Cine: «The Sisters Brothers», por Teresa Suárez

Teresa Suárez

1850. Desde hace tres años un virus letal, contra el que no existe cura, se propaga por el continente americano. Conocido como “la fiebre del oro”, durante ocho largos años (entre 1847 y 1855) arrastrará a miles de personas desde el resto de los estados hasta la soleada California.

Mucho antes que On the road, de Jack Kerouac, la elevara a la categoría de edén para la Generación Beat, los buscadores de oro convirtieron San Francisco en el lugar de peregrinaje de pobres, desarrapados y soñadores que arribaban a Frisco buscando fortuna.

Durante la búsqueda del brillante metal (al igual que le ocurrió a Lope de Aguirre y al resto de su expedición tras El Dorado) la escasez de alimentos, las duras condiciones del terreno y las continuas peleas, causaron la muerte de aventureros de todo tipo, edad y condición…

Los hermanos Sisters, Charlie (Joaquin Phoenix) y Eli (John C. Reilly), se dedican al “linajudo” oficio del asesinato por encargo. Son contratados por el Comodoro, jefe de una especie de mafia local de su ciudad, para matar a Hermann Kermit Warm (Riz Ahmed), un individuo en apariencia anodino y buena persona, cuyo principal valor reside en que ha sido capaz de inventar una formula química que hace destellar el oro en el fondo del río, con lo cual tú trabajo como buscador se limita a agacharte y llenar la espuerta. Les precede John Morris (Jake Gyllenhaal), enviado por el Comodoro como avanzadilla para encontrar y retener a Hermann hasta que lleguen los Sisters, torturadores oficiales, para sacarle la formula de la piedra filosofal como sea.

En un mundo salvaje y hostil, mientras que el alcohólico y violento Charlie (convencido de que es tan hábil matando porque por sus venas corre la sangre del malnacido de su padre) fantasea con derrocar al Comodoro y ocupar su lugar, Eli, el mayor, sueña con tener una vida normal.

Desde las primeras imágenes te das cuenta de que estás ante un Western atípico. La oscuridad en que se desarrolla la escena inicial, no solo avisa del empeño de Jacques Audiard, el director, en que su historia sea cabal sino, y sobre todo, del tono humorístico en que se va a desarrollar la misma.

Pero que no se asusten los aficionados porque la película tiene todos los ingredientes propios del género.

El característico pueblo del Oeste en el que nunca faltan los dos sitios imprescindibles para pulirse lo poco o mucho que tengas: la tienda única y la cantina. Mujeres cuyo papel, en ese rudo mundo de hombres, está claramente definido: las hay buenas (la recatada, gris y en ocasiones reseca, madre, hermana o esposa de uno) y las hay malas (las exuberantes, perfumadas y coloridas femmes fatales de Saloon). Paisajes montañosos o desérticos, poblados de polvo, serpientes y alacranes.

Hay noches en vela y múltiples persecuciones al galope.

Y hay tiros, muchos tiros. Tiros al alba para anunciar una presencia amenazadora; tiros disuasorios para evitar gresca no deseada; tiros nocturnos de balas ebrias; tiros certeros que buscan y encuentran el centro del cráneo o el corazón y tiros de gracia, de los de sin perdón.

Pero la película es más, mucho más.

Por mostrar que en esa época morir o no morir dependía bastante del azar (algo que la hermana directamente con Slow West de John Maclean, película que les recomiendo) y que la vida de libertad y aventura del vaquero americano no era tan idílica como siempre nos han hecho creer, la película es realista y desmitificadora.

Tiene un sentido del humor bastante bestia, de ese que llaman macabro, que logrará que en ciertas escenas (especialmente el momento tarántula) no sepan si reírse o vomitar directamente.

A medida que avanza el filme, el director nos va mostrando como es el complejo y agreste amor fraternal de los Sisters y como han llegado a convertirse en criminales sin proponérselo y sin ser, en el fondo, malas personas.

Durante la persecución del alquimista Hermann, a través de los ingenioso diálogos, Audiard nos hace participes de los deseos, frustraciones y anhelos de los dos hermanos. La violencia da paso a la sensibilidad y, de repente, cae la máscara que cubre el rostro de los asesinos y descubres que debajo se encuentran dos individuos que, víctimas de un gran trauma emocional que arrastran desde la niñez, se perdieron hace tiempo. Dos personas que matan sin remordimiento pero que, a la vez, son capaces de llorar por la muerte de un viejo caballo cansado.

Persiguiendo a su presa, los Sisters iniciaran un viaje desde Oregón a California que cambiara para siempre su relación y sus vidas.

Una odisea involutiva, desde el desencanto de la madurez a la infancia que les fue robada, para encontrar tu lugar en el mundo.

La banda sonora a este peli la ponen The Mamas & The Papas con su California Dreamin.

Que lo disfruten.

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Un comentario en “Cine: «The Sisters Brothers», por Teresa Suárez

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