«La muerte de Amalia Sacerdote», de Andrea Camilleri, por José Luis Muñoz

amalia sacerdoteJosé Luis Muñoz

Está considerado el siciliano Andrea Camilleri, guionista y director de teatro, una de las voces más prestigiosas de la literatura negra italiana que ha dado nombres notables al género— Leonardo Sciascia, sin ir más lejos, y también siciliano — que tiene argumentos sobrados por la eterna relación entre mafia y poder político que dan mucho juego literario. Es mundialmente conocido su personaje el comisario Montalbano, un guiño que este octogenaria escritor italiano hizo a nuestros querido y ausente Vázquez Montalbán, pero en su novela La muerte de Amalia Sacerdote, que no es lo mejor que ha salido de su cabeza y pluma, no está presente y el argumento de esta breve novela gira en torno al mundo de la información y las finanzas sacudido por el asesinato de la hija de un prohombre.

Soy de los que considera que una novela negra tiene que tener un escenario definido, unos personajes creíbles, a los que el lector vea y entienda, y una trama que enganche en su clímax para que la lectura progrese y el libro no se cierre antes de llegar a la página final. Ninguna de esas virtudes está en el libro de Camilleri, de trama confusa —no es el lector poco atento sino el autor el culpable de ello, que no la sabe explicar—, personajes inexistentes —no hay uno solo que podamos ver y con el que consigamos establecer una mínima empatía—, y es absolutamente anticlimática —a nadie, ni al autor, parece importarle quien asesinó a Amalia Sacerdote —hasta su desenlace.

Camilleri parece pedir disculpas a los lectores en una nota al final del libro afirmando que nunca ha pisado la RAI, sino para ser entrevistado, no sabe cómo funcionan las entidades bancarias, tampoco tiene ni idea de cómo funcionan los despachos judiciales, etc. etc. Ni él ni muchas personas. Pero cuando uno se pone a escribir novela negra tiene que tener la suficiente habilidad para que todo eso no lo note el lector, o no le importe por lo apasionante del argumento o su calidad literaria, lo que no es el caso de esta breve novela llena de diálogos absolutamente aburridos, insustanciales e innecesarios.

La muerte de Amalia Sacerdote ganó el II Premio de Novela Negra RBA, uno de los más prestigiosos del mundo, así es que posiblemente estoy muy equivocado.

La muerte de Amalia Sacerdote
Andrea Camilleri
RBA

13 comentarios en “«La muerte de Amalia Sacerdote», de Andrea Camilleri, por José Luis Muñoz

  1. La novela tiene 200 páginas. Aguanté hasta la 100 y lo devolví a la biblioteca. De acuerdo en todo. No es novela negra. ¿El resto de Camilleri qué tal? ¿Algún libro por el que empezar?

    • Yo no llegué ni siquiera a la 100 y eso que soy más bien «camillerista» y le di dos oportunidades. ¿Algo recomendable? Cualquiera de la serie Montalbano, por ejemplo de las primeras «El perro de terracota», «El ladrón de meriendas», «La excursión a Tindari»…

  2. Totalmente de acuerdo, querido José Luis. Yo, confiando en el premio, compré la novela y, lo siento, pero es una de las peores cosas que he leído de Camilleri. Y que conste, como autor aprendí mucho de él y me siento un «camillerista rabioso». Pero lamento confirmar que las últimas obras han ido cayendo en picada en lo referente a ese mundo que él, en sus mejores libros, supo apresar. Lo triste es que yo conozco dos libros de otros amigos comunes, bastante conocidos, que se presentaron a ese premio y son absolutamente superiores a esa novela, así que yo lo digo claro: eso me confirma la hechura comercial tras ese veredicto. Como soy defensor del mundo del libro y de la necesidad de venderlos para seguir produciendo nuevos libros, espero que hayan vendido lo suficiente para recuperar el monto invertido y que haya sido antes de que los lectores descubrieran el timo que es esa novela. Siento ser así de duro, y quizás sea por declaraciones como estas que hace ya varios años nadie me tiene en cuenta en eventos y demás, aunque mis libros se siguen publicando. Como detalle final: jamás he mandado a ese premio, pues no olvido que el mismísimo Manolo Vázquez Montalbán, en Madrid, me dijo: «no hay que confiar en ningún premio inflado de pasta.» Y otro detalle, aún sin valorarla dentro del género en el que ganó el premio, es una mala novela.

  3. Pues yo sigo diciendo que «La muerte de Amalia Sacerdote» es una novela de un ingenio increible, en su realización (el narrador apenas aparece, más del 90% es diálogo, no en vano Camilleri es director de teatro), en su intriga, en la creación de personajes, en inventar tramas muy cercanas al lector (y no digo siciliano, también español, francés, cubanos, norteamericano, alemán… mafias las hay en todos los lados), etc. Eso a parte de que los «premios» sean obra de mafias también, los de muchas pelas y los de pocas (qué decir de esos municipales, locales, de casinos de no se donde, de clubs que hacen esto y lo otro…) Decir de un escritor/a que ha ganado tal premio es mosquearse con ese/a escritor/a. ¡Cuantas otras narraciones nos hemos metido al cuerpo con menos ingenio pero perdonando porque se trata de «un divertimento»!

