El asesino en serie regresa a casa por Navidad: J. Jefferson Farjeon y otras sugerencias de antaño

Juan Mari Barasorda

El criminal regresa a casa por Navidad

El repaso de las novedades criminales en mi última visita a mi librería favorita arrojó el resultado de que una elevada presencia de novedades tenía como protagonista a un depravado asesino en serie, alguno de los cuales parecía que había iniciado su carrera criminal prácticamente mientras jugaba con los Madelman (no, no es spoiler, es broma).

Exageraciones aparte, recordé el articulo navideño de la revista en 2015 recomendando aquellos títulos del pasado en los que la navidad representaba, entre nieve y pudding, árboles de navidad y champán, el marco temporal para el clima de la novela criminal. De Agatha Christie a Hammett, de Dorothy L. Sayers a Simenon o de Ellery Queen a Ed Mac Bain eran muchos los títulos sugeridos como autoregalo navideño para lectores de gustos diversos, tanto los partidarios del “jarrón veneciano” como del noir más clásico. Y en estas disquisiciones estaba cuando en la estantería apareció la portada de la novela que en 2015 sugería debía ser rescatada y traducida por una editorial valiente:

“…el lector policial anglosajón ha encumbrando las últimas navidades como novela policial más vendida un misterio clásico reeditado de un autor poco conocido en España y que bien se merecería una edición en castellano coincidiendo con las fiestas navideñas. J. J. Farjeon publicó en 1937 Mystery in White. Una nochebuena en la que la nieve inmoviliza un tren junto a un pequeño pueblo y donde seis pasajeros deben refugiarse en una aislada casa de campo en la que el hogar de la chimenea esta encendido y la casa deshabitada… Y donde comienza a actuar un asesino. …”

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J. Jefferson Farjeon

Sea o no gracias a la recomendación de Calibre .38, lo cierto es que Siruela, a través de su Biblioteca de Clásicos Policiacos nos trae una de las obras más leídas de Joseph Jefferson Farjeon (Londres,1883-Hove, 1955). Mystery in White, cuyo título más apropiado en español hubiera sido Misterio en la nieve (como sucedió con la primera edición alemana), fue publicada en 1937 en la selección de El Club del Crimen –buenos recuerdos para quienes crecimos criminalmente con las colecciones de tapa blanda de El círculo del crimen y El club del misterio– de la Editorial Collins.

Farjeon escribió 55 novelas policiacas entre 1924 y 1954 (además de otras sobre detectives juveniles al estilo de Enyd Blyton). Puede que sea conocido como propone Siruela por la adaptación en 1932 de su obra teatral El número 17 por Hitchcock (como les pasó años más tarde a Ethel Lina White con La escalera de caracol y a Francis Beeding –un olvidado George Saunders– con Recuerda) pero la realidad es que Jefferson Farjeon supo construir tramas perfectas en escenarios alejados de la casa de campo que poblaba la Golden Age. Molinos, castillos, posadas, estaciones de tren o una granja abandonada son sus escenarios y sus personajes son “gente normal” en lugar de infalibles detectives. Dorothy L. Sayer dijo de Farjeon que era “prácticamente insuperable en su espeluznante habilidad en la creación de aventuras llenas de misterio”.

Un tren atrapado en una ventisca repentina que ha estallado justo antes de Navidad, unos pasajeros –¿ilusos?– que se internan en la nieve buscando la próxima estación. Una casa con las luces encendidas y la puerta abierta. Abandonada. En el tren ha habido un asesinato y el asesino anda suelto. Huellas en la nieve. Más asesinatos. La turbadora presencia de un asesino en serie (en serie de cuatro cadáveres en este caso). Un pasajero, Edward Maltby de la Real Sociedad Psíquica (¿un guiño a Conan Doyle?) que sume al grupo en un juego de análisis de pistas y posibles culpables. Y al final…

J. Jefferson Farjeon gustaba de reuniones de personas normales convertidas en investigadores aficionados (como en Trece invitados) y de asesinos en serie (como en Los asesinatos de la letra Z), siendo precursor en la Golden Age de un recurso –el serial killer– habitual y repetido hoy día. Misterio en la nieve es propiamente un thriller más que un whodunit y podría haber transcurrido fuera de la época navideña, pero es un libro perfecto para leer tras la cena de Navidad en esas horas tardías en que apurar la última botella de champán de la nevera es el mejor arma para enfrentarse a una programación televisiva criminal.

Y, ¿por qué no recomendar a una editorial valiente un título navideño nunca traducido al castellano para el año que viene?

