Reseña: «Piel de topo», de Jon Arretxe

Jesús Lens Espinosa de los Monteros

Hace unas semanas, la organización de la Feria del Libro de Granada me pedía una recomendación literaria para la anual cita con los libros que lleva a miles y miles de personas a las casetas situadas en el corazón de la ciudad, en busca de uno o varios ejemplares que llevarse a la boca.

Lo tuve claro.

Mi recomendación fue Piel de topo, de Jon Arretxe, recién publicada por la editorial Erein. Y la recomendaba por tratarse de una novela negra que aborda el género tal y como yo lo entiendo: iluminando los rincones oscuros de nuestra sociedad, sacando a relucir sus contradicciones y mostrando las grietas que la amenazan: racismo, corrupción, precariedad…

El personaje principal, Touré, es un inmigrante subsahariano sin papeles que trata de ganarse la vida en Bilbao, presentándose como vidente, lo que le lleva a hacer trabajillos como detective improvisado y a lidiar con los diferentes aspectos de la realidad cotidiana del siglo XXI, en España, desde una óptica muy particular.

Lo más importante en las novelas de Jon Arretxe es su capacidad para ponerse en la piel del Otro, lo que permite al lector verse reflejado en un espejo que le devuelve una imagen que, posiblemente, no es la que esperaba. Y eso es lo que convierte a Arretxe en uno de los grandes del Noir contemporáneo.

Hace unos meses le dedicaba a Touré una entrega de El Rincón Oscuro en el que le describía como un héroe imprescindible del género, en España:

Con Piel de topo, Arretxe presenta la quinta entrega de un personaje efectivamente necesario. Un personaje que, la mayor parte de las veces, se lleva hostias como panes. Hostias metafóricas, pero también físicas. Porque su vida es jodida. Y complicada. Como la de tanta y tanta gente a la que, por lo general, la literatura no presta la atención debida.

Contar de qué va esta Piel de topo poco aportará al lector de esta reseña. Porque lo importante, más allá del argumento y de la trama, es el contexto. Y el contexto, en el ámbito cercano de Touré, está cambiando. No tanto para él, que sigue en una espiral nihilista que no ofrece muchas alternativas, cuanto para el bilbaíno barrio de San Francisco en que trata de sobrevivir.

Gentrificación.

Hay que joderse con el palabro. ¿No había posibilidad de describir mejor, en castellano, el proceso de pijificación de los barrios más abandonados y depauperados de las ciudades? Pues ese es el trasfondo de la nueva -y como siempre, apasionante- novela de Jon Arretxe. Además del racismo y la xenofobia, por supuesto. Y de la invisibilidad de cientos de personas ante las que los ciudadanos del primer mundo hacemos oídos sordos, mirando para otro lado, sin querer saber de ellos.

De ahí que el personaje del chaval ciego que vende cupones y que un buen día aterriza por San Francisco, sea tan oportuno y necesario.

Jon Arretxe es un tipo que no cree que la literatura sirva para nada más que para hacer pasar un buen rato al lector. O malo. Pero entretenido. Y, sin embargo, con su saga de Touré, hace que seamos mucho más conscientes de las contradicciones del modelo social impuesto. Lo que ya es suficientemente revolucionario, en mi opinión…

@jesus_lens

 
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Un comentario en “Reseña: «Piel de topo», de Jon Arretxe

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