La honorable sociedad es una de esas raras novelas escritas a cuatro manos: dos pertenecen a la escritora parisina Dominique Manotti, vieja conocida de esta revista, y las otras dos, al escritor también francés que responde al pseudónimo de DOA en homenaje a Dead on arrival (Con las horas contadas), el clásico film negro y de suspense de Rudolph Maté.
De DOA sabe la Wikipedia francesa que fue militar de la brigada paracaidista, luego trabajó en el sector de los videojuegos y ahora escribe novelas y guiones. Ha cosechado varios y prestigiosos premios literarios y una de sus novelas, Le serpent aux mille coupures, fue llevada al cine y estrenada el año pasado.
Como a mí esto de querer preservar a toda costa el anonimato siempre me ha parecido una de las más perversas formas de la egolatría, me voy a dedicar a Dominique Manotti, que me cae mejor, aunque tampoco se llama Dominique ni se apellida Manotti, sino Marie-Noëlle Thibault, y fue profesora de historia hasta que en 1995, a la respetable edad de ¡53 años!, publicó su primera novela, Sombre sentier. El cambio de oficio no le ha ido tan mal, pues ha sido merecedora de importantes premios literarios; sin ir más lejos, con La honorable sociedad se llevó en 2011 el Gran Premio de Literatura Policiaca.
Donde esté un buen escándalo…
La honorable sociedad trata del asesinato de un poli infiltrado, en plena campaña electoral para la presidencia de la República Francesa, que supone un escandalazo y uno de esos affaires que tanto gustan a los franceses porque mezclan poder, sexo, crimen y elucubraciones de variado nivel de delirio y conspiranoia. Y me refiero a affaires reales como el muy excelso de Dominique Strauss-Khan, por ejemplo. Les encantan y cuando, por ventura, les sucede uno, acostumbran a tirar del tópico de que la realidad supera a la ficción y se parece a una mala novela.
Pues bien, he aquí una buena novela con todos los ingredientes de un bonito escándalo político. En realidad, no hay mejor género (ni siquiera periodístico) que la novela negra para llegar a dilucidar las intrigas políticas. Pensad, si no, en el Partido Popular de Madrid e inspiraos.
Pero en el origen no había una novela
Pues así es, como os lo digo: en el origen de La honorable sociedad no había una novela. Os cuento. Leo en Le Monde que una cadena televisiva encargó a Manotti y DOA un guion para una serie al estilo de la británica de la BBC La sombra del poder. Personalmente desconozco esta serie, pero la crítica de Le Monde Raphaëlle Leyris la describe como una “brillante exploración de las relaciones entre el poder político y el mediático, a partir de un asesinato”. La cadena relevisiva que hizo el encargo se echó para atrás y los autores hicieron desembocar su material narrativo en una novela.
Política ficción
Puesta a clasificar de alguna manera La honorable sociedad, además de decir, por supuesto, que se trata de novela negra muy negra, diría también que es una obra de política ficción, pues lo que predomina en ella es el ambiente político tenso, tan tenso como apasionante y adictivo para cualquier amante de los comadreos cortesanos.
Os cuento un poco más de la trama: dos días antes de la primera vuelta de las elecciones a la presidencia de la República Francesa, un poli infiltrado que llevaba un tiempo haciéndose pasar por empleado del Comisariado para la Energía Nuclear, aparece muerto en su apartamento parisino y el candidato favorito a ocupar el palacio del Elíseo se pone muy nervioso. Algunos intentan, pues, cargar el muerto a un grupo de “ecociberterroristas” antinucleares, mientras otros policías se inclinan más por husmear en las altas esferas empresariales.
El relato tiene, como veis, suficientes ingredientes como para que el ritmo no pare y no para. Maneja la tensión con coherencia y eficacia.
Polifonía sin adjetivar
Resulta, así, una novela realista y polifónica, coral. De hecho, se oyen las voces de la flor y nata del “noir”: políticos de primera línea, altas ejecutivas de grandes empresas, policías de variado pelocon apellidos de orígenes variados, matones a sueldo, periodistas también variados, activistas ecologistas criminalizados…
Esta fauna no se divide en malos y buenos; en esta novela no hay políticos y ejecutivos malos ni ecologistas buenos ni periodistas “comme ci comme ça”. De hecho, los autores se recrean en elesnsañamiento contra los écolos y no se cortan al dibujarnos líderes cercanos al mesianismo y el machoalfismo y groupies sumisas hasta extremos delictivos.
Las maniobras, los chanchullos, los complots verdaderamente retorcidos, se acompañan de información precisa, interesantes reflexiones y un agudo análisis político, pero todo ello se narra desde el gélido punto de vista comportamentalista o behaviorista; esto es, al estilo de Hammett o Manchette, observando los hechos de manera totalmente neutral, con frases lapidarias, sin introspección ni interpretaciones ni propósito moralizante que valga.
Manotti y DOA presentan, pues, los hechos y no califican, no adjetivan. Eso te toca hacerlo a ti, lectora o lector. Y a mí, claro. Así que los adjetivos que ellos se ahorran los pongo yo y digo que La honorable sociedad construye un ambiente nauseabundo, cínico, en el que la élite política, tanto de derechas como de izquierdas, a menudo recurre a métodos expeditivos para eliminar todo obstáculo que pueda impedir la consecución o el mantenimiento del poder.
El antihéroe, sus lecturas y una especie de escrutinio cervantino
Si me forzaran a buscar un protagonista de La honorable sociedad, nombraría al Pâris, típico poli rudo, colado por su trabajo, mujeriego y con tremendos problemas personales. A Pâris le toca registrar la casa de un líder ecologista y, al llegar a la biblioteca, se sorprende al ver hasta qué punto coincide con la suya propia, en qué gran medida están también allí los libros que ha leído y releído desde su época de estudiante. Aparecen “filósofos de los años 80 y 90, algunos textos imprescindibles del marxismo y el anarquismo. Propaganda ecologista en inglés. Y mucha novela negra. Autores americanos, italianos y muchos franceses. Los inevitables Manchette, Daeninckx, Izzo y Fajardie.” Ahí lo dejo.
L’honorable sociétéManotti Doa
Gallimard