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Georgette Heyer

Fiestas navideñas en la campiña inglesa. Una mansión campestre y una familia que se reúne por Navidad con los consabidos regalos –absurdos– bajo el brazo recién comprados en Harrods y los odios –latentes, enconados, criminales– aflorando bajo la piel al calor de la lumbre de la chimenea. Un título (Envious Casca) extraño –transmutado en ediciones posteriores como A Christmas party– y valiente que recuerda al Julio Cesar de Shakespeare y que apunta a un criminal cercano a la víctima. El hermano mayor es asesinado, el Ebenezer Scrooge de una navidad criminal al que el espíritu de la navidad retirará de la escena con un puñal a la espalda. Todos los demás invitados, hermano, cuñada, sobrinos parejas de los sobrinos, prima y socio adornan como sospechosos un árbol de navidad coronado por el mayordomo cotilla junto al acebo que guarda la puerta… cerrada. Un asesinato en habitación cerrada de los que ya no se escriben y una escritora, Georgette Heyer (1902-1974) que deja de lado sus romances del periodo Regencia a lo Jane Austen y crea una excelente novela criminal coral, con personajes fascinantes, diálogos irónicos e inteligentes, pistas lógicas y final sorprendente. La investigación comenzará la víspera de Navidad. El inspector Hemingway de Scotland Yard dedicará interrogatorios y células grises a resolver el problema de la habitación cerrada y el lector su imaginación a descubrir entre los invitados a la fiesta de Navidad al envidioso Casca.

Asesinos en serie de antaño

Es posible que el lector que gusta de los misterios clásicos tenga que esperar para encontrar traducido Envíous Casca de Georgette Heyer o la magnífica novela con asesino en serie de Los asesinatos de la letra Z (1932) de J. Jefferson Farjeon. Hablando de asesinos en serie, tan cordiales y aficionados a cambiar de víctima propiciatoria como Papa Noel a visitar chimeneas sin permiso, podemos aprovechar estas fechas propicias a la nostalgia para recomendar, como en 2015, títulos ya olvidados. Navidad es época de rastrillos donde encontrar viejas novelas o momento de acompañar la compra de la última novedad del autor o autor preferida con una visita a su amiga librera de segunda mano donde por precio comedido se podrá comprobar cómo hace décadas también había novelas protagonizadas por asesinos en serie.

Ahora Que Reino de Cordelia reedita El caso del asesinato de Benson de S. S. Van Dine, es momento de recordar el cuarto caso de Philo Vance: El caso del asesinato del obispo (1926), donde un misterioso asesino que firma como El Obispo utiliza las rimas del libro de cuentos de la Madre Ganso. Encontrarán a este teatral asesino en serie en multitud de ediciones. Lumen ha reeditado hace nada El crimen de las medias de seda de Anthony Berkeley (1928), un primigenio estudio psicológico sobre los motivos de un asesino en serie.

el-asesinoEn 1931, Philip Mac Donald, el menos académico de los escritores de la Golden Age, apostaba por la novela desde el punto de visto del propio asesino y apodaba El Carnicero a su asesino en serie en El asesino se ha vuelto loco, novela aclamada como una de las mejores novelas criminales de la época por John Dickson Carr. Ellery Queen publicó en 1932 El misterio de la cruz egipcia, propuesta gore con decapitaciones y extraños rituales muy próxima a muchas novelas con asesino en serie de la actualidad, y repitió asesinatos en serie en El gato de muchas colas, posiblemente la mejor novela de los primos de Nueva York.

En 1933, Ethel Lina White publicaba su gran éxito, gracias a la versión cinematográfica de Hitchcock, La escalera de caracol, título que encontrará fácilmente el lector interesado. Y así llegamos a 1936, cuando Agatha Christie edita El misterio de la guía de ferrocarriles, posiblemente una de las novelas más redondas de la dama británica, autentico modelo para construir una trama (y una solución inteligente) con un asesino en serie como protagonista. La Dama Christie continuó dando papel protagonista al asesino en serie en la inolvidable Diez negritos, la fantástica El misterio de Pale Horse –novela gracias a la cual y a las explicaciones de doña Agatha sobre el envenenamiento por talio la policía inglesa detuvo a un asesino en serie real– y a la imaginativa Telón.

La era pulp nos traerá asesinos en serie para satisfacer el gusto del lector mas hardboiled, en concreto Mickey Spillane en Yo, el jurado (1946) enfrentara a Mike Hammer con Charlotte Manning, asesina en serie y a la vez femme fatale seductora que enamora al detective.

Casi un siglo ha y los escritores criminales ya escribían novelas sobre asesinos en serie. Siempre se podrá comparar si aquellas obras, sin perfiladores criminales ni CSI’s, tienen argumento y capacidad literaria para competir con las actuales (y de alguna de las actuales ya he mostrado mi predilección… pero no por todas). La nostalgia que acompaña a estas fiestas navideñas y que nos lleva a recordar las comidas que preparaba nuestra madre favorece el reencuentro con aquellas lecturas criminales que marcaron nuestros gustos literarios para años venideros, para quienes no las conocen aseguro una lectura grata y en todo caso, y si la ocasión lo requiere, una guía sugerente para acabar con el pariente más inaguantable cuya presencia en la cena navideña nos causa más horror y espanto que la amenazante presencia de un asesino en serie.

Calibre .38 brinda por las fiestas y el goce de las lecturas criminales nuevas y clásicas. Y si al final se deciden por cometer un asesinato a los postres de la cena de navidad no duden en contarnos su historia.

¡Feliz navidad!

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