Novela: «Nunca bombardees Pearl Harbor», de Javier Hernández Velázquez

Sergio Torrijos Martínez

Mat Fernández de nuevo, siendo esta su tercera entrega y lo que ya sabíamos sobre el personaje se sigue cumpliendo a rajatabla: es socarrón, valiente, desenfadado, mordaz, violento cuando es preciso, aunque en esta entrega se dedica, más bien, a ser tratado con dureza por otros, lo cual queda dentro del clasicismo que aporta la novela.

Leí la primera entrega del autor y tuve la sensación de que la intensidad se intentaba cuajar con ese toque clásico del investigador privado que no va a cejar en el empeño de descubrir la verdad, pues esta novela deja claro que ese es el camino por el que ha optado el autor.

Asuntos del pasado del protagonista vuelven a la vida en forma de viejos amores, también de viejas traiciones y ese resabio de verdad y recuerdos que no siempre tienen un poso limpio. Ahora, a ritmo de western, el querido Mat debe investigar la desaparición de un joven hijo de un viejo amor y de paso enfrentarse, de otra forma no sería lo mismo, con poderosos que tienen enormes recursos y mala baba en la misma medida.

Mat Fernández prosigue esa senda quijotesca que tan buenos frutos ha dado al género, no le importa arriesgar la vida -es lo único de valor que posee excepto sus recuerdos- por el bien de una justicia siempre relativa. Ahora, envuelto entre fuerzas que le superan, es un elemento más de una partida de ajedrez y está así expuesto al socaire de otros con no muy buenas intenciones.

La propia investigación, a caballo entre las islas Canarias y Barcelona, saca a la luz un sucio entramado de intereses mezclados con política. Estamos en España -pensaran los lectores-, país que junto a otros, mejor evito dar nombres, tenemos ya una honda tradición de conjunción de intereses de ese tipo. Se pueden dar multitud de referencias que a cualquier lector que haya visualizado un periódico o un telediario en algún momento de los últimos diez años sabrá poner caras. Esa corrupción que expone el autor, puede que nunca haya sido nueva sino que ahora tenemos más detalles, marca toda la trama puesto que esos intereses son tan fuertes que la violencia es uno más de sus medios. El aspecto quijotesco del protagonista, adalid de sí mismo sobre todo pero también con un fondo sentimental, queda así logrado y nos podemos identificar con facilidad con él.

Me ha gustado mucho la retrospección personal del protagonista, cómo revive el mundo pasado y cómo lo analiza tras muchos años, donde las capas de los años matizan todo y cómo las copas de Jack´s Daniel´s lo suavizan casi todo. La novela también nos ofrece alguna pieza más del pasado del protagonista, en especial un momento clave, esa tragedia personal e íntima que marcó a Mat Fernández para el resto de su creación literaria. También ha sido intensa la conjunción de esa novela negra con el western de Leone, aquel que asombraba y que no dejaba indiferente.

En resumen y para ir terminando, una buena novela, la he disfrutado y me ha parecido que abre puertas a más entregas del protagonista. Por mí, como lector, estoy dispuesto. A ver si el autor se anima.

Nunca bombardees Pearl Harbor
Javier Hernández Velázquez
M. A. R. Editor

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