Novela: «Violentamente pelirroja», de Julián Ibáñez

Sergio Torrijos Martínez

De nuevo Ibáñez y de nuevo Bellón, la bestia parda del escritor y ya de sus rendidos admiradores. Cuando creo que ya no hay mucha más cuerda para el personaje viene el maestro y nos sorprende. Siguen apareciendo los protagonista de la toda la saga Bellón, sus malotes y sobre todo las pelirrojas, siempre pelirrojas, y muchachas que trabajan en el bordillo.

El mundo de Bellón que se puede resumir así:

“Este negocio es así, nadie tiene nada, ni pasta en el banco, ni acciones y ni siquiera un piso en propiedad. Solo una pequeña parcelita de poder. Eres el encargado de abrir y cerrar, de colocar las banquetas, hablar con los proveedores, o llevar la recaudación al cajero nocturno. Es lo tuyo, y lo defiendes aunque te vaya la vida en ello, sabes que no vale mucho, que tú tampoco vales demasiado, pero es lo que tienes y si te quedas sin ello sería como si hubieras desaparecido, con el suelo bajo los pies pero invisible para los demás.”

Cuando pienso por qué me gusta tanto Ibáñez y sus historias sonrío, no sé el motivo, pero cuando inicio la lectura es como encontrarme escuchando una historia de barra de bar que sé que me agradará, me hará reír, disfrutar y estar pendiente del final. Tal vez se deba a que mi mundo es muy cercano al que describe el maestro, no hablo por esos trabajos en clubes y demás, a tanto no llegamos, sino por ese ambiente obrero y necesitado y siempre precario.

Ibáñez no cuenta las historias como todo el mundo, para él y sus protagonistas la verdad tiene muchas caras y un recuerdo, una conversación, un comentario puede ser una pista que perseguir y por ello Bellón se pasea por la novela de un lado a otro buscando pistas, intentando comprender algo que probablemente no termine de comprender, pero no por ello dejará de intentarlo.

Para que Bellón se involucre en buscar a una muchacha que ha dejado su trabajo en un club no es preciso salvo un par de billetes, luego, lo que ocurra -siempre pasan muchas cosas en las novelas del maestro- será otro cantar, porque hasta que no llegue a la verdad el protagonista no se detendrá. También puede ocurrir que la «verdad» nunca sea tal como la imaginábamos.

Así, pista a pista, o rumor a rumor, o comentario deslavazado a otro, Bellón, al mejor estilo de la novela clásica negra, irá uniendo cabos, hilos tal vez difusos que serán parte de la madeja de la trama y por lo tanto de la verdad. A veces, en no pocas ocasiones, yerra, tiene que retroceder, volver a empezar, insistir sin éxito para terminar dando en el clavo o acercándose todo lo posible a la verdad, que siempre es dura y tiene esa parte tan bruta que nos acostumbra el autor.

Decía en la anterior obra del maestro que estaba entre las mejores de su larga lista de novelas, está también entra en ese mundo socarrón y bizarro que tan bien retrata. A estas alturas creo que Bellón le faltan dos entregas para superar a Novoa y lo presiento, no creo fallar, pues el maestro tiene mucha cuerda y no le faltan las mañas para lograrlo, espero seguir leyéndole y a ustedes sólo decirles que no hay que perderse a un grande de la novela negra e Ibáñez lo es. El más desconocido de todos. Palabra.

Violentamente pelirroja

Julián Ibáñez
Cuadernos del laberinto

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