Chicago 1928, sí señores, la ciudad de Capone, el de verdad, al que todos le ponemos ya el rostro de Robert de Niro y que como figura criminal cobra un sentido que se acerca a la mítica. Pensaba que la novela rodearía la figura del gran mafioso pero no, el escritor, con bastante audacia, se adentra en la trama con un personaje como Capone, de secundario, pero en tiempo presente, también le suma varios de los “ayudantes” que han pasado a la historia por hechos que es mejor obviar.
La novela, basada en el dueto Capone/Louis Amstrong, tiene como escenario principal Chicago, la ciudad industrial por antonomasia de Norteamérica y esa crudeza que ofrece un entorno tan duro y competitivo como puede ser una urbe así. Sucia, corrupta, divertida, alegre, absolutamente literaria, imposible no sustraer cierta admiración, más aún para el mundo de ficción, donde la violencia siempre es más relativa.
La novela arranca con el entierro de un mafioso que colapsa Chicago al completo y luego la trama se desliza por dos senderos: uno criminal de la mano de Dante, que es llamado por el propio Capone para investigar un hecho peliagudo, pues todo lo relacionado con el poder y la mafia tiene ese tono complicado de las cosas que terminan con muertos por doquier; por otro lado, el de la legalidad con dos detectives de la Pinkerton y un fotógrafo de la policía que seguirán sendas investigaciones paralelas, una por la muerte de un hampón y otra por la desaparición de una rica heredera de la “aristocracia” de Chicago.
La novela así será muy viva y rica, alternará ambientes diferentes, mezclando con sapiencia personajes y hechos históricos con otros de pura ficción y encajando estos últimos entre los primeros de forma más que correcta. Gracias a ese artificio la novela tiene esa pátina de realidad tan lograda, por momentos, nos parece estar recorriendo ciertos barrios bajos de la ciudad, sintiendo el aroma de los mataderos de ganado y la suciedad que provocan las fundiciones industriales.
El autor tiene cierto empeño, de hecho lo consigue, en acercarnos la verdadera realidad de una ciudad así, de hecho en algunas descripciones se puede llegar a notar el aroma propio que emanaría la ciudad, ese efluvio particular que distingue a los lugares y que los diferencia.
Hay que sumarle ese toque clásico a toda la narración, con esos protagonistas vivos que no cejan en su empeño y que no paran hasta descubrir lo que se esconde tras los hechos. También los malos que son peligrosos y retorcidos, mejor obvio nombres para que así les cause mayor sorpresa.
La novela merece la pena, se lee con mucho gusto y se disfruta. Parecía en un primer momento que tocar el tema del Chicago de la Ley seca y de Al Capone daría poco margen para la ficción pero el autor ha sabido trabajar muy bien toda la trama y conseguir introducirnos en una ficción de la que ya teníamos muchos datos, ese será el gran mérito literario de la novela, mostrarnos a un autor capaz de levantar una ficción nueva con elementos ya muy conocidos.
No se la pierdan, es ver otro Chicago diferente al mostrado en el cine, mucho mejor, desde luego porque es más real.
Como novela me ha encantado.
El blues del hombre muerto
Trad.: Mariano Antolín Rato Alianza Editorial
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