Cómic: «El Complot Mongol», de Luis Humberto Crosthwaite y Ricardo Peláez

Iván Farías

El Complot Mongol, la novela gráfica

El Complot Mongol es en México la novela fundacional del género policiaco, la historia que nos enseñó cómo debería escribirse novela negra en el contexto nacional; lo curioso es que fue un fracaso completo cuando apareció. Mempo Giardinelli se quejaba que la primera edición estuviera arrumbada en las librerías sin que nadie le hiciera caso. Sería con la revalorización que hiciera de ella Paco Ignacio Taibo II que nuevos lectores comenzarían a acercarse a sus páginas. “Rafael Ramírez Heredia y yo estábamos publicando nuestras primeras policiacas y descubrimos una vieja edición del Complot que estaba abandonada. Comentamos que de todos los pocos antecedentes que había en la novela negra, el más interesante era éste y animamos a que volviera a circular”. Dijo Taibo en entrevista, a razón del centenario de Rafael Bernal.

Élmer Mendóza también le prodiga elogios: “Cuando consigues crear un perfil de un delincuente o de un policía y lo haces moverse en función de lo que dices, es una obra de arte, no es nada fácil; lo que más me asombró fue eso y le debemos el uso de la palabra pinche en una novela”. Comentó Mendoza y Yuri Herrera serían los encargados de prologar la edición española de la novela, que sacara en el 2014 Los libros del asteroide.

El Complot fue ganando adeptos hasta que el escritor tijuanense Luis Humberto Crosthwaite decidió adaptarla al cómic y hacer mancuerna con el dibujante Ricardo Peláez para llevar a buen puerto el proyecto. Eso fue hace 17 años, en el 2000. La en ese entonces enorme editorial VID tomó el proyecto, luego de que la instancia gubernamental que se había ofrecido a publicarla decidió retirarse. La dividieron en cuatro tomos, de los cuales solo salió el primero. El entonces editor de VID me dijo que las ventas fueron muy malas, aunque todo mundo tenía una teoría. Unos decían hubo problemas con los derechos, otros que simplemente la editorial tenía problemas económicos. Saber la verdad necesitaría de un detective privado.

Sería hasta este año que el Fondo de Cultura económica decidiera publicar por vez primera una novela gráfica y la elegida es la de Bernal. El resultado es una completa belleza. Crosthwaite supo condensar a la perfección el alma de la novela y los dibujos de Peláez ahondan en el imaginario de Bernal. A blanco y negro, en folios tamaño tabloide, con pasta dura, el mundo mágico del barrio chino, del México de los años setenta, de plena guerra fría, queda perfectamente retratado y vivo.

Pero, ¿de qué trata el complot mongol? De Filiberto García, quien es un antiguo gatillero de la revolución, un tipo que sirve al gobierno en turno como sicario, siempre al amparo de la ley. Es un tipo taciturno, seco y práctico, no es un asesino a sangre fría, es simplemente, una herramienta del Sistema. Un día lo mandan llamar para decirle que el gobierno soviético acaba de descubrir un complot, gestado en la Mongolia Exterior, en el que planean matar al presidente norteamericano en suelo mexicano. García, como se lleva bien con los chinos del barrio, vive ahí mismo, es el encargado de corroborar la información.

Todo en México es más complicado de lo que parece y como siempre, los mexicanos hemos jugado con las diferentes ideologías, Filiberto tiene que hacer mancuerna con un espía soviético y con un norteamericano, mientras se escabulle de vendedores de heroína tijunenses, chinos rencorosos y otros peculiares personajes que van apareciendo.

Rafael Bernal junto con Antonio Helú, crearon el Club de la Calle Morgue, que se trataba, más que nada, de leer novelas policiacas. Sería ahí que iniciarían la revista Selecciones Policiacas y de Misterio, donde conocimos a diversos personajes del policiaco internacional. Bernal, debido a sus posiciones políticas contrarias al gobierno de ese entonces, decidió abandonar el país y dedicarse al servicio diplomático. Sería a la distancia que recrearía, casi de memoria, el México de la guerra fría. Una vez publicada su novela moriría al año siguiente. Para ser sinceros, toda la obra anterior de Bernal, era entretenida, pero no genial. El Complot Mongol, con su constante repetición de pinches chinos, pinches memorias, pinche soledad, se volvería una obra recordada por todos.

Esta adaptación a novela gráfica termina el olvido al cual fue sometida, hoy va por su enésima reimpresión y ha merecido ya un par de adaptaciones cinematográficas, además de visitas guiadas por el barrio chino más pequeño del mundo, el de la Ciudad de México.

 

El Complot Mongol
Guion: Luis Humberto Crosthwaite; Dibujo: Ricardo Peláez
Fondo de Cultura Económica México

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