1) Ahí va mi reseña, lectores. Seré sincera como siempre. Algunos estarán de acuerdo conmigo y otros, por ser él quien es, seguramente no.
2) Si la conozco.
3) Cuando terminé el segundo curso de Formación Profesional, Rama Administrativa, tenía unos 14 o 15 años, en el instituto se organizó un amigo invisible en el que participamos docentes y alumnos. Durante el reparto de regalos me tocó Últimas tardes con Teresa. Dicho libro me trajo no pocas burlas de mis compañeros porque el grueso de la clase decidió, por unanimidad y sin pruebas tangibles que respaldaran su argumento, que mi anónimo obsequiador solo podía ser el profe de Matemáticas (de unos 28 años, blanco como la leche y rubio como la cerveza, aunque prometo que desconozco si llevaba el pecho tatuado con un corazón), por lo que a mí, que al igual que ellos sabía que ninguno de los adolescentes de 1ºC éramos aficionados a la lectura y mucho menos capaces de encontrar una novela cuyo título llevara mi nombre, no me quedó otra que ponerme colorada como la grana con lo que, indirectamente, les di la razón y arreciaron las chuflas.
4) Mucho. Manolo Reyes, alias el Pijoaparte, malagueño saleroso nacido en Ronda, moreno de verde luna, charnego o xarnego en la Barcelona de los años 50 y 60 (aspirante rabioso al modo de vida y privilegios que a los miembros de la clase social más baja, los marginados, les están vedados) y Teresa Serrat, alta, rubia, esbelta, niña bien de la burguesía catalana (estudiante, comprometida de manual, revolucionaria de taberna), confunden con amor el sueño de una noche de verano, hasta que los engranajes de sus respectivos estratos sociales dan un giro de tuerca y vuelven a recolocar a cada uno en su lugar de la escala. ¡El retrato de una época!
5) Si la vi. Los guionistas fueron Gonzalo Herralde, director de la película, Ramón de España y el propio Juan Marsé. No, no me gustó. Creo que tanto Maribel Martín como Ángel Alcázar realizan unas interpretaciones planas e insulsas que ignoran la riqueza de matices con los que el autor impregnó a los dos personajes principales.
6) Si te dicen que caí. No sé si más, pero mucho también.
7) El título.
8) No solo por eso, es que la combinación de thriller y Marsé me pareció irresistible.
9) Contraportada del libro: “Es una tarde enero de 1949 y Carol se acerca caminando con desgana al cine Delicias. Lleva tacones altos, medias negras y una gabardina a medio abrochar (…) Allí la espera Fermín Sicart (…) No es la primera vez que Carol y Fermín se encuentran entre bobinas y vasos sucios, pero hoy algo se tuerce y Carol no saldrá viva del encuentro (…) Los expedientes hablan claro: hubo un crimen, una víctima y un asesino”. Pues hombre, si la sinopsis (resumen cuyo objetivo es proporcionar al lector un extracto de los aspectos más relevantes del libro para ayudarle a formarse una visión general del mismo de una manera resumida y adecuada) te la vende así, ¿no es normal pensar que (sin desestimar otros aspectos importantes que pueda tratar, como la crítica política o la denuncia social) estamos ante una historia con claros tintes de novela negra?
10) ¡Anda, mira que gracioso! Pues no va el tío y se despacha con que todo el asunto es un trampantojo (trampa o ilusión óptica con la que se engaña a una persona haciéndole creer que ve algo distinto a lo que en realidad ve), lo que, aplicado al caso que nos ocupa, consiste en hacernos creer a los aficionados a lo negro y criminal que vamos a enfrentarnos a un noir de categoría cuando, en realidad, nos encontramos con algo que, por su indefinición y amplitud, cuesta encuadrar en un genero concreto.
11) Por supuesto, ha sido una forma torticera de asegurarse más lectores.
12) ¡Claro que el autor está al tanto! Es más, juega con esa confusión convirtiéndola en una parte más del argumento: “En mi novela hay un asesino, pero ninguna requisitoria criminal. No soy ningún veleidoso escritor reciclado en puñetero autor de novela negra. Y no hay ningún psicópata que descubrir ni apresar. ¡El asesino soy yo!”. Y continua, no crean: “Lo que ahora quiero de usted es un relato detallado de los pasos del asesino y de la víctima previos al crimen (…) Quiero una crónica fiel de cómo se cometió el crimen en esa cabina, una crónica pormenorizada y al minuto (…) No necesito una (…) puñetera intriga, una investigación detectivesca a la manera de la novela negra”.
13) Hay un crimen, una víctima, un asesino, un informe policial redactado por la VI Brigada Regional de Investigación Social y el informe psicológico que sobre el culpable confeso redactó el doctor Tejero-Cámara, un médico militar con rango de coronel.
14) También hay alcohol, pasado por agua pero alcohol al fin y al cabo, referencias literarias de altura (Flaubert, Dickens Nabokov), musicales (siempre jazz, como no, en este caso Charlie Parker) y, por supuesto, cinematográficas, porque la simpar Margarita Carmen Cansino, que pasó a la historia como Rita Hayworth y a quien la famosa bofetada de Glen Ford contribuyo a convertir en icono sexual de toda una generación que a partir de Hilda (Put the blame on Mame) lubricó sus noches con el golpe de su melena pelirroja mientras se iba desprendiendo de los famosos guantes, es una parte importante del argumento.
15) Que sí, que durante toda la trama se la pasa jugando, porque después de unas cuantas de cal para congraciarse con aquellos aficionados al género que puedan sentirse molestos, se despacha con un: “Cloti, ¿no te he dicho mil veces que la novela negra es la que indaga mejor en los conflictos sociales, la que mejor explora la condición humana, la que denuncia de manera implacable las injusticias y las corruptelas de nuestra sociedad…?”.
16) Ya, pero es que el grado de satisfacción del cliente se mide por la diferencia entre la percepción del servicio que recibe y sus expectativas. En este caso mis expectativas no se han cumplido, lo que, indudablemente, ha influido en mi opinión sobre la novela.
17) A ver, yo me he sentido estafada. Pero no tengo claro si yo y mis circunstancias debemos desalentar o no a otros posibles lectores.
18) Claro que las hay. Nada refleja el oficio del escritor, del buen escritor, como la fuerza descriptiva que sabe transmitir empleando palabras sencillas: “Era una tarde muy calurosa pero inestable, con una luz desflecada y mortecina, como de lluvia entreverada de sol y suspendida en el aire”.
19) Si deciden compartir estas Últimas líneas con Teresa, creo que lo mejor es que después cada uno decida por sí mismo.
20) Porque me hizo gracia y si Marsé puede yo también.
Esa puta tan distinguida
Lumen
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La peor novela de Marsé. Con mucho. Una nadería absoluta.