Novela: «Texas Blues», de Attica Locke

José Javier Abasolo

Curiosamente, y juro que no intento hacer un juego de palabras, los precursores de la novela negra norteamericana apenas se preocuparon por la población negra (actualmente afroamericana para los políticamente correctos) de las ciudades en las que situaban sus tramas ni del resto de minorías étnicas, salvo la de origen italiano por motivos obvios, a pesar de que en muchas de sus obras puede contemplarse un fondo de crítica social y política a las estructuras corruptas e injustas de la sociedad que describían. Como mucho podían servir de telón de fondo de algunas de sus escenas, por ejemplo en el inicio de la obra de Raymond Chandler Adiós, muñeca, pero muy poco más. Hubo que esperar a las obras de John Ball protagonizadas por Virgil Tibbs, al que le prestó su rostro Sydney Poitier en la película En el calor de la noche, basada en la primera novela en la que aparece el personaje de Ball o, sobre todo, a la serie que escribió el gran Chester Himes sobre Ataúd Jonson y Sepulturero Jones, los expeditivos policías de Harlem, para que la negritud tuviese su sitio también e el universo de la novela negra.

A pesar de ello, y de la calidad de sus obras, tanto Ball como Himes (en mi subjetiva opinión superior al anterior) nos presentan un solo aspecto de la condición de los ciudadanos negros en los Estados Unidos, dicho esto no como demérito de ambos autores, cuya calidad está más que contrastada, sino en el sentido de que hablaban de lo que conocían y del mundo en el que se desenvolvían, pero lógicamente no podían abarcar en su totalidad lo que suponía ser negro en ese país. Así, el policía de Ball es un profesional respetado por sus cualidades en la ciudad en la que trabaja, sin que el color de su piel influya para nada. Al menos en teoría, porque en la práctica no siempre es así. Por su parte los policías de Himes son conscientes del racismo imperante en la sociedad, y así mismo son plenamente conscientes también de que ellos, en cierto modo, son los guardianes de esa sociedad, pero por otra parte se desenvuelven en el barrio neoyorquino de Harlem, casi (o sin casi) una ciudad dentro de otra ciudad, en la que imperan las tradiciones, las costumbres, el modo de vida e incluso, dentro de lo posible, unas normas y leyes propias que sólo afectan a sus habitantes. Ataúd y Sepulturero saben que viven en una sociedad que discrimina a los negros, pero también saben que tienen una ciudad para ellos solos, en la que están rodeados de gente que piensa, siente y vive como ellos. Pero es que Harlem está en Nueva York. Nada que ver con el “Profundo Sur”. Nada que ver con el escenario en el que Attica Locke ubica su novela Texas Blues, una obra con la que nos muestra en toda su crudeza, por medio una trama muy bien montada, el racismo que aún subsiste en amplias capas de la sociedad norteamericana.

La autora afroamericana ha elegido el este de Texas para presentarnos a Darren Matthews, un policía negro que es miembro de los Rangers de Texas, aunque está a años luz del que era compañero de Chuck Norris en la serie televisiva dedicada a ese cuerpo policial al que siempre hemos relacionado más con el tradicional mundo de las películas del Oeste que con el de la novela criminal moderna. Matthews es, hasta cierto punto, un privilegiado porque, aunque sabe lo que es la discriminación, pertenece a una familia que durante generaciones ha disfrutado de un estatus superior al del resto de la población afroamericana, contando entre sus familiares con reputados abogados e incluso miembros, caídos en acto de servicio, del propio cuerpo de Rangers. A pesar de ello, cuando se inicia la novela su carrera está en la cuerda floja, precisamente por un asunto racial, así como por su obsesión por combatir los crímenes de odio, obsesión que no comparten ni aprueban sus superiores. Ello le llevará a involucrarse, sin el permiso de estos últimos, en la investigación de dos crímenes (el de un abogado negro y el de una camarera blanca) cometidos en una pequeña población rural del este de Texas.

Ambas muertes parecen estar relacionadas, sospechando las autoridades que la muerte de la mujer blanca es una represalia por el asesinato del hombre negro. Y da la impresión de que olvidando este primer asesinato las autoridades quieren resolver, sobre todo, el segundo. Aunque para ello haya que buscar no al culpable, sino a cualquier culpable que les venga bien para cerrar el caso. Preferentemente si es de raza negra. Porque como dice amargamente uno de los personajes, hablando de una situación que han vivido ya anteriormente: “Ya os acordaréis de que cuando mataron a aquella chica blanca en Corrigan, cogieron a todos los hombres negros en cincuenta kilómetros a la redonda. En todas las iglesias y antros, en todos los negocios con dueños negros, buscando al asesino o a cualquiera que cuadrara con la imagen que tenían ellos en mente”. Y es que el este de Texas no es la Costa Este ni Nueva York. Allí, sobre todo en las zonas rurales, negros y blancos, aunque conviven a la fuerza, son dos mundos diferentes. Y las autoridades, incluidas las policiales, trabajan para mantener ese estatus, un estatus en el que, “mientras cada uno esté en su sitio”, no tiene por qué haber problemas. Aunque de hecho los haya.

Darren Matthews lo sabe porque vive debatiéndose entre esos dos mundos. Por una parte escuchando las constantes peticiones de su mujer, que desea que se dedique a la abogacía y se olvide de su vinculación sentimental con la tierra texana a la que, a pesar de todo, pertenece, y por otra consciente de que él podrá abandonar la Texas rural y su sociedad racista, pero que esa Texas y esa sociedad jamás le abandonarán a él.

Para aventar esa contradicción no tendrá mejor manera que involucrarse en una investigación en la que no sólo se enfrentará a peligrosos elementos de la Hermandad Aria, sino también a la que considera su gente, profundizando en una investigación en la que junto a la identidad de los asesinos se desvelarán secretos que todo el mundo, blancos y negros, hubiese preferido mantener ocultos. Y es que Matthews, independientemente del color de su piel y del estado en el que ha nacido y crecido, es por encima de todo policía. Aunque le duela.

 

Texas Blues
Attica Locke
Trad.: Ana Herrera Ferrer
Alianza de Novelas

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Un comentario en “Novela: «Texas Blues», de Attica Locke

  1. Excelente reseña, como nos tienes ya acostumbrados. Me apunto la novela a cuya autora no conocía. Me gustan estas novelas que tratan de la segregación racial en USA. Las de Chester Himes son las que más me han impactado sobre este asunto.
    Un abrazo

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