Un género con convenciones, fórmulas y líneas temáticas tan definidas como las de la novela policíaca hace que el lector no adocenado salude con entusiasmo cualquier novedad, por mínima que ésta sea. En La arena del tiempo Javier Holmes (seudónimo que corresponde a Javier Rodríguez Pascual –Valladolid, 1965–) recurre hábilmente a unas cuantas.
Soltero por elección o conveniencia, el detective no suele participar de ninguna institución social (ni siquiera de la microscópica familia), y esa condición outsider es la que garantiza, desde el comienzo del género, su absoluta libertad y autonomía. Por eso es quien puede ver la perturbación social, detectar el mal y lanzarse a actuar. Dice Ricardo Piglia: «Cierta extravagancia, cierta diferencia se da siempre en la definición de estos sujetos extraordinarios que se asocian con la figura del hombre de letras, del artista raro y bohemio.» Tras reseñar unas cuantas novelas para Calibre .38 a todos sus protagonistas les son aplicables, más o menos, este certero retrato.
Pero he aquí que llega Javier Holmes y nos presenta a una pareja a pocos días de casarse, contratada para resolver el caso de la desaparición de Nazareth Cafrune, adolescente de origen saharaui. Él, Javier Holmes, es detective profesional y La arena del tiempo su cuarto caso. Ella, Marisol Romerales, ha pasado de ser aquella directora de sucursal que huía con 6 millones de euros a Canarias (donde acababa siendo «convencida» por Holmes para que los reintegrase –todo esto y más cosas sucedían en Mi primer gran caso–), de ser una prófuga, a Marisol la encontramos ahora compartiendo un céntrico despacho madrileño con Javier (aunque la licencia de detective solo la tenga él) e investigando casos tan peliagudos y peligrosos como el que centra esta novela. Comportándose en todo momento como un amartelado matrimonio (aunque aún faltan unos días para la boda), ella no ahorra dirigirse en público a Javier con edulcoradas expresiones válidas solo para la intimidad; pero la pareja, profesionalmente hablando, es efectiva a más no poder y no dudan en jugársela para resolver lo que tienen entre manos. Son infrecuentes los matrimonios investigadores. Como ilustre precedente me viene el formado por Tommy y Tuppence Beresford: creados por Agatha Christie protagonizaron el libro de relatos Matrimonio de sabuesos y la novela El cuadro. Hay otro homenaje a la Gran Dama del crimen, este más obvio y explicitado por el propio Holmes. Para la resolución del caso Javier y Marisol reúnen en una sala (cedida por la empresa Ali Export) tanto a investigadores como a sospechosos y personas relacionadas con la desaparición de Nazareth Cafrune. Este tipo de cónclaves, de los que resultaba expelido el culpable tras inexorable acumulación de pruebas, eran muy del gusto del detective Poirot, siempre tan teatral él.
Agradezco a La arena del tiempo aclararme, con eficacia y sencillez, buena parte de lo que fue una apasionante época histórica: aquella correspondiente a la creación de la República Árabe Saharaui Democrática por el Frente Polisario tras la derrota española por el ejército marroquí en 1975 (la famosa «Marcha Verde»). Pero Marruecos después venció al Frente Polisario y se repartió el Sahara con Mauritania. Desde entonces el Frente Polisario optó por la lucha armada buscando que sus conquistadores concedan al Sahara el referéndum de autodeterminación que España prometió y nunca cumplió. A esta guerrilla se incorporaron Adel y su hermano Rafael Cafrune, importantes personajes de la novela.
Para evitar que su hermano Nazareth se muera de hambre en El Aaiún, Elaine, que ha terminado la carrera de Derecho y limpia casas, lo acoge en Madrid con el objeto de que obtenga el permiso de residencia. Dos días después de la misteriosa desaparición de Nazareth, Elaine recibe en un sobre un muñeco que perteneció a su hermano. Recurre –para nada– a su tío Rafael, un superviviente de la guerrilla polisaria que ahora dirige en España Ali Export, próspera empresa import/export que favorece las relaciones del gobierno español con Marruecos para comerciar efectos militares como armas y uniformes. Los hombres de confianza de Rafael son el comandante Marcial Miguelez y el sargento Omar León, ex legionarios españoles: una extraña asociación, ya que polisarios y legionarios pelearon a muerte en los años setenta y han acabado por unirse, y encima para comerciar con el enemigo común: Marruecos. No es esta la única traición que encontramos en La arena del tiempo. Las venganzas de familia que buscan el mayor sufrimiento posible acaban estando detrás de la desaparición de Nazareth Cafrune, cuya investigación deja varios muertos. En su viaje al Sahara, Javier y Marisol conocen a Fadi, figura fundamental en la trama. Sobrino de Rafael Cafrune, Fadi cree que es intolerable que mientras su tío y los ex legionarios se enriquecen los refugiados palestinos en Argelia se mueran de hambre.
La arena del tiempoJavier Holmes
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