«El escondite», de Ian Rankin, por Sergio Torrijos Martínez

el_escondite_300x458Sergio Torrijos Martínez

Esta es la segunda novela de la serie, en orden cronológico, dedicada al inspector Rebus y se nota.

Se aprecia con meridiana claridad que es una obra de un autor incipiente, en el que cuesta encontrar al personaje que más tarde se desarrollará al completo. El John Rebus que aparece en El escondite tiene un aura mayor de normalidad, no acude presuroso a los bares y ni siquiera ha pisado el mítico “Oxford”. Es un policía que comienza a mostrar lo que más tarde será una seña de identidad.

Resulta muy interesante observar el crecimiento literario de Ian Rankin, que después de leer esta novela se hace aún más grande y más sorprendente por ver cómo ha sabido redirigir al personaje para recrearlo en unas facetas que lo hagan único. También se percibe que el trabajo acumulativo, en torno al personaje, influirá en posteriores obras sobre él, en especial un descreimiento sobre todo y todos que le hará ejemplar.

Rankin irá construyendo, paso a paso, no sólo al personaje sino también al entorno, como por ejemplo las relaciones entre Rebus y sus colegas. Le quitará algo de cinismo en la distancia corta, le sumará más decadencia personal y sobre todo mucho más alcohol y también una música más moderna, algo que es curioso porque en la mayor parte de los casos es a la inversa.

Además hay que sumar el propio escenario, Edimburgo, una ciudad un tanto diferente a entregas posteriores, más cruda en ésta, más de fábrica en proceso de cierre o de minería en curso de reconversión que afecta al territorio y a sus pobladores de manera radical.

La acción se inicia con el descubrimiento de un cadáver en una casa ocupada. Lo que en un primer momento parece un sencillo caso de sobredosis tomará más densidad tras investigarlo en profundidad y lo que surge de todo ello tendrán que averiguarlo ustedes porque de otro modo les destrozaría la lectura.

En mitad del argumento se le suma a la narración los estratos más tirados de la sociedad escocesa, yonquis, chaperos, prostitución infantil, todos ellos reunidos en los barrios más castigados y deprimidos de la ciudad.

La obra tiene un estilo muy propio de Rankin, quizá todavía por refinarse pero ya se atisban las claves de lo que será su marca. Se pensará más en el fondo que en la forma, buscando que la novela policíaca sea un cauce para contar una historia con un trasfondo más que recrearse en el preciosismo de la prosa.

Lo más destacado de la novela, en mi humilde opinión, es la concepción de una investigación policial, la idea de trocear en partes minúsculas todos los elementos influyentes hasta hacerlas entendibles y desde ese momento examinarlas una a una, para así, con carácter general, entender al completo la sucesión de actos.

La novela es mejor cuanto más avanza, la parte final de la investigación es, sin duda, la más interesante. El final, en cambio, es un tanto simplón.

La obra sirve muy bien para entender a un autor de tronío. Sin duda es un jalón más para comprender a Rankin y a su inspector fetiche John Rebus. Dentro de la novelística del escritor escocés no es su mejor obra pero se lee con gracia y se disfruta. Es un aperitivo para platos principales.

El escondite

Ian Rankin
Trad.: Pablo Manzano Migliozzi
RBA

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