Novela: «Los asesinatos de Cartago», de Gisbert Haefs

Sergio Torrijos Martínez

Corre el año 228 a.de C., cifra que no usamos mucho en la revista. Es más, creo que es la primera vez que veo una fecha antes de Cristo, plena antigüedad clásica. Pues demos otro salto y nos instalamos en el Mediterráneo central, en la ciudad que más interés ha levantado, la mítica Cartago. Una ciudad que vive entre la niebla de la historia pues tuvo la idea de enfrentarse a la gran Roma y perder. No sólo perdió físicamente los conflictos sino que levantó el odio más acerbo de los hijos de la loba y no eran de la Camorra pero se parecían, y la venganza la llevaban al pie de la letra, de ahí aquella frase tan bestia: ”Cartago delenda est”.

Aún no hemos llegado a aquel punto, el año 228 a.c. es un período de entreguerrras entre la primera y segunda guerra púnica. Si a nadie le suena, aclararemos que estamos en el período donde un señorito llamado Aníbal comenzaba a instruirse en el arte de la masacre. Su patria, Cartago, la gran ciudad comercial, tiene una especie de policía llamado Bomilkar (no entiendo cómo el término anglosajón de colocar la k prevalece sobre el nuestro que sería con c), que lucha por mantener el orden en esa urbe que tiene la virtud de recoger a todo tipo de personajes de todo el orbe. Unos asesinatos, al parecer inconexos, levantan la suspicacia del “policía” y su investigación nos llevará de la mano a descubrir intereses que van mucho más allá del simple acto bajuno de un asesinato.

Bomilkar (lo siento no puedo seguir con esa perniciosa k), Bomilcar es un tipo interesante, del estilo Marlowe salvo que con limitaciones pues estamos en el tiempo antiguo, pero conserva esa sensatez y esa ironía que hacían del americano algo único. Por ahí la novela no innova, lo hace por el lado contrario, por reflejar lo que el autor piensa sobre los usos y costumbres del mundo púnico, verdadero campo de éxito de Gisbert Haefs en el que el autor triunfa de forma rotunda.

La manera de enfocar los asuntos, las relaciones personales, los conflictos laborales o incluso la amistad hace que me sonroje de placer. El autor alemán ejecuta una suerte de invención que mezcla el mundo oriental con pinceladas del mundo grecolatino creando así una realidad diferente y nueva.

También debo destacar el esfuerzo del autor por dar cuerpo a los escasos datos que poseemos sobre la ciudad de Cartago, creando una realidad que va unida a lo que sería la vida en una gran urbe del mundo antiguo.

La parte más floja de la obra, siento decirlo, pero hay que ser honestos pese a mi adoración por el escritor, es la trama criminal que se va diluyendo conforme avanza la acción hasta perderse en una nebulosa nada clara.

Gisbert Haefs es un autor muy reconocido y muy leído, asumo que tras su larga trayectoria literaria ha intentado crear un personaje interesante que haga la suerte de M. Didio Falco, por poner uno, en el mundo púnico, y lo consigue a medias. Crea un personaje muy interesante y lo dota de un entorno muy creíble pero la trama criminal, factor fundamental en las novelas de Lindsey Davis, flojea. De todas formas siempre es un placer leer al autor alemán, cualquier libro suyo tiene la impronta de buena lectura, si pueden no se lo pierdan.

Los asesinatos de Cartago

Gisbert Haefs
Trad.: Carlos Fortea Gil
Ediciones B

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