  4. Me reafirmo en decir que, al margen de negra o fucsia, «La muerta de Amalia Sacerdote» es una mala novela, no engancha en ningún momento y no tiene personajes. Una novela sin personajes no funciona. Yo no vi ninguno y no me interesó en lo más mínimo. Que sea negra o no lo sea es lo de menos. Imagino que RBA le pediría una novela para premiarla y el bueno de Camilieri envió la peor que tenía en el cajón

  5. Querido Enrique, en honor al respeto que te tengo voy a bajar el tono y a jaranear con algo que en Cuba usamos mucho. Se trata de un dicho que dice: ¡Coma mierda! Tantas moscas no pueden estar equivocadas. Yo, como dije, fan de Camilleri, me sentí ofendido por la publicación de algo así y, te lo confieso, tuve mis dudas sobre si estaba siendo o no demasiado exigente. Pero me sentí más tranquilo cuando veo el aluvión de notas negativas que le llueven a esa novela desde todas partes: además de las críticas en lengua española que abundan en cualquier lado de internet, según varios colegas periodistas italianos La rizzagliata (que es como se publicó en italiano) tiene el mérito de ser una de las novelas con peor crítica de ese autor en Italia. Como sabe todo el que me conoce, me fascinan las técnicas narrativas y al menos en los tres elementos generales de una narración esta novela está llena de pifias absolutamente demostrables, para no hablar de que la edición española está llena de errores elementales en el plano del lenguaje, lugares comunes, por ejemplo. Pero repito, una novela no me va a quitar del altar a Camilleri. Todos los escritores, aunque nos neguemos a reconocerlo, escribimos algún que otro bodrio (al menos así yo veo algunos de mis libros). Un abrazo.

  6. Hasta ahora lo único que se ha dicho sobre lo «mala que es la novela» es que uno no puede pasar de la página 100, que otro no ha llegado a la 100, que no tiene personajes (sic)… ¿Qué debe tener una novela para ser mala o buena? Eso es lo que se busca: explicaciones, no sentimientos apoyados en la nada. Sigo diciendo: «La muerte de Amalia Sacerdote» es una novela donde los personajes son de carne u hueso, como el camarero que me pone los vinos y como el que se bebe los vinos. Una trama que de irónica (posiblemente deberíamos de recordar que Harold Bloom afirma que sin ironía no hay novela) sobresale literariamente. Una novela en la que el narrador (y esto es una gran novedad, si bien no la inventó Camilleri, pues hemos de recordad «La Celestina») apenas si existe: son los diálogos los que construyen la trama, inteligentemente montada. La ironía no se queda ahí, va más allá: sus personajes son movidos por el egoísmo, por la política (lo que equivale a decir la mafia).
    En cuanto a eso que se dice en Cuba sobre «¡Come mierda! no lo entiendo, debería de llevar una explicación. En España, cuando una compañía va a estrenar una obra de teatro, la gente les desea a los actores «¡Mucha mierda!» que viene a significar «!te deseo suerte!» Yo había oído hablar de «hormigas en la boca…» (buena novela, por cierto) pero no de moscas ni de mierda.
    Saludos y espero que esto no se prolongue más de la cuenta.

  7. Ganar un premio literario no es indicativo de que el libro sea bueno, sino de que los editores quieren vender los libros de un autor. Es más, ¿hay algún premio literario que no esté dado de antemano? Es decir, la cuantía de los premios literarios son un adelanto de las ventas, así que el editor espera recuperarlo con creces y por ese motivo no le van a dar al primer tipo que pase por la calle y escriba bien.
    Conciencia crítica al poder!! Si una novela tiene un premio y nos parece un petardo una novela, pues es un petardo 🙂
    Un saludoooooo

    • Hay bastante unanimidad en calificar esa novela como un auténtico fiasco y una de las peores de un autor quizá sobrevalorado. Ni la trama es interesante, más bien aburrida, ni, repito, vi un solo personaje en la dialogada estructura de la novela, ni, desde luego, cualquier atisbo de calidad literaria. Una novela totalmente prescindible que no llamaría la atención de no ser, precisamente, premiada. Aunque los premios, coincido con Alonso, a partir de determinada cuantía, son todos corruptos y funcionan como adelanto de autor que la editorial casi nunca recupera. Dicho esto, a un autor se le debe juzgar por lo bueno que aporta, no por lo malo, como a los directores (los bodrios de Clint Eastwood superan, por goleada, a sus contadas, cuatro, obras maestras, lo extraño es encontrar a alguien como Kubrick, hablando de cine, o como Dostoievsky, con tantas obras maestras)

  8. ¡Salud!
    A mi la unanimidad me trae malos recuerdos. De todas las maneras, si a 5 les llamamos «unanimidad»… ¿cuántas personas leen Calibre .38? ¿Seis? Supongo Ricardo que son que son muchos más, muchos.
    Otra cosa es lo que diga una editorial, una de las grandes, una de las monopolizadoras, y que, tal vez, por rechazo al monopolio arremetemos contra una novela.
    Hasta ahora, la única crítica aceptable ha sido esa que habla de que dicha novela no tiene un «escenario definido» que sus «personajes no son creibles, que el lector ni los ve ni los entiende», que su «trama no engancha en un climax (la mayor intensidad) para que la lectura progrese». No estoy de acuerdo, pero al menos es una crítica.
    ¡Ah! Si no os habéis coscado, estoy en contra de cualquier autoridad, aunque ésta se muestre unánime.
    Como no quiero repetirme, por mi he terminado.

    • Estoy de acuerdo con José Luis. Es decir, a un autor no se le debe valorar sólo por lo malo, si no por toda su trayectoria. Y no es fácil hacer siempre obras maestras (sólo al alcance de los super genios que has mencionado), pero también hay que reconocer que un autor puede fallar alguna vez, pero si continua haciéndolo… es decadencia, no error.
      Un salduooooo

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