Un debate sobre el origen del noir en Mikrofilm 2018 en Plentzia: un drama en Bilbao (1923)

Juan Mari Barasorda

La plaza de la Iglesia de Plentzia se va llenando de gente. La pantalla gigante tapa completamente el pórtico de la Iglesia de la Madalena. Es viernes, en concreto el día 27 de julio de 2018. El Festival de Cortos MIKROFILM 2018 ya ha empezado y, en una esquina de la plaza, el organizador de MIKROFILM se encuentra en una acalorada conversación con el organizador de BRUMA NEGRA, los dos eventos culturales en los que se vuelca la Villa de Plentzia cada año cuando llega el verano.

–Fantástica idea la de proyectar una película primigenia del cine negro en Plentzia. Esperamos que guste a la gente. ¿Qué te parece la idea de incorporar en directo la banda musical con música de guitarra y violín? Lo que no sé es si la gente será consciente de la importancia de la grabación que vamos a proyectar…

El que así habla, director de Mikrofilm Short Festival, se dirige al emocionado organizador de Bruma Negra, los encuentros sobre novela y cine negro que se celebran en junio en la Villa.

–Espero que sí, es una película increíble. Hoy venimos a hablar de los orígenes del cine negro.

–¿Y qué es el cine negro? ¿Tiene algo que ver con lo que conocemos como la novela negra?

–Pues sí señor. En realidad bastante más de lo que lo que la gente cree. A pesar de que directores como Fritz Lang o Billy Wilder jamás aceptaron describir sus películas como noir y siempre pensaron que no eran más que thrillers, el imaginario del cinéfilo siempre ha acuñado este término para describir un género de definición bastante impreciso, cuya diferenciación de otros géneros como el cine de gánsteres o el cine social es sólo parcial.

–Pero hay una eterna discusión sobre lo que es la novela negra, sobre sus límites: novela detectivesca, thriller, hard-boiled… ¡¡¡En el cine la discusión aun seria mayor!!!

–Pues sí. Nadie discute que El halcón maltes, de 1941, dirigida por John Huston y basada en la novela de Dashiell Hammett es cine negro; o que Perversidad, de 1946, de Fritz Lang, es una obra cumbre del cine negro. Pero así como en la novela negra es el relato policiaco el origen de todo, y en concreto Los asesinatos de la Rue Morgue de Edgar Allan Poe, en el cine negro donde debemos remontarnos son a los años 20, los años que se desarrolla el cinematógrafo. Los años del cine mudo. Los años en los que se bailaba el swing.

–¡¡Vamos entonces por buen camino!! ¿Cuáles serían esas películas con las podemos decir que empieza a crearse cine negro?

–Pues por poner un elemento común diríamos que es, como en la novela policiaca, que tiene que haber un criminal… o varios.

–Sin el criminal no hay género negro. Una base perfecta.

–Así es, podrá o no haber detectives, investigadores aficionados, inspectores de policía, pero el elemento común va a ser el Crimen y el Misterio.

–Ya estoy situado. Criminales, sospechosos, mujeres fatales… Elementos habituales en Mikrofilm. Hay una película alemana del cine mudo, Asfalto, de 1928, que tiene todos esos elementos: una atractiva mujer de mala vida pillada in fraganti robando en una joyería. El policía la detiene y la lleva al lugar de los hechos, donde uno de los propietarios del negocio pide que la dejen ir, pero el policía se niega puesto que ha de cumplir con su deber. La mujer seduce al inocente joven para librarse de la condena.

–Correcto. El cine alemán de los años 30 tiene muchos ejemplos de cine negro… O noir, si prefieres.

M, el Vampiro de Düsseldorf, con Peter Lorre, de 1931, por ejemplo. Por su ambientación fotográfica y escenográfica, el expresionismo alemán, con su estilización tenebrosa, los contraluces y el tono sombrío de sus decorados son un ejemplo perfecto de cine negro.

El director de Mikrofilm ya esta emocionado mientras en la plaza de la iglesia la gente se va acomodando en centenares de sillas plegables. Sombreros de gánster se vislumbran por cada esquina y los músicos comienzan a afinar sus instrumentos.

–¡Otro ejemplo perfecto! Y antes de los años 30 hubo más.

–Siempre con criminales.

–En efecto. Siguiendo el modelo del folletín francés de la entrega por fascículos. En 1913 se estrenó Fantomas, un serial criminal de cinco episodios –como las series de TV actuales– que fue muy famoso en Francia.

–¡Fantomas! El ladrón de guante blanco. ¿Quién no ha oído hablar de Fantomas? Fue dirigida por Feuillade, un director francés. Uno de los pioneros del surrealismo. Precisamente con otro serial…

–Otra película casi olvidada: Los vampiros, de 1915. Con una actriz que se hizo famosa: Musidora. Los vampiros son una banda de criminales, y la película, una pionera del thriller.

–Irma Vep, un anagrama de Vampire, fue uno de los primeros papeles protagonistas femeninos en el cine. Irma era en su principio amante del Gran Vampiro, el jefe de la banda. Luego aparece Moreno, la hipnotiza y pasa a ser la amante de turno del nuevo villano, y después de otro otro: Venomous. Unos guionistas increíbles.

–Y después de los criminales el que triunfó fue el detective. En 1916, Sherlock Holmes triunfa en el cine, con el inefable William Gillette en el papel del detective, el mismo actor quien había llevado a Holmes a los escenarios teatrales. Pero al año siguiente vuelve a triunfar en el cine otro ladrón, Raffles, creado por el cuñado de Conan Doyle: E. W. Hornung. Ya ves que los escritores que crearon la novela de detectives que dio paso a la novela negra después están en los orígenes del cine negro.

–Efectivamente. Me he estado documentando. Los locos años veinte supusieron el florecimiento del swing, de las bandas criminales y del cine negro. En esa década se entrenaron tres films noir casi olvidados: Outside the Law, una película del gran Todd Browing con Lon Chaney como protagonista y The Face at Your Window, dirigida por Richard Stanton, en la que aparecia hasta el Ku-Kux_Klan. Los criminales volvían a ser los protagonistas.

–Si. El crimen y el criminal atraían al espectador, como en Blood Money, de 1921, cuyo título lo dice todo. Y es cuando un realizador aficionado de Bilbao decide grabar una película criminal en 1923. La que veremos esta noche: Un drama en Bilbao, que fue subtitulada como El crimen de Castrejana. Una reliquia del noir grabada en Bilbao. Un drama en Bilbao se basó en un suceso criminal que tuvo lugar en Bilbao. Se trataba de la crónica de un atraco llevado a cabo a un coche en el alto de Castrejana con la consiguiente persecución del responsable por las calles de Bilbao hasta el acoso en el puente del perro chico, frente al Ayuntamiento. ¿Qué te parece?

–Como realizador me parece una obra increíble. Su autor fue Alejandro Olavarria Olavarria, nació en 1896 en Erandio. Relojero de profesión. En la década de los años veinte le entró la “fiebre” del cine y se asoció con el fotógrafo Aureliano González para filmar la película. El fotógrafo aportó doce mil pesetas y Alejandro su instinto cinematográfico. Para la filmación de este film, Alejandro construyó pacientemente un tomavistas imitando un modelo de la marca Gaumont; improvisó en su propio domicilio un cuarto oscuro para el revelado de la película, construyó una máquina para obtener el positivado y reunió a un grupo de jóvenes entusiastas del cine para llevar a efecto la película.

–Hoy la gente que asiste a MIKROFILM podrá ver una película que es puro noir. En la carretera de Castrejana están escondidos unos ladrones. A lo lejos se ve un coche que asciende la cuesta. Al llegar a la altura de la curva, «el malvado Malaentraña» se sitúa frente a! vehículo que se ve forzado a parar. Es el momento del atraco. Se produce un forcejeo en el transcurso del cual Malaentraña dispara sobre uno de los ocupantes que cae muerto. Se produce el robo y comienza la persecución policial …..

–Y la música en directo de Nerea Alberdi y Alvaro Segovia poniendo en directo la música para dar más emoción a la acción. ¡Vamos a disfrutar!

Las luces de los focos se apagan, la música, sugerente, acompaña al viejo rollo de película iniciando Un drama en Bilbao o el crimen de Castrejana. Los organizadores de Mikrofilm y Bruma Negra celebran el inicio del film brindando con un gin tonics y dando gracias a la familia de Alejandro Olavarria y a la Filmoteca Vasca.

Silencio, la película va a comenzar.

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