No soy mucho de thriller. He leído muchos y me cuesta engancharme a las tramas. Suelo adivinar el desarrollo más inmediato e incluso, a veces y no es por clarividencia, el más lejano. Creo que se tiende a la repetición y sólo se salvan los que aúnan una cierta calidad literaria con imágenes intensas. Por eso al recibir el libro torcí un poco el morro y más aún al leer en la misma portada el siguiente lema:
“El nuevo fenómeno del thriller.”
Vamos, un acicate para mí. Fue por esa pulsión malsana que todos tenemos dentro por lo que me dispuse a la lectura, es decir para eviscerar, amputar, sajar, hacer sangre en definitiva y así sacar afuera una parte de la mala leche que todos acumulamos por una circunstancia u otra. La sorpresa llegó cuando llevaba una hora de lectura y estaba que no podía dejar de leer. Hubo un momento en que exclamé:
«¡Qué … pasa aquí!»
Dicho a lo fino pero fue mucho más elocuente, ya pueden imaginarse alguna palabra que falta entre las exclamaciones.
Dos horas de lectura y funcionaba a toda mecha, es más, llegué a cogerle simpatía al protagonista, Jamal Salaoui, y me debatía, como imagino que harán todos los lectores, entre inculparlo o exculparlo.
Me recordaba a aquello que se contaba sobre la cruzada albigense, en donde un tal Arnaldo Almaric pronunció la frase “Matarlos a todos, dios distinguirá a los suyos” en el sitio de la ciudad de Beziers.
No me quiero liar mucho, vayamos al grano.
Todo en la novela encaja, funciona como un motor bien ajustado. Tiene sus puntos de diversión e incluso de tensión. Todo bien administrado y sorprendente, porque la trama gira y gira hasta llegar a un punto en que todo parece verdad y mentira al mismo tiempo. Tengo que reconocerlo: he disfrutado mucho con la lectura porque no sólo se ha llevado bien sino porque los giros que nos ofrece no cesan de sorprendernos, lo cual y hablando de la extensión que tiene, es de un mérito enorme.
No sólo te encariñas con el protagonistas, los que le rodean también nos ofrecen su versión y en algunos casos es de lo más interesante e inquietante.
La novela supera la etiqueta de thriller inteligente para ser algo más, es un artificio de ficción verdaderamente bueno porque incluso al final te vuelve a sorprender.
No he contado de qué trata, así que lo resumiremos en dos líneas: un suicidio que se enlaza con dos asesinatos irresolubles y el protagonista como nexo de unión de ambos hechos. Pero no todo iba a ser meridiano y claro porque el protagonista, de cuyas palabras es la versión que se nos ofrece, no aclara nunca su implicación, siempre dejando la puerta abierta a su culpabilidad o inocencia.
Termino ya. La novela me ha gustado y la he disfrutado. Creo que se merece una recomendación a todos los lectores. Personalmente me quedo con una pequeña reconciliación con el thriller, tal vez pequé de soberbio, a partir de ahora haré sincero acto de contrición y volveré a ellos.
No lo olvides jamás
Trad.: Teresa Clavel Lledó
Debolsillo
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