ellos, y el hecho de que algunos lo protagonicen escritores, hacen de su metaliteratura un motivo más de enganche y de gozo.
Todos los crímenes se cometen por amorLuisgé Martín